Hollywood

Una mujer de 34 años para un amante de las adolescentes

Actuaron juntos en «Delitos y faltas», entre otra docena de películas
Actuaron juntos en «Delitos y faltas», entre otra docena de películaslarazon

El tiempo agranda las diferencias, pero, ¿qué pudo unir a un pesimista patológico con una optimista pasivo-agresiva? Parece ser que el amor entre Woody Allen y Mia Farrow tuvo una importancia relativa. La pasión, si la hubo, cedió ante la comodidad y la amistad. Nada que ver con el amor desatado por su segunda esposa, la humorista Louise Lasser, o el romance con Diane Keaton, ambas bastante excéntricas. Keaton dijo que tenía fama de «loquita». Un aspecto que debió fascinarle también de Mia Farrow. Tras la ruptura con Keaton, invitó a Farrow a su fiesta de fin de año, a la que siguió un largo cortejo. Su relación sentimental fue afianzándose con el rodaje de sus primeras películas juntos, «La comedia sexual de una noche de verano» (1982) y «Zelig»(1983), hasta convertirse en su musa hasta 1993. Once años de una relación atípica y doce películas juntos, entre las que se encuentran las mejores de los tiempos de madurez del director. El mismo Allen reconoció que no podían ser más opuestos en todo. A ella le gustan los restaurantes sencillos y a él los caros; Mia vive rodeada de niños y animales, y Woody odia las mascotas. A ella le encanta la naturaleza y viajar a países exóticos, y Allen no quiere salir del East Side neoyorquino, adora la ciudad, y Central Park es lo más cerca que se siente del campo. Otra contradicción es que se enamoró de una mujer de 34 años cuando él siempre ha preferido las quinceañeras como Mariel Hemingway y Juliette Lewis. Desde el comienzo de su relación dejaron muy claro que cada uno tendría su propia vida. Residían en pisos enfrentados en Central Park y aunque se veían a diario y salían a cenar y a la ópera, cada uno dormía en su apartamento. Nunca fue una relación convencional. Ella cuidaba de los numerosos hijos propios y adoptados en su mansión con una criada y numerosos animales: gatos, chinchillas, periquitos y peces tropicales. La misma donde Woody Allen rodó «Hannah y sus hermanas» (1986). En su fabuloso ático duplex de la Quinta Avenida, el director preparaba sus nuevas películas que protagonizaba Mia Farrow: «La rosa púrpura de El Cairo» (1985), «Días de radio» (1987) y «Maridos y mujeres» (1992), el año de su ruptura. Todo hace pensar en una relación de personas adultas que buscaban el equilibrio emocional en la amistad. Una relación atípica basada en el respeto personal y la colaboración profesional. Eso les permitía evitar las molestias de la convivencia y los agobios del matrimonio. Kristine Groteke, la cuidadora de los niños de Mia, declaró que en 1991 no tenían apenas contacto: «Vivían como suspendidos en una nube de indiferencia. Nunca los vi besarse. Ni tomarse de la mano, ninguna muestra de cariño». Prueba de que entre ellos solo había una relación cómoda, escasamente libidinosa, es que Farrow seguía viéndose en secreto con Frank Sinatra y Allen ha reconocido que los años de su matrimonio con Soon-Yi son los más felices de su existencia.