Sevilla

Lourdes Montes: «La muerte de Fandiño me recuerda que Fran puede acabar así»

Lourdes Montes
Lourdes Monteslarazon

Lourdes Montes vuelve a Sevilla tras promocionar un colchón inteligente, porque si algo es importante para ella es poder descansar tranquila. Lo dice quien en 2013, al contraer matrimonio con el primogénito de «Paquirri», Francisco Rivera Ordoñez, se convirtió en mujer de torero. Desde entonces el temor de que un toro pueda dejar a su hija Carmen sin su padre es algo que le quita el sueño. Por eso, sus pensamientos están ahora con la mujer y la hija de Iván Fandiño, cuya muerte no sólo le angustia por tratarse de un gran amigo, sino también porque «me ha hecho recordar que mi marido puede morir así». Una pesadilla que pronto la dejará dormir tranquila, ya que en septiembre se desplazará junto a su hija hasta Ronda para echar el último capote. Una retirada que a Rivera «le está costando mucho», mientras que a ella le dará respiro suficiente para que no le pille el toro y apruebe tras las vacaciones los exámenes de Historia, estudios que a sus 33 años compagina con el diseño de trajes de flamenca.

–Estudiante, diseñadora, madre y mujer de torero. Supongo que dormir bien será para usted una prioridad...

–Totalmente. Si no, estoy todo el día atontada. Además, soy como los niños pequeños: si tengo sueño, estoy insoportable.

–¿Y qué es lo que más se lo quita?

–Como madre, mi hija. Pero también depende del día. Hay noches que cuando no tengo sueño me da por idear prendas y otras me empiezo a agobiar por la próxima corrida de Fran.

–Supongo que le afectará especialmente cuando se produce la muerte de un torero, como la última ocurrida, la de Iván Fandiño, a quien le unía una gran amistad con su marido.

–Ha sido un palo muy gordo. No hago más que pensar en su mujer y en su hija. Estoy impactadísima. Me ha hecho recordar que mi marido puede morir así.

– ¿Y cómo se vive con esa preocupación constante?

–Te vas acostumbrando porque forma parte de tu rutina, pero cuando de repente pasan cosas así le ves las orejas al lobo y te mueres de miedo. La verdad es que ahora mismo lo estoy pasando fatal.

–¿Cómo son las horas previas a una corrida?

–Fran es muy metódico. Primero se echa una siesta y luego, para calentar, sale a correr y monta en bici. También se viste siempre siguiendo un mismo orden. Es una liturgia.

–¿Ser esposa de torero le ha dado más penas o alegrías?

–Me ha hecho ver la vida de otra manera. Relativizas mucho las cosas. Por ejemplo, en mi casa una discusión no dura nada, no merece la pena. Nos acostumbramos a disfrutar de todo porque, aunque intentes olvidarlo, tienes la muerte ahí. Puede ocurrir cualquier tarde.

–Francisco ha dicho que usted no entiende el mundo del toreo.

–Es una profesión que tiene cosas muy bonitas, pero creo que no compensa por el riesgo que implica. No lo entiendo.

–¿Y cómo afronta las críticas antitaurinas? ¿La mejor forma de hacer frente a ellas es entrar al trapo?

–Cada uno tiene su opinión y es respetable, pero cuando se da un insulto o una agresión hay veces que no puedes callarte. Lo mejor sería no contestar, pero también me pongo en el sitio de a quienes les gusta y viven esta profesión y entiendo que no tienes por qué aguantar ciertos comentarios. Es un debate difícil.

–El primo de su marido, Canales Rivera, denunció esta semana haber recibido una paliza por parte de un grupo de antitaurinos. ¿Han hablado con él?

–No, pero conocía la noticia. Creo que alguien que defiende la vida de un animal tendría que mostrar también un mínimo de humanidad y el mismo respeto por las personas. ¿Hasta dónde vamos a llegar?

–Le tranquilizará que su marido dentro de tres meses se corte la coleta en Ronda.

–Por supuesto. Está viviendo esta última temporada muy triste. Tiene asumido que ya es su momento, que lleva muchos años y hay que decir adiós. Pero le está costando muchísimo. Así que en Ronda la peque y yo estaremos con él. Todavía no está confirmado el cartel porque Fran aún se encuentra en conversaciones con todos los diestros que quiere que lo acompañen, pero pronto se conocerá. Eso sí, después de la corrida, si todo sale bien, nos iremos de fiesta.

–¿Y si la pequeña le saliese torera?

– Imposible (risas). Si fuese hombre, todavía... pero siendo una chica ni me lo planteo.

–¿Por qué?

–No creo que sea el perfil de mi hija, de momento. Aunque, eso sí, le encanta el campo y los animales, alucina con los caballos.

–¿Les pide ya un hermanito?

–Todavía no se entera de eso. Ahora está empezando a hablar, lo repite todo.

–¿Y cómo se plantea el verano?

–Con pocos planes, ya que con las corridas de Fran no podemos comprometernos mucho. Lo acompañaremos en los ruedos, aunque nos escaparemos en algún momento a las playas de Punta Umbría. También pasaremos unos días en Ronda.

–¿Qué tal marcha su firma de moda Analilen?

–Bien. Ahora estamos centrándonos más en los trajes de flamenca porque han sido todo un éxito. Quiero afianzarlo fuera de Sevilla. Tampoco voy a dejar de lado la línea nupcial. Aunque este año no haya lanzado ninguna colección de novia, sigo atendiendo a las clientas que deseen un traje en mi estudio.

–¿Y en sus creaciones refleja lo taurino?

–No, ni me apetece; no pienso caer en el tópico.

–¿En qué se inspira?

–Suelo fijarme en la moda antigua. Mi primera colección estaba inspirada en los años 40.

–¿A quién vestiría?

–A Carlota Casiraghi. Me parece el prototipo de elegancia y sencillez. Tiene frescura y no va demasiado recargada.

–¿Cómo lleva sus estudios de Historia?

–En septiembre intentaré aprobar todo lo que pueda, es la carrera que siempre quise cursar, pese a que en su momento estudiase Derecho. Fran me dice que estoy loca.

–¿Se ve algún día como colaboradora de televisión?

–Para nada. No es mi medio ni mi sitio. Casi nunca la enciendo. De hecho, todavía ni he visto a Fran en «Espejo público» porque cuando lo emiten estoy en el estudio.

–Dice que le hubiera gustado nacer en otra época. ¿En cuál?

–A principios del siglo XX. Supuso un cambio cultural para la mujer y fue una época preciosa. Me parece muy interesante.