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Nieves Álvarez: «Mucho tequila tendría que tener en el cuerpo para que Pablo Iglesias me convenciera»

La modelo y presentadora habla de política, de sus hijos, del misterioso mexicano que le ha robado la soltería –«Nos estamos conociendo», afirma– y de la época más «top» de su carrera

Nieves Álvarez
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La modelo y presentadora habla de política, de sus hijos, del misterioso mexicano que le ha robado la soltería –«Nos estamos conociendo», afirma– y de la época más «top» de su carrera.

Su gente cercana la conoce como Núvola, en el colegio es la mamá de Bianca, Adriano y Brando, y para los que la invitan a eventos como decoración es Nieves Álvarez. Ahí se equivocan porque la modelo, presentadora y diseñadora de moda infantil es la demostración perfecta de que ser guapa no tiene que ir irremediablemente asociado a ser tonta. Si a los hombres les impone por su físico, ella prefiere que no se le acerquen «porque cobardes no quiero», asegura. Una de las imprescindibles en las listas VIP no cae epatada ni por el brilli ni por los apellidos compuestos porque su madre le enseñó que los amigos se cuentan con los dedos de la mano «y, a veces, sobran». Este año repetirá dando las puntuaciones de Eurovisión y será la encargada del «Guaoyomini, ciro point». Y aunque lleva seis años presentando el programa de televisión «Flash Moda», los nervios no han desaparecido: «El año pasado me dieron una pastilla por los que tenía de hacer Eurovisión».

–¿Qué es lo que más le gusta de una tienda de ultramarinos?

–Los recuerdos, porque de ahí vengo yo. En el ultramarinos de mis padres pasé muchas horas de mi vida, vendí mucho en la caja los sábados. Me gusta rebuscar en las estanterías porque yo he marcado mucha lata.

–¿Marcar latas fue su primer sueldo?

–No, mis padres no me pagaban nada. Iba allí porque en la familia todos ayudábamos. Creo que he visto trabajar tanto a mis padres que cuando me dicen que soy muy trabajadora lo veo como normal. A mí nadie me ha regalado nada.

–¿No le chocaba el tiempo que les tomaba a sus padres conseguir lo que a usted le daban por una jornada de trabajo?

–Me parecía surrealista, que el mundo era dispar, pero también vivo de una profesión donde la mujer está más valorada que el hombre y ganamos más que ellos. He tenido la suerte de trabajar en la época en la que se creó el fenómeno de las «top» y de aprender al lado de los grandes maestros de la moda. Los de ahora son sus sustitutos.

–A sus 44 años, ¿sigue desfilando en la Alta Costura con Stephen Roland?

–Nos conocemos desde que él era el diseñador de Jean Louis Scherrer y siempre ha sido muy fiel a sus modelos. Es una historia de amor eterna. Siempre me pregunta, cuando llega la Alta Costura; «¿Nieves, quieres volver?» Y yo le digo: «Stephan, por qué me llamas si tu ofrecimiento es un regalo».

–¿Después de 25 años, le sigue sorprendiendo ser Nieves Álvarez?

–La primera sorprendida soy yo y me sonrojo. Creo que una de las cosas por las que sigo aquí después de tanto tiempo es porque no he perdido la pasión por mi trabajo y siempre he mantenido los pies en la tierra. Soy Nieves, la cercana y normal, y luego existe Nieves Álvarez, a la que conoce un montón de gente, y esa es otra, es una que sale en las revistas. Yo me transformo y me creo mis personajes. Delante de una cámara creo a una mujer distinta, que no soy yo.

–Una de las dos Nieves va a las bodas de Estado y a los palacios...

–Ahí va la Nieves de verdad, no voy invitada en un cupo, sino porque me conocen. No voy a decorar mesas a las bodas y a los palacios. Tengo un gran sentido del humor, me río muchísimo de mí misma. Es mi mejor secreto de belleza, reírme de mí, por eso digo que no decoro mesas.

–¿Ahora estamos viendo una Nieves menos perfecta?

