Familia

Un día en la vida de George Michael y Kenny Goss

Su ex pareja ha concedido su entrevista más reveladora, en la que muestra la otra cara de la leyenda del pop

George Michael y Kenny Goss
George Michael y Kenny Gosslarazon

Su ex pareja ha concedido su entrevista más reveladora, en la que muestra la otra cara de la leyenda del pop

Las vidas de George Michael y Kenny Goss se cruzaron en un restaurante de moda de Los Ángeles. Corría el año 1996 cuando el cantante se encontraba en la cima del éxito y Kenny despuntaba como hombre de negocios. Surgió un amor entre ambos que duró 13 años, marcados con constantes altibajos que acabaron con la relación en 2011. El pasado 25 de diciembre un Goss destrozado lloró la pérdida de su ex pareja: «Le he querido mucho, mucho. Era una parte muy importante de mi vida y tengo el corazón roto», explicaba a un medio. Ahora el empresario destapa todos los secretos de su convivencia con el cantante en una entrevista concedida al diario «The Sun».

El George de los escenarios, con un ejército de fans a sus pies, dista mucho del hombre del día a día: «Le gustaba estar en casa, a puertas cerradas», afirma Goss. La pareja era propietaria de varias viviendas en St Tropez, Los Ángeles, Dallas y Londres, así como la del Támesis, donde el artista perdió la vida. «Fuimos más felices en la casa de campo en Inglaterra. A George le encantaba estar allí. Nos levantábamos a las nueve de la mañana y pasábamos dos o tres horas charlando en pijamas, que su hermana Melanie nos regaló para Navidad», recuerda Kenny.

Los desayunos del artista consistían en una taza de té acompañada de un tazón de cereales similares a los «Coco Pops», que sacaban el niño que llevaba dentro. «Comentábamos cosas que escuchábamos y las noticias. George era verdaderamente inteligente», rememora. «Sin embargo, le gustaba ver la televisión todo el tiempo, sobre todo telenovelas, mientras comía un helado, y estar tumbado en la cama», algo que hacían por separado, ya que cada uno tenía su propia habitación.

Kenny se rio al recordar que «ninguno de los dos sabía cocinar». Por ello muchas veces optaban por comer fuera, sobretodo en McDonald's, que era uno de los restaurantes favoritos del cantante porque «le gustaba todo lo que engordaba», asegura.

A pesar de contar con una larga trayectoria en la música, la superestrella sentía aunténtica vergüenza al ensayar delante de los suyos, según Kenny: «Tenía un estudio en casa, pero nunca lo usó. La única vez que compuso fue en el baño, completamente solo. Nunca cantaba en la ducha o en el coche, le daba tanto apuro que ni siquiera me interpretaba sus temas antes de presentarlos. En casa ni me daba cuenta de que era cantante».

Que la pareja se quería era un hecho. Así lo demostraban las múltiples muestras de cariño que se dedicaban en público. Nunca se soltaban de la mano e incluso se lanzaban besos el uno al otro. «De vez en cuando me daba un regalo, pero sabía que lo había pensado en el úlimo momento. Solían ser coches. Todavía tengo uno en Dallas, del que no me desharé nunca, un Range Rover Sport». Con tanto amor decidieron comprometerse, aunque nunca llegó el ansiado «sí, quiero», quizá por el trauma del cantante tras perder a su primer novio, Anselmo Feleppa a Aids, en 1993 y a su madre en 1997. «Cada vez que salía por la puerta se preocupaba por mí», dice Kenny.

Espiral de excesos

Las adicciones marcaron la vida de George y, por ende, la de Goss, quien trató de ponerles fin tirándolas muchas veces por el retrete: «Encontraba las drogas y las tiraba por el inodoro, pensando: “Si me deshago de ellas, no conseguirá más”», confiesa Kenny. Él mismo observaba cómo la estrella consumía a diario cocaína, éxtasis y cannabis generando una muerte anunciada de la relación y del icono del pop: «Lo veía fumando hierba todo el tiempo. Me enfadaba con él porque no quería que estuviera en ese estado».

Muchos fueron los intentos para salvar aquella relación: «Nuestro psiquiatra nos animó a permanecer juntos. Aún así le pregunté si debía dejarle y me miró a los ojos y dijo: “Creo que usted es la única razón por la que George permanece vivo”». Pero nada se pudo hacer contraaquella espiral de excesos que provocaron la ruptura de la pareja. «Ojalá nunca nos hubiéramos separado, pero las cosas habrían tenido que cambiar o los dos estaríamos muertos», afirma el empresario de 58 años.

En 2008 el compositor fue detenido por posesión de crack en el norte de Londres. Seis años después pasó 18 meses en rehabilitación en una clínica de Suiza. «No fui a verlo y muy poca gente lo hizo», asegura Kenny. «Muchos estaban esperando el día de su muerte», añade.

El artista se aisló de los suyos a excepción de Goss, a quien todavía le quedaban mensajes por enviar. Un romance que parecía no tener fin a pesar de que Michael rehiciera su vida con el líbano Fadi Fawaz. «No era un hombre perfecto, pero tenía un gran corazón. Hizo mucho bien en el mundo», dice Kenny, que está decidido a mantener viva su memoria con la Fundación Goss-Michael, creada por ambos hace 10 años, destinada a causas benéficas. «Siento que tengo la responsabilidad de mantenerlo vivo», concluye.