
Naturaleza
Investigadores revelan un nuevo tipo de “ecología electrostática” en animales diminutos
La naturaleza desvela un depredador inesperado: un gusano parásito que se lanza por el aire para cazar insectos, aprovechando la electricidad estática que generan las alas de sus presas para un salto casi infalible

En la naturaleza operan fuerzas invisibles que, a pesar de su sutileza, modelan de forma decisiva la vida de los organismos. Una de las más sorprendentes es la electricidad estática, un fenómeno que hasta ahora pasaba desapercibido en el estudio de las interacciones ecológicas. Sin embargo, su papel es tan relevante que ha dado lugar a un campo científico emergente conocido como «ecología electrostática», que investiga cómo estas cargas eléctricas rigen las relaciones entre los seres vivos y su entorno. Este fenómeno es un claro ejemplo de cómo la naturaleza esconde secretos fascinantes, al igual que sucede con el misterioso brillo de los océanos, producido también por millones de diminutos seres vivos.
Un ejemplo asombroso de este fenómeno se encuentra en un diminuto gusano nematodo, el Steinernema carpocapsae. Este parásito ha desarrollado una estrategia de caza que desafía la lógica: es capaz de saltar por los aires para interceptar a insectos en pleno vuelo, realizando una proeza para su tamaño al cubrir distancias de hasta 25 veces la longitud de su propio cuerpo. A simple vista, podría parecer un acto de magia, pero el secreto reside en una ley fundamental de la física. Entre sus posibles presas se encuentran diversos artrópodos voladores, incluyendo algunas especies como la temible mosca parásita que también protagoniza interacciones biológicas extremas.
Pero este salto no es un acto de fuerza bruta, sino de pura estrategia electrostática. El simple aleteo de un insecto genera un campo eléctrico a su alrededor que puede alcanzar varios cientos de voltios. Dicha carga induce otra de signo opuesto en el nematodo que espera pacientemente, creando una fuerza de atracción invisible entre ambos. Un modelo científico demuestra que una carga elevada, de unos 800 voltios, combinada con una brisa suave, eleva la probabilidad de que el gusano alcance su objetivo hasta un 80 %, un éxito casi imposible sin esta ayuda.
Un cazador implacable al servicio de la agricultura
De hecho, una vez que el gusano consigue aferrarse a su presa, el desenlace para el insecto es letal. El nematodo libera en su interior unas bacterias simbióticas que le provocan la muerte en menos de 48 horas, descomponiéndolo desde dentro para alimentarse y reproducirse. Este mecanismo biológico convierte al parásito en un depredador de una eficacia formidable.
Esta eficacia mortal, precisamente, no ha pasado desapercibida para el ser humano. El Steinernema carpocapsae se ha convertido en una valiosa herramienta biológica para la agricultura moderna. En lugar de recurrir a pesticidas químicos con un impacto negativo en el ecosistema, muchos agricultores emplean a este gusano como un agente de control de plagas, una solución natural y sostenible para proteger los cultivos de forma respetuosa con el medio ambiente.
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