Francia

La otra muerte de Lady Di

Un libro y un documental recién aparecidos en Francia plantean una nueva hipótesis para explicar el accidente en el que falleció Diana de Gales. Los autores, tres periodistas de «Paris-Match», descubrieron que el coche en el que viajaba era de tercera mano, ya se había estrellado antes y la aseguradora lo había mandado a destruir

Parada en el Ritz. La princesa y su amante se refugiaron de los paparazzi en el hotel parisino antes del accidente
Parada en el Ritz. La princesa y su amante se refugiaron de los paparazzi en el hotel parisino antes del accidentelarazon

La princesa Diana murió porque el coche iba demasiado deprisa, su conductor había consumido alcohol y antidepresivos, y ella no llevaba puesto el cinturón de seguridad.

El 31 de agosto se cumplirán veinte años de la trágica muerte de Lady Di en un accidente de tráfico en el Puente de l’Alma. Todas las denuncias de complot, los rumores sobre la responsabilidad de un misterioso Fiat Uno blanco, las acusaciones contra los paparazzi que seguían el vehículo, sospechosos de «poner en peligro la vida de terceros y de homicidio involuntario»... todo fue minuciosamente investigado y descartado. La instrucción del accidente que hizo vacilar la corona de Inglaterra concluyó que se trataba de un accidente banal: la princesa Diana murió porque el coche iba demasiado deprisa, su conductor había consumido alcohol y antidepresivos, y ella no llevaba puesto el cinturón de seguridad.

Sin embargo, veinte años después, tres periodistas de «Paris-Match» se han sumergido en el océano de 8.000 páginas que contiene el dossier de instrucción y descubierto que a pesar del trabajo minucioso de la Brigada Criminal, dirigida por Martine Monteil, hubo un detalle crucial que pasó desapercibido ante los ojos de los investigadores franceses y de Scotland Yard. El coche en el que viajaba la princesa de Gales, el Mercedes S280, había sido sentenciado unos años antes para el desguace. Pascal Rostain, Bruno Mouron y Jean-Michel Caradec’h son los autores de esta investigación que ha dado lugar a un libro, «Qui a tué Lady Di?» (¿Quién mató a Lady Di?), y un documental, «Mort de Diane: l’incroyable révélation» (La muerte de Diana: una revelación increíble), dirigido por Daniel Laigre.

► El mercedes negro

El 31 de agosto de 1997 un Mercedes negro que acababa de introducirse a toda velocidad en el subterráneo del Puente de l’Alma quedó incrustado en el decimotercer pilar. En la parte posterior del coche viajaban Diana de Gales, que resultó gravemente herida, y su amante, Dodi Al-Fayed, que murió en el acto. Delante iba al volante Henri Paul, director de seguridad del Ritz, que también falleció al instante, y en el asiento del copiloto estaba el guardaespaldas de la princesa, Trevor Rees-Jones, que a pesar de las graves heridas que sufrió fue el único que quedó con vida. Es cierto que los análisis de sangre del conductor revelaron que tenía una tasa de alcoholemia de 1,74 gramos por litro, cuando lo permitido era 0,5 gramos, mezclado con restos de antidepresivos (fluoxetina, norfluoxetina y tiaprida). También lo es que circulaba a toda velocidad para escapar de los fotógrafos que les seguían y a los que había logrado despistar, que chocó contra un Fiat Uno que circulaba por la derecha del subterráneo, y que fue entonces cuando se estrelló contra el pilar. El juez encargado de la instrucción, Hervé Stéphan, excluyó todo acto voluntario. Sin embargo, en ningún momento nadie se interesó por el Mercedes S280 negro.

En RTL, el periodista Pascal Rostain contó cómo comenzó esta apasionante aventura hace ya 12 años: «Nos decíamos que no era posible, que tenía que haber algo más». Y buscando, buscando, «descubrimos que el coche había tenido una primera vida». La realidad era mucho más grave: supieron que había sido declarado VGA (vehículo gravemente accidentado) y, en teoría, tenía que haber sido destruido. «Hay que ponerse en lugar de los hombres de la Brigada Criminal», asegura Rostain, «estaban ante un coche del Ritz, una limusina con 15.000 kilómetros, necesariamente era un coche sano». Y sin embargo no era así. El que llevó a la princesa de Gales en su último viaje era un aparato peligroso.

Los autores del libro han localizado a su primer propietario, Eric Bousquet, director de una agencia de publicidad, que explica en el documental que en 1994, «como todos los jóvenes publicitarios de la época» que tenían cierto éxito, quiso comprarse un Mercedes. «Como tenía poco dinero y era un vacilón decidí adquirir un modelo con una gran carrocería y un motor pequeño», y se inclinó por el Mercedes S280. Pero le duró solo cuatro meses. Un día, su chófer le llevó al limpiabotas y mientras le lustraban los zapatos cerca de los Campos Elíseos entró descompuesto para decirle que un hombre le había atracado y se llevó el coche.

► Un grave accidente

El ladrón resultó ser un hombre detenido que había salido de la cárcel con permiso. Cuando circulaba a toda velocidad por las carreteras del norte de París, a unos pocos kilómetros de Roissy, perdió el control del vehículo y tuvo un grave accidente. La guardia civil se encontró el coche abandonado y el conductor desaparecido. Había dado diez vueltas de campana y cuando la aseguradora llamó a Bousquet, tras revisarlo, le comentó que no se podía hacer nada con él: «Quise recuperarlo, pero el asegurador me dijo que era para la chatarra, que no podían repararlo, y lo iban a destruir», recuerda Bousquet. Según consta en los papeles, fue destruido, y su dueño recibió el precio íntegro de la aseguradora. Pero en aquella época los chatarreros y diueños de garajes se las arreglaban para recomponer los vehículos accidentados y obtener pingües beneficios. Rostain señala que «tenían permiso para hacerlo». El coche salió a subasta y lo adquirió Niels Siegel, dueño de una pequeña compañía de alquiler de coches de lujo. Adquirió el Mercedes recompuesto en 1996 por 40.000 euros. «Lo compramos de ocasión porque no teníamos dinero para tener uno nuevo», asegura Siegel, y recuerda que, según les explicaron, «había sido usado por el director de una sucursal de Mercedes que lo había conducido únicamente durante seis meses», algo que ocurrecon frecuencia. Su empresa trabaja en exclusiva para el Ritz.

Cuando el 30 de agosto Diana de Gales y Dodi Al-Fayed se refugiaron en el Ritz para huir de los fotógrafos, esperando despistarles, Al-Fayed ordenó que sus limusinas se fueran para que los paparazzi creyeran que se quedaban allí esa noche. Ellos saldrían por la puerta de atrás en el coche que quedaba en el parking, el famoso Mercedes, que hizo con ellos su último viaje.

Los autores de la investigación han podido hablar con uno de los chóferes del hotel, Karim, que por primera vez revela que «no era fiable en carretera». En el garaje decían que no le pasaba nada, pero los conductores seguían quejándose, y cuando Karim abandonó la empresa, dos meses antes de la muerte de Lady Di, le dijo que debería venderse. Lo cierto es que los investigadores no se dieron cuenta de nada. «La Brigada Criminal hizo un buen trabajo», asegura Rostain, «pero estuvo contaminada por los fantasmas de la acción de los fotógrafos, las teorías del complot... », y no podían ni imaginar que un Mercedes con solo 15.000 kilómetros había sido considerado en su día como un montón de chatarra.

Guillermo y Enrique defienden a su madre: «no pudimos protegerla»

El duque de Cambridge y su hermano han tomado el año del 20º aniversario de la muerte de su madre como el punto de partida de una nueva etapa. Desde hace unos meses, los dos se han dedicado a hablar públicamente del efecto psicológico y emocional que tuvo en ellos el fallecimiento de Diana de Gales. Esta semana se publicó una entrevista en «GQ» en la que Guillermo se sincera sobre el dolor que aún siente por su pérdida. Ahora, la BBC ha anunciado que prepara un documental sobre Lady Di en el que ambos príncipes participan. «Nunca será fácil para nosotros hablar de ella, pero después de veinte años ha llegado el momento de recordarle a la gente el impacto que tuvo», asegura Enrique. Su hermano mayor afirmó que han decidido formar parte del documental porque «sentimos que se lo debemos. En parte, creemos que la decepcionamos cuando éramos más jóvenes. No pudimos protegerla».