El desafío independentista

¿Saben qué haría yo si fuera Rajoy?

¿Saben qué haría yo si fuera Rajoy?
¿Saben qué haría yo si fuera Rajoy?larazon

Estoy como una pánfila dando vueltas a diferentes temas de los que me apetece escribir, pero me bloqueo, ya que en mi cabeza prevalece todo lo ocurrido en Cataluña desde mi última crónica. Es tal la velocidad de los hechos y el cúmulo de información que no puedo abstraerme de ellos. Siempre creí que los catalanes eran gente seria, pragmática y, sobre todo, personas que rechazaban toda actitud que no respetase la legalidad. El domingo vimos algo que nos dolió en el alma a todos los españoles y también a muchísimos catalanes, que no se han dejado fanatizar ni engañar por una panda de iluminados irresponsables que han llevado a la confusión y al caos a muchos ciudadanos. Lo que ocurrió el domingo con esas elecciones de chirigota fue una chapuza máxima en la que podías votar donde te diese la gana y cuantas veces fuese necesario, hasta el punto de que si un señor de Madrid que estaba pasando allí el fin de semana le divertía la idea de votar también podía hacerlo. Unamos a esto la enorme traición de los Mossos, que dejaron a la Policía Nacional y a la Guardia Civil solos ante la algarada y la turba que impedía que se cumpliesen las órdenes del Tribunal Constitucional para evitar un referéndum que era la culminación de un golpe de Estado. El panorama era bochornoso y triste. No voy a entrar en detalles morbosos y propagandísticos que dieron una mala imagen en el exterior para regocijo de los independentistas. Si esta desobediencia que quebranta el orden constitucional y, por tanto, es un ataque directo a la democracia, hubiese sucedido en Francia no quiero ni imaginar de qué forma tan fuerte hubiésemos visto reprimir a la gendarmería a los sediciosos.

El intento de golpe en Cataluña está dejando otras lecciones sobre el totalitarismo que intentan ejercer los separatistas en el tejido social catalán, sobre todo en la escuela, donde el nacionalismo centró ya hace décadas su labor de proselitismo para que, al menos, dos generaciones hayan sido educadas en el odio a España.

Por fin, el martes, «El discurso del Rey» (título de una buena película), que puso los puntos sobre la íes de forma rotunda y al menos nos reconfortó. Estos acontecimientos tan nefastos han conseguido despertar un inmenso patriotismo que parecía aletargado en millones de españoles que han salido de las catacumbas y mañana, junto a miles de catalanes de bien, se manifestarán por las calles de Barcelona. Como decía alguien, esta película es un drama pero terminará bien. Otro de los acontecimientos que entre tanta tristeza me ha hecho sentirme muy bien fueron las palabras de Albert Rivera en el encuentro que organizó LA RAZÓN el jueves. Fue impecable, habló con enorme claridad y sentido de Estado diciendo lo que muchos queríamos oír: «A qué espera Rajoy para poner en marcha medidas si Puig-
demont declara la independencia». Para mí, Rivera es nuestro «Macron español», es la ilusión y un soplo de aire fresco sin flecos de corrupción. En contraposición, tenemos al actual líder del PSOE, Pedro Sánchez, que solo tiene un proyecto. Y no es de sociedad, ni de nación, ni siquiera de partido, sino de gobierno. Más exactamente, de presidencia, de poder, eso es lo único que le interesa, sentar sus posaderas en La Moncloa. De cualquier forma, si nace esta nueva República estaría muy empobrecida con la huida a otras autonomías de sus bancos y empresas más importantes.

¿Saben lo que yo haría si fuese Rajoy ? Suspender el Parlamento de Cataluña y convocar elecciones en la legalidad, con una Junta Electoral y todas las garantías. Pero eso a la CUP no le gusta... ¿Por qué será?

En el apartado «dolce vita» me encantó la ponencia de mi amigo y fantástico maquillador David Francés en la presentación de su libro «Guía práctica de maquillaje». Hoy me pintaré los morritos rojos para ir a ver el estreno de la opereta «Cantores de México» con mi querida Rossy de Palma de diva protagonista. ¡Madrid sigue siendo una fiesta!