–Hay quien dice que soy mojigata o aburrida, pero cuando voy a un photocall o a un evento estoy trabajando, ¿debería hacer el imbécil? Pues no. Siempre se tiende a utilizar el término clásico como algo peyorativo, cuando lo clásico es lo más moderno porque es lo que perdura. Cuando tengo que hacer la juerga, la hago la que más, soy la última que se va a dormir.

–¿En el colegio la «top» pierde su identidad para ser la mamá de Bianca?

–Y cuando mando los Whatsapp nunca escribo: «Soy Nieves Álvarez». Pierdo mi identidad para pasar a ser la mamá de Adriano, de Bianca o de Brando. Y si vengo de un trabajo muy vestida o maquillada, antes de recogerlos me cambio porque si no mis hijos me regañan: «Mamá, no vengas así». O cuando las niñas me piden autógrafos, ellos se tronchan porque dicen: «Pero si es mi madre, qué hacéis»

–¿Sufrió acoso en su época de «top»?

–De tonta tengo poco y nunca me propusieron algo que me hiciera sentir incómoda. Tan solo un fotógrafo me pidió hacer una determinada foto, me planté y le dije que eso no lo hacía. Tampoco me han ofrecido drogas, que las hay. Creo en la igualdad del hombre y la mujer, no creo en los cupos y no es justo que una mujer pierda oportunidades por ser madre.

–¿Ha sacado la bandera al balcón?

–No necesito poner ninguna bandera en mi balcón porque la llevo en la frente. Siempre he sido una gran defensora de mi país y cuando me preguntaban si era rusa, les contestaba rotunda: «Soy española, de Madrid». Me encanta que saquemos las banderas y que la gente se sienta orgullosa de ella y de ser de un país maravilloso, diverso y con una inmensa cultura.

–¿Su divorcio es un fracaso o una oportunidad?

–¿Por qué va a ser un fracaso? Es una experiencia que ha merecido la pena. Tengo tres hijos que son mi tesoro y no soporto que me digan que tengo una mochila, siempre contesto que la mochila la tendrá esa persona porque yo tengo tres regalos y, cualquier persona que aparezca, se va a llevar un regalazo. Mi divorcio no es un fracaso, es una etapa cerrada para dar comienzo a otra.

–Y esa época que comienza, si es con un mexicano, forradísimo y generoso, pues mejor, ¿no es así?

–La gente suele saber más cosas de mí que yo misma. Es una etapa de mi vida ilusionante y también con miedos porque de pronto estoy sola y me digo: «Ahora, ¿qué hago?». Pero he descubierto muchas cosas que, por miedo o porque me relajaba en otra persona, no sabía que tenía. En mi vida profesional soy un todoterreno y jamás tengo miedo, aunque en la personal tenía más dependencia, pero es que han sido muchos años.

¿Pero existe el mexicano?

–(Risas). Bueno, ha salido demasiado pronto la noticia. No es nada del otro mundo y aún es pronto, nos estamos conociendo. Llevo tres años divorciada y la gente se extraña de no verme al lado de un hombre. Ahora me dan la enhorabuena: «Núvola, ya has encontrado». Como si me vieran como una mujer desesperada. Desesperada no estoy. No soy una mujer que necesite una relación. Necesito cariño, pero me lo pueden dar mis hijos, mi familia o mis amigos.

–¿Le molesta hablar de la situación política en la que vivimos?

–No, y me hace gracia que alguien critique que una modelo dé su opinión. La doy porque soy ciudadana española, pago aquí mis impuestos, voto y tengo el derecho a opinar. Claro que me preocupa la situación y la imagen que dan nuestros políticos. Se están cargando una profesión que era respetable. Cuando ostentas cierta posición, qué tienes ya que demostrar, para qué necesitas un máster si no lo has hecho. Aún así, creo que Cifuentes es una gran política y ha pedido disculpas.

–¿Usted ha decorado su curriculum?

–Sería difícil decir que he desfilado con Jean-Paul Gaultier sino lo hubiera hecho porque las fotos están ahí, aunque ahora con eso del Photoshop podría recortar mi cabeza y pegarla en los desfiles que quisiera, ja,ja,

–¿Imagínese que Pablo Iglesias le convence?

–Imposible, mucho tequila tendría que tener en el cuerpo para que suceda algo así, aunque no tengo ningún problema en sentarme con él para hablar.