Estados Unidos

Suzy Favor Hamilton, de atleta olímpica a prostituta de lujo

Participó en tres Juegos Olímpicos, era un promesa de EEUU, pero una mala carrera en Sydney y una medicación por un trastorno de bipolaridad desató otra vida: «Para mí el sexo fue mejor que correr»

Suzy Favor Hamilton, de atleta olímpica a prostituta de lujo
Suzy Favor Hamilton, de atleta olímpica a prostituta de lujolarazon

Rubia, ojos azules, la gran promesa de Estados Unidos en los Juegos de Sydney. Mucha gente recuerda aquella carrera de 1.500 metros, en la que Suzy Favor, la favorita, comenzaba a perder puestos y sufría una aparatosa caída. La medalla olímpica, que no había conseguido en tres citas olímpicas (1992,1996 y 2000), se esfumaba al igual que el anhelo por dedicarle la presea a su hermano Dan, maniáco-depresivo, que un año atrás se había suicidado. Problemas psicológicos que no le eran ajenos.

Tras Sydney, avergonzada, se aisló en Wisconsin. No quería que nadie la reconociera, embutida la mayoría de las veces en un sombrero. Años después de su retirada, confesó que la presión internacional, la ansiedad por ganar y compensar a su hermano y a un país donde era una leyenda universitaria del mediofondo, le llevó a fingir el traspié en la final cuando vio que perdía la cabeza de la carrera y la posibilidad de podio.

En pleno éxito deportivo, poco más se conocía de la vida personal de Suzy Favor, más allá de su matrimonio con Mark Hamilton (del que adoptó su segundo apellido), un abogado al que conoció en la universidad, con el que hoy sigue, pese a ser el único que sabía de su doble vida desde el principio y la sufrió en toda su extensión, ya que Suzy llegó a proponerle tríos salvajes con sus mejores clientes.

Precisamente, su marido fue quien varias veces la urgió a pedir ayuda psicológica, consciente del trastorno bipolar que sufría, lo que le hacía ser muy perfeccionista, compulsiva en sus comportamientos y reacciones e incluso a lidiar con desórdenes alimenticios porque la rival que le había ganado era más delgada que ella.

Problemas en su matrimonio, la depresión postparto de su única hija o el fracaso deportivo le llevaron a buscar ser la mejor en algo más. Algo que la medicación por bipolaridad le servía en bandeja, ya que aumenta el deseo sexual. «Ya en Sydney me prostituía y cada vez me gustaba más jugar con fuego. Era una completa adicta al sexo. Mi voluntad de ser la mejor en la pista fue reemplazada por mi deseo de ser la mejor en la cama», asegura Suzy Favor en la autobiografía que acaba de publicar titulara «Chica rápida, una vida huyendo de la locura».

En el libro, la ex atleta y una de las tres mejores mujeres de compañía de Las Vegas, bajo el sobrenombre de Kelly Lundy. Cobraba 600 euros por hora y 6.000 por un día completo. A estas alturas, en las que uno de sus clientes rompió la confidencialidad y la delató, pues Suzy siempre contaba quién era, no pretende pasar por víctima ni que la puritana sociedad estadounidense la comprenda. El libro le ha servido de terapia para superar los deseos de suicidio por ver su doble vida saltar a los medios de comunicación. «Toda la culpa es mía. Yo fui la única responsable. Para mí el sexo fue mejor que correr. Me incliné por el escorting porque me daba mecanismos para lidiar con momentos muy difíciles en mi vida y matrimonio. Era una vía de escape. No espero que la gente me entienda, pero las razones para hacer esto tuvieron sentido en una época. No puedo enfatizar lo suficiente lo arrepentida que estoy. Aprecio el apoyo que he recibido de mi familia y amigos. Espero hacer las paces para volver a ser una buena madre, hija, esposa y amiga», explica Suzy Favor.