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La cuestión de fe del maestro Scorsese

El italoamericano más famoso desde Frank Sinatra regresa a dos de sus temas fetiche con una película que relata la vida de Frank The irishman Sheeran, el asesino de Jimmy Hoffa, y otra sobre la travesía de dos curas portugueses en Japón

Vuelta a la religión. El director estrena el 5 de enero «Silence»
Vuelta a la religión. El director estrena el 5 de enero «Silence»larazon

El italoamericano más famoso desde Frank Sinatra regresa a dos de sus temas fetiche con una película que relata la vida de Frank The irishman Sheeran, el asesino de Jimmy Hoffa, y otra sobre la travesía de dos curas portugueses en Japón

«Me han dicho que usted pinta casas». La frase no la pronunció un caballero necesitado de encalar su casa con vistas al mar, sino Jimmy Hoffa, todopoderoso líder del sindicato de camioneros, condenado por sobornar a un jurado, célebre por sus relaciones con la mafia y desaparecido en 1975 después de entrevistarse con Anthony Tony Jack Giacalone y Anthony Tony Pro Provenzano, dos célebres capos. Su interlocutor era Frank The Irishman Sheeran. Veterano del desembarco en Sicilia, la batalla de Cassino y la del Bulga, Sheeran regresó a EE UU para trabajar como pistolero a las órdenes de la familia Bufalino, jefes de jefes del crimen organizado en el norte de Pensilvania.

«Pintar casas», en el argot de los chicos listos, significaba redecorar las paredes con sangre y vísceras. Años más tarde, en su lecho de muerte, Sheeran le sopló al escritor Charles Brandt que él fue el asesino de Hoffa. El FBI excavó en el sótano donde supuestamente incineraron su cadáver, pero si bien encontró restos de ADN, estaban tan dañados que fue imposible cerrar el caso. Antes de expirar, Sheeran añadió que había participado en los preparativos de la invasión de Bahía Cochinos, que supo de los planes para liquidar a John Fitzgerald Kennedy y que había perdido la cuenta del número de personas a las que había apiolado por encargo de Rusell Bufalino. Sostenía que le cogió el gusto a manejar el machete, la pistola y la azada durante la guerra. Mataba con eficiencia y placer. Con los ojos haciendo chiribitas en tanto que sus víctimas gimoteaban clemencia. Ah, los viejos y gloriosos días de Cosa Nostra, antes de que las leyes RICO hicieran de cada soldado un presunto delator y hasta los conseglieri se transformaran en chivatos, cuando todavía era posible cimentar los edificios con las calaveras de tus enemigos y luego cenar espaguetis con albóndigas mientras canturreabas una canción de Perry Como o los Flamingos.

Sheeran no es la clase de fulano al que uno desearía conocer. Excepto, claro está, si su vida se hace cine y la película la dirige Martin Scorsese. Justo lo que sucederá en 2017, cuando el italoamericano más conocido desde Frank Sinatra adapte el libro de Brandt con un reparto de alto voltaje. Tomen nota, porque el bueno de Martin reunirá otra vez a la pandilla, o sea, a Robert De Niro y Harvey Keitel. También quiere a Joe Pesci, semirretirado desde hace años, pero no está claro que el enano atómico, el psicópata más enloquecido y aterrador en «Uno de los nuestros» y «Casino», quiera volver a situarse delante de la cámara. Ah, otra de las estrellas será Al Pacino; lo crean o no Michael Corleone jamás ha actuado a las órdenes de Scorsese. Unirán su talento y su aura para contar la vida de un Sheeran que también se atribuía el asesinato de Joe Gallo, detonante de la llamada I Guerra de los Colombo, y asesinado en un restaurante de Little Italy, Umberto’s Clam House. El establecimiento todavía puede visitarse en Mullbery Street, aunque no el local original, inaugurado en 1972 y vinculado a Matthew Jospeh, Matt The Horse Laniello, uno de los jefes de la familia Genovese.

Mientras llega el reencuentro soñado con los «wise guys», Scorsese, que no para, está a punto de estrenar «Silence». Una historia ambientada en el Japón del siglo XVII, cuando dos jesuitas portugueses viajaron a tierra de infieles para encontrar a su preceptor. Está basada en una novela de Shusaku Endo, y al parecer obsesiona a Martin desde hace casi 30 años, que la leyó absorto mientras a su alrededor silbaban las balas por «La última tentación de Cristo». Nadie debería de sorprenderse del interés que demuestra por las historias relacionadas con la fe. Scorsese es, desde los tiempos de los neorrealistas, el cineasta más imbuido de catolicismo. Sólo el protestante Carl Theodor Dreyer hizo más patente en sus historias la importancia que concedía al hecho religioso y sus tribulaciones. Todos los crímenes, el dolor y los llantos que riegan sus películas tienen un sustrato violento y uno o varios chivos expiatorios. Sus protagonistas pelean para reconciliar vida y pecados en una espiral que acostumbra a aparcar sus anhelos entre el altar y el cementerio.

No conviene concluir sin reparar antes que Scorsese las ha visto de todos colores antes de que le aprobaran su proyecto fetiche. Nada nuevo. John Ford mendigó para sacar adelante «El hombre tranquilo», Orson Wells fue un apestado y a Billy Wilder lo jubilaron antes de tiempo, cuando en su cabeza todavía titilaban las cuchillas. En Hollywood vales lo que tu última cinta en taquilla.

Héroes menores

Del Olimpo...

Jeff Bezos

El multimillonario, fundador y dueño de Amazon, Jeff Bezos, anunció esta semana que su compañía hizo la primera entrega mediante un drone. Sucedió en Cambridgeshire, Inglaterra, y ya hay quien especula con un futuro de juguetes aerotransportados, libros cosmonautas y calcetines paracaidistas. El futuro ya está aquí y vuela sin tripulación.

... al infierno

Mitt Romney

Tuvo unos días, en marzo, en los que recordaba a un héroe. Destrozó a Donald Trump y explicó por qué nunca podría apoyarle. Bueno, bien, pues las últimas semanas las ha pasado cortejando al magnate, no fuera a caerle en gracia el premio gordo, secretario de Estado. No sucedió, y el periplo de Romney fue un completo naufragio. Necesitarán batiscafos de inmersión profunda para recuperar su orgullo.