Lincoln
Lo que tienen en común Lincoln y Cindy Crawford
Excepto los profesionales de la fotografía, pocos dieron importancia al retoque fotográfico digital hasta que Belén Esteban salió megarretocada y con el cuello desencajado en la portada de «Interviú». Los retoques eran evidentes. Lucía una piel tersa, sin ojeras y con unas facciones que ni el mejor cirujano hubiera logrado con bótox, silicona y mucho bisturí. Un ventilador arremolinaba el pelo alrededor del cuello, lo que permitía al retocador de señoras trasplantar la cabeza de una de las fotos al cuerpo de otra y así lograr la Esteban perfecta para su primera portada. En la cuarta, dedicada al día del Orgullo Gay, el «fotochopeador» le amputó una oreja, lo que causó gran polémica.
Históricamente tiene un famoso precedente, el fotomontaje de la cabeza de Lincoln sobre el cuerpo de John Calhoun en 1860. Manipulaciones, trucajes y retoques eran populares desde la aparición de la fotografía. La innovación conseguida con Photoshop es la rapidez y precisión del retoque digital. Una invención que apenas tiene quince años.
El «taller de fotografía» nació del ingenio de un estudiante de la Universidad de Michigan, en 1987, ideado para Macintosh por Thomas Koll. Al año siguiente, su inventor realizó una demostración del programa a los ingenieros de Apple y éstos decidieron comprar la licencia para lanzarla oficialmente en 1990 como un programa de retoque exclusivo para Mac.
Hoy, Photoshop es sinónimo de retoque fotográfico, aunque sus aplicaciones en el diseño, el vídeo y la web son tan variados como el estilismo digital. Un arte que de forma analógica, es decir, con las manitas, aerógrafo, un lápiz graso, pinceles y colores, vienen haciendo los retocadores fotográficos «puntillistas» desde la aparición de la fotografía y de forma masiva en la prensa en blanco y negro y la promoción de las estrellas del cine de Hollywood en carteles y fotos de mano desde los años 10 del pasado siglo.
En el cine mudo y la fotografía, se utilizaba un filtro para crear un «flou» brumoso. La moda del «pictorialismo» se impuso con los primeros planos de las vampiresas, que espiritualizaban y dotaban de misterio su belleza con ese desenfoque artístico. Ese mismo efecto se lograba poniendo una gasa delante del objetivo o con una lente Perscheid que Nicola Perscheid inventó en 1925. El rey del «flou» fue el fotógrafo inglés David Hamilton, famoso en los años 60 por sus desnudos eróticos suavemente difuminados.
En cuanto al retoque artístico el método usual era la utilización de lápices grasos sobre el mismo cliché o remarcando los rasgos faciales y coloreando el positivo fotográfico: retoque de pestañas, cejas, pómulos y cabellos con un resultado que hoy parece tan artificial como irreal. Así se mantuvo hasta la profesionalización de la fotografía en color, cuyos retoques fueron más suaves y delicados, excepto los de la censura española, que de forma un tanto chusca dibujó encajes sobre los pechos en exceso abultados de Sophia Loren y Brigitte Bardot en los aperturistas años 60. Pero el retoque más radical fue el Photoshop comunista: el borrado de los enemigos de Lenin y Stalin, que además de desaparecer de las fotos oficiales fueron fusilados.
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