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Toros

Morante de la Puebla, el caballero de VOX

El diestro, aunque de familia socialista, «derrota un poco más por el pitón derecho». Cuando Abascal dice que Cs es un toro manso tiene sin duda en el torero un silencioso, pero poderoso, asesor de cámara

Morante cabalgando junto a Santiago Abascal para un vídeo de la formación. Fotos: Vídeos de VOX
Morante cabalgando junto a Santiago Abascal para un vídeo de la formación. Fotos: Vídeos de VOXlarazon

El diestro, aunque de familia socialista, «derrota un poco más por el pitón derecho», y cuando Santiago Abascal dice que ciudadanos es un toro manso frente a la bravura de su partido, tiene sin duda en el torero de la puebla del río un silencioso, pero poderoso, asesor de cámara.

Morante, un 7 de julio, mientras hervían de rojo y blanco las gentes en Pamplona, le brinda un toro a Santiago Abascal en la recoleta plaza abulense de Arévalo. Fuera de los focos, en un circuito menor, significativamente en esa España interior azotada por el olvido y por los pactos de Pedro Sánchez con los independentistas catalanes, «va por ti, Santiago, y por España» proclamó el torero sevillano, iniciando una particular cruzada en defensa de lo que él considera los valores tradicionales. Morante de la Puebla seguramente no ha leído «El guerrero del antifaz» y, por lo que se sabe, tampoco ha hecho El Camino de Santiago. La rara simbología de un torero inclasificable para ser cabeza publicitaria de cartel de VOX parece un sueño para los que alguna vez pensaron en «¡Santiago y cierra España!». El diestro de la Puebla del Río, localidad a solo catorce kilómetros de la capital hispalense, procede de una familia de escasos recursos económicos y culturales. Su vida es un caso de superación, de un niño que jugando al toreo ha encontrado el pasaporte para mejorar la calidad de todos los suyos. Morante es querido, e incluso idolatrado, en su pueblo, donde tiene una peña militante, organiza fiestas y encierros, y es casi el «alcalde por aclamación popular». Y eso que su familia, totalmente enraizada en una localidad andaluza por los cuatro costados, siempre se ha llevado bien con el alcalde de izquierdas de turno. Unas entradas, un detalle y la generosidad de uno de los toreros más grandes y humildes que jamás se hayan conocido. Andaluz, muy andaluz, uno de los últimos toreros románticos, encuentra la política como un accidente más de sus muchas búsquedas vitales.

De Morante se sabe que ha tenido bajones anímicos, retiradas, tratamientos psiquiátricos en Estados Unidos, pero todos conocen su compromiso radical con el toreo y su verdad. Cada una de las salidas de escena del genial diestro, poseedor de una técnica y un valor reconocidos por toda la profesión, alcanza la categoría de mítica. Después de los seis toros en el gris Domingo de Resurrección madrileño, en el que nos deprimió a todos, resurgió como ave fénix un artista que pudo ser Chopin, Mozart o Juan Belmonte. La psicología frente al espejo, la permanente sensación de retirada por el compromiso ético de quien no está a gusto con el sistema, explica muchas claves del torero hoy comprometido. Buscador de purezas, coincide con Antonio García-Trevijano, el líder utópico de la III República, antes de que Pablo Iglesias hubiera hecho el parvulario, y el notario y redactor de la Constitución de Guinea le indica el camino. Al torero le fascina la personalidad, sabiduría y enciclopedismo de ese heterodoxo polítologo y agitador que era García-Trevijano desde su dacha de Somosaguas. Peregrina Morante porque admira a aquellos artistas taurinos que tenían relación con los intelectuales, que eran admirados por escritores como Valle-Inclán, Ortega y Gasset o el propio Lorca, y reflexiona sobre el sentido de lo que se conoce como España. Ese viejo país que carga a cuestas con el legado moral de la tauromaquia. Y el nombre o susurro de VOX aparece como la guía. Dicen los que le conocen que Morante pregunta y busca por internet quiénes son aquellos que pueden explicar la defensa de lo que entiende no solo como su vida, sino como la seña de identidad de un país. Luego, mientras una temporada llena de claroscuros, la de 2018, iba llenando de citas su calendario, Morante pregunta y encuentra a Abascal. Llega el brindis de Arévalo; más tarde, en agosto, en la Feria de la Peregrina de Pontevedra, se repite el gesto. Fotos compartidas, las redes sociales ardiendo, el mismo puro que se enciende vestido de luces junto al vasco en la habitación de algún hotel, y Vistalegre... Consigue Morante, con su fe en un partido o movimiento que reivindica la tauromaquia y la bandera rojigualda, incluso que su mujer, de familia socialista, le acompañe a la declaración de VOX en Carabanchel. Él es el primer sorprendido cuando tiene asiento de primera junto a Sánchez Dragó y otros notables y se deja llevar por el entusiasmo de un grupo de ciudadanos que considera puros.

Seguramente Morante, con sus camionetas con los carteles de VOX, su cesión desinteresada de imagen para voltear el cortijo andaluz, ha sobrepasado su propia expectativa. Tan raro como auténtico, tan natural como ingenuo, el de la Puebla del Río se sube a un caballo que mira horizontes abiertos con el viento trasero de la tradición. Según algunos de sus exegetas, «Morante puede derrotar un poco más por el pitón derecho», pero no deja de ser una manifestación de alguien que concibe ser conservador con un conjunto de valores. Tan genuina es su actitud que nadie ha conseguido en esta emergente y fogosa campaña de VOX desde Andalucía al resto de España una sola declaración política del torero. Como todos los diestros grandes, desde Curro Romero a Joselito el Gallo, cuyo escritorio y montera ilustran la vida de José Antonio Morante, son más elocuentes sus actuaciones que sus palabras. Político de capote y muleta, cruzado de la causa que, a pesar de los pesares, hace más por ella que por los intereses comerciales del diestro. Al final, cuando Santiago Abascal en las partidas de ajedrez que se están disputando para el futuro gobierno de la Junta de Andalucía dice que Ciudadanos es un toro manso frente a la bravura de su partido tiene un silencioso, pero poderoso, asesor de cámara. Ahora que algunos queman contenedores por las calles gaditanas y sevillanas, cobra fuerza el compromiso viejo de un torero antiguo. Tanto que ni él mismo ni su entorno han calibrado la repercusión de sus paseos con la furgoneta de VOX. Último mohicano de tantas cosas, Morante de la Puebla cabalga con Santiago Abascal en defensa de la tauromaquia. Porque básicamente eso es lo que dicen le ha movido para dar el paso al frente. Cara a cara con la verdad, y velando actuaciones y campo para un 2019 que, afirman, va a ser el de su propia refundación como artista, aliado con la casa Matilla, también en un campo de minas de controversia taurina; el sevillano afila armas. La voz silenciosa de un torero que sin querer es ya hoy un icono de la nueva política y de ese vendaval que azota España. Ni Abascal, del que no se conocía su pasión taurina, es consciente del oro puro que supone tener a este guerrero en sus filas.

Entre capotes se confía en VOX

En la tauromaquia, VOX no es un voto inútil, o al menos eso piensa Fran Rivera, del mundo del capote desde 1992, quien aseguró en «Espejo público» que su voto era para VOX, «aunque no soy partidario de los extremos». Defensor incansable del toreo, el hijo de Francisco Rivera y Carmen Ordóñez antepone el de Santiago Abascal a otros partidos, ya que «Casado y Rivera han ido a los toros, pero no han terminado de posicionarse», explicó. Y no solo defiende al capote y las banderillas, sino que incluso se enfrentó a las declaraciones de Pablo Iglesias por Twitter llamándole «golfo» por «no tener vergüenza» y ser «cómplice del genocidio que se está cometiendo en Venezuela». La tauromaquia ya salió en primera plana durante los diferentes actos que realizó VOX previos a las elecciones andaluzas. Por ejemplo, en el celebrado en Mallorca, los invitados de lujo que acompañaron al secretario de la formación Javier Ortega Smith fueron Ortega Cano, Morante y otras personalidades, como el cómico Arévalo y el escritor Sánchez Dragó. De nuevo, un banderillero como es el viudo de Rocío Jurado ha mostrado su interés hacia el partido de derechas. Sin embargo, él ha confesado recientemente que la razón de su voto es «cuestión de justicia» y, aunque ha tanteado las ideas y discursos de cada partido, asegura que no se inclina por ninguno. Sin embargo, siendo el toreo su vida y preocupándose por su futuro, cree que esta práctica está desamparada en la política y aquel que la asegura de forma firme, pública y sin tapujos, es el partido de Abascal. Fran Rivera, Morante de la Puebla y Ortega Cano no están solos en su voto «útil y justo», pues El Niño de la Capea, Vicente Ruiz el Soro, Javier Vázquez, el Campanilla y Manolo Méndez también acudieron a la comida mallorquina de VOX, informa Concha García.