Ana Rosa Quintana

María José Suárez ultima su colección de novias

Esta semana la ex Miss España y diseñadora, de 42 años, anunciaba ilusionada que espera su primer hijo para el próximo verano

Tierna imagen de Jordi Nieto Gabarró tocando la tripita de una ilusionada María José Suárez, en una imagen de archivo
Tierna imagen de Jordi Nieto Gabarró tocando la tripita de una ilusionada María José Suárez, en una imagen de archivolarazon

Esta semana la ex Miss España y diseñadora, de 42 años, anunciaba ilusionada que espera su primer hijo para el próximo verano

La más que modelo sevillana vive su mejor momento, ¡ya le tocaba! Aunque ya no relame las heridas dejadas por Feliciano López –en cinco años juntos con muchas revueltas, eso sí–, le da gracias a la vida. Espera su primer hijo, está a punto de abrir tienda en la capital y prepara para el 14 su primera colección para novias, madrinas y fiesta que expondrá el 22 de mayo en París. Está elaborada en su céntrico taller sevillano de O’Donnell, comercial zona vip donde tiene por vecinos a Zara y HM. Sus trajes oscilan entre 200 y 500 euros y bastante más costarán los modelos nupciales a los que se animó tras recibir pedidos imprevistos. A finales de mes rematará en la Pasarela Atelier Couture mientras avanza su gestación. Es la miss que más bolos ha hecho en toda la historia del título, no desdeñaba ninguna oferta por baja que fuese.

De tres meses, aún no sabe qué espera de su relación más que estable con el rico empresario dedicado a fondos de inversión. Pero será bien recibido y lo cuenta desde París, donde ahora está viendo lo último en moda y comprando telas porque cada gama tiene un precio.

Fue una Miss España aún espléndida, siempre inquieta; debutó en las bodas para aumentar el guardarropa propio y de pronto comprobó cómo calaban sus ideas ya más que proyecto en marcha. La maternidad a los 42 años es una ilusión que a veces se le frustró sin desesperarla. Ahora tiene su resultado estabilizada con el cuarentón barcelonés Jordi Nieto Gabarró tras varias experiencias amorosas, donde la del ahora cuestionado tenista resultó traumatizante. Le costó mucho superar su dedicación al campeón, al que siempre animó en sus primeros años. Fue romance con muchas intermitencias y con Alejandra Prat, otra ex de menos aguante, coincidía en que «Feli es como un niño. Hay que atenderlo y mimarlo como a una criaturita». Me pregunto si le darían la teta. De ella y su estado se habló en el desfile de Tot-Hom, acogido en la nada republicana embajada francesa, un tanto aletargada con lo bien que habían acostumbrado a sus saraos. Los nuevos embajadores no son muy sociales, cualidad imprescindible en la diplomacia o quizá sus antecesores dejaron muy alto el listón. Podría ser eso, pero a los nuevos cabe agradecerles haber colgado dos enormes tapices de Picasso en el salón principal de su residencia de Serrano-María de Molina. De refilón fueron admirados hasta el pasmo por una concurrencia donde destacó Inés Oriol de azul cielo rematado por un casquete cremoso. Única cobertura que se vio y ella lo lamentaba:

–Será que ya no se atreven con los tocados matinales.

O les cuesta llevarlos, supuse, conociendo el percal donde sobresalió el camisero atigrado de Marina Castaño. Descolocó la joyera Suárez con dos largas hileras de perlas blanquinegras orgullo de la firma joyera. Las sopesé y eran pesadas y casi exageración en sus increíbles 20 mm. Todo un joyón admirado por Lola Herrera, ángel bueno del Ramón y Cajal. No es la actriz que triunfa pero se llaman igual. Y tienen parecido encanto. Ana Rosa Quintana destacó con su falda amarilla de ancho tableado y por bolsón rayado; Carmen Lomana, que incansable, a la noche estuvo en el 37 cumple de Juan Peña en Gabbana. Valiente y enfrentadora acudió Alba Carrillo con el mismo deportivo abrigo-parapeto beige que tanto luce. Casi infartó mientras la acosaban a preguntas. Ella se ha puesto una coraza dispuesta a combatir cual Juana de Arco. A la dulce María Palacios de Lequio le comenté cómo su hijastro Álex debutará el 16 como empresario lanzando una ginebra. Él me dijo que supondrá un homenaje a «mi bisabuelo Alejandro Torlonia, que se casó con la Infanta Beatriz, hija de Alfonso XIII. Era un gran bebedor». El veinteañero ha cambiado, nada de aquellas provocaciones juveniles que tanto dieron que escribir. Pero sigue impactando, y me lo cuenta el amigo Aurelio Manzano que quiso entrevistarlo aprovechando el lingotazo gin: «Aceptó encantado con la condición de no hablar de su vida privada ni citar a sus padres porque eso lo vendo a la revista que ya sabéis». A fin de cuentas, hijo de Alessandro y Anita, expertos en exclusivas.

Retomo los sombreritos que recuerdan otra época como muchas de las significadas presentes en el alarde creativo y tan florido de Marta Rota. Personalmente, prefiero la limpieza de sus estilizadas túnicas, alguna con pantalón, más o menos «asirenadas», de tanto marabú en los bajos o escotes arrepollados. Son concesiones comerciales que tenían boquiabierta a Cuca Solana ya en los altares de la antigua «Cibeles», donde no creen que su sustituta alcance su altura pareja a la física de Bibiana en una sesentena increíble. La elogió Mayren Beneyto, ex consellera de Cultura valenciana. Cuenta, y no acaba, añorando a Rita Barberá con la que colaboró muchos años. La acompañé en un pesar casi aplaudido por la vital y bronceada Begoña Trapote. La acompañaban sus hermanas Carmen y Mar, rubia y discreta esposa de Felipe González que como evidencia familiar lucía por colgante un enorme ámbar marroquí diseño del ex presidente.

–Dile que vuelva, España lo necesita, –le dijeron y miró para otro lado. –Felipe ya casi no va por allí porque resulta difícil encontrar piezas tan grandes, –descubrió a la rotunda Amalia Amusátegui. «José María ya tiene 85 y está fenómeno», –me informó bajo su dos piezas rosado «cuasi Chaneló» mientras la señora Gil Marín lució melenón ante Isabel Estapé y contrastó blanco de ribetes negros apropiado para solearse en el jardín de la embajada. La eficacia de Carmen Valiño logró este «revival» tan lleno de populares. Siempre nos hace añorar su larga época insuperable como relaciones públicas de Loewe.