Historia
En el 67 yo era un niño
Desde un lejano día de ese año me sentí fascinado por la moda, cuando vi a una maniquí posando en La Alhambra de Granada con un vestido de Oscar de la Renta que cambió sutilmente mi destino
Desde un lejano día de ese año me sentí fascinado por la moda, cuando vi a una maniquí posando en La Alhambra de Granada con un vestido de Oscar de la Renta que cambió sutilmente mi destino.
Ese año 67 yo era un niño, así que no me enteré del espectacular Monterrey Pop Festival en California, en el que unos 200.000 jóvenes deliraron, nunca mejor dicho, con las más rutilantes estrellas de la música ligera..., como se decía entonces. Otis Redding, Jimi Hendrix, The Who, The Byrds, Jefferson Airplane o Janis Joplin, muchos años después una de mis debilidades musicales, protagonizaron otro récord de aquel «verano del amor» fascinado por el Flower Power. El movimiento hippie empezaba a tener las grandes dimensiones que le recordamos. Sus seguidores creían ciegamente que todos los problemas del planeta se solucionarían aplicando sencillamente su lema: «Haz el amor y no la guerra». Yo, entonces un niño, recuerdo aquel año porque Karina estaba todo el día cantando «No, no somos ni Romeo ni Julieta, ni morimos con las flechas del amor»... Seguramente mis amigos mayores sí se enteraron que los Rolling Stones sacaron «Their Satanic Majesties Request», su nuevo álbum, también psicodélico y muy parecido conceptualmente al «Sargent Peppers» de los Beatles, pero sin su inigualable portada, ellos vestidos de sargentos vintage y rodeados de estrellas de Hollywood. Ahí están Marilyn Monroe, Marlon Brando, Bob Dylan, Marlene Dietrich, Oscar Wilde, Stan Laurel y Oliver Hardy. Ustedes me permitirán el pequeño desliz de incluir a Oscar en una redada donde le habría encantado estar.
En la novena edición de los premios Grammy, Frank Sinatra consigue los premios a la mejor grabación del año por «Stranger in the night» y al mejor álbum por «Sinatra: A man and his music». El Grammy a la mejor canción se lo lleva John Lennon y Paul McCarthy por «Michelle». En España «Los chicos con las chicas» de Los Bravos y «Lola» de Los Brincos, para más señas la canción del verano, me recuerdan lo sencillo que entonces era ser feliz.
Monserrat Caballé interpreta una memorable «Tosca» en el Gran Teatro del Liceo y en la Ópera de París, el primer «striptease» hace su aparición en el ballet «Bacchus et Ariadne» de Michael Descombey. La historia mitológica reflejada en la vida moderna mediante un «ballet provocación». El público sustituyó durante diez minutos los preceptivos aplausos por sus sonoros abucheos y pitidos. En la exhibición de la Caballé, los atónitos espectadores no supieron si aplaudir o reír a carcajadas la gracia, pues nuestra soprano en el papel protagonista, al apoyarse en la silla que requería la escena, descubrió que estaba rota. Ni corta ni perezosa, la cogió y la envió volando a los bastidores, sin cambiar un milímetro su gesto ni la afinación de las notas que exhibía su portentoso chorro de voz.
El 3 de diciembre de aquel lejano 1967 el profesor Christian Barnard implanta por primera vez un corazón a un ciudadano sudafricano que tenía una enfermedad cardiaca incurable. El 23 de diciembre nace Carla Bruni. El 28 de octubre había venido al mundo Julia Roberts, también el 28, pero de septiembre, lo había hecho Mira Sorvino. El 2 de marzo moría José Martínez Ruiz, Azorín. El 10 de junio, Spencer Tracy; el 29 de ese mes, Jayne Mansfield; el 7 de julio, Vivien Leigh; el 9 de octubre, André Maurois; el 17, PU-YI, último emperador chino; el 21 de noviembre, René Magritte. Las naciones unidas declaran el 67 «Año Internacional del Turismo». Comienza a crecer la única industria donde los españoles podemos ser la potencia mundial número uno si algún «iluminado» no se empeña en destrozarlo.
Recuerdo un reportaje de Henry Clarke para el «Vogue» americano, que alguna revista ilustrada española de la época puso en mis manos, donde se incluía una modelo posando en La Alhambra de Granada. Un vestido de Oscar de la Renta, que siempre pensé que era de Elio Berhanyer, cambio sutilmente mi destino. Desde ese lejