Estados Unidos
La dieta chatarra de Donald Trump
Desde el pollo frito al bacon con huevo, pasando por la pizza y los sándwiches XL. Así son los hábitos alimentarios del presidente de Estados Unidos que, según aclara un facultativo a LA RAZÓN, explicaría buena parte de la medicación que toma
Desde el pollo frito al bacon con huevo, pasando por la pizza y los sándwiches XL. Así son los hábitos alimentarios del presidente de Estados Unidos que, según aclara un facultativo a LA RAZÓN, explicaría buena parte de la medicación que toma
Parece que los excesos de Donald Trump no sólo guían sus políticas, sino también la dieta que hoy prodiga. Nada queda de aquellos gustos refinados de los que el republicano presumía en la campaña electoral, cuando aseguraba degustar el bistec más exclusivo del mundo acompañado del mejor vino rosado. Incluso llegó a crear la «dieta ideal» en su libro «Think Like a Billionaire» (Random House), en la que incluía platos como salmón bañado con hierba de limón o cangrejo de piedra de Florida.
Pero nada más lejos de la realidad. Trump ha sido, una vez más, delatado, aunque en esta ocasión no por el celo de sus corbatas, sino por un arsenal de alitas de pollo, pizzas, huevos fritos y sándwiches XL que forman parte de su dieta habitual, no dando así ejemplo a un país que sufre un grave problema de obesidad. Hace unos días se le pudo ver cenando junto a Nigel Farage, ex líder del Partido de la Independencia de Reino Unido y aliado del magnate, en un restaurante donde, según reveló un camarero al portal de noticias «The Independent Journal Review», pidió «un entrecot de ternera bien hecho, acompañado de ketchup, como siempre suele comerlo».
Otro de los platos favoritos del estadounidense es el pollo frito. Así lo hizo saber en Twitter, donde compartió una imagen en la que se le puede ver junto a un cubo de alitas en uno de sus restaurantes de comida rápida preferidos. Y atención, porque si algo tiene claro el magnate es que ante todo no hay que perder las formas, por eso no duda en usar cuchillo y tenedor para degustar no sólo las alitas, sino también otra de sus perdiciones culinarias: la pizza. Con una sencilla búsqueda en YouTube descubriremos en pocos segundos varios vídeos en los que Trump ya se ganaba la vida anunciando pizzas en los 90. Precisamente para comerlas tiene una buena razón por la que usar cubiertos: separar más fácilmente los ingredientes de la base, ya que, como en su día reconoció: «No me gusta la masa».
Además, su comida más importante del día no es el desayuno: «Saltármelo me hace feliz», admitió recientemente en una entrevista para «Fox News». Y añadió que en las pocas ocasiones en las que sí desayuna opta por un menú alejado del clásico café con tostadas: «Me gusta el bacon con huevos; el bacon medio hecho y los huevos bien fritos». Y para la comida hay días en los que no falta en su casa el «Filet-o-Fish» de McDonald's (pescado empanado con queso y salsa tártara). Aunque dicen que el plato estrella del magnate es el sándwich de pastel de carne, el que ofrece a cada invitado que pisa la Casa Blanca, como el gobernador de Nueva Jersey, que recientemente corroboraba la exquisitez del emparedado presidencial.
Juicio clínico
Con tales hábitos alimentarios cabe poner en duda la veracidad del informe que en septiembre emitió Harold N. Bornstein, médico por aquel entonces de Donald Trump, que rezaba: «Puedo afirmar sin temor a equivocarme que, si es elegido, el señor Trump será el individuo más sano jamás elegido para la presidencia». En el mismo informe también indicaba que su paciente tomaba a diario 81 miligramos de aspirina, así como una dosis baja de estatina. Pero hace un mes, cuando el doctor asegura que ya no tiene contacto alguno con el presidente, reveló al diario «The New York Times» nuevos fármacos que formarían parte de su lista de medicamentos: la tetraciclina, un antibiótico con el que combate una enfermedad crónica cutánea que enrojece la parte central de su rostro, y la finasterida, que podría ser el secreto del cabello que a sus 70 años aún luce el inquilino de la Casa Blanca.
«En primer lugar, la medicación que parece seguir el señor Trump podría haberle sido pautada precisamente por su mala alimentación, de ahí la estatina, que se receta para rebajar los niveles de colesterol», informa un facultativo consultado por LA RAZÓN. «Además, pongo en duda el que tome aspirina sólo como medida preventiva, ya que solemos recetarla a pacientes que bien han tenido algún problema cardiovascular o bien presentan un riesgo muy elevado de sufrir un infarto o un ictus –consecuencia, a veces, de hábitos pocos saludables–, pues se trata de un medicamento que aumenta considerablemente el riesgo de sangrado», prosigue. Y, respecto a la finasterida, concluye: «Además de para combatir la alopecia, se usa para tratar problemas de próstata».
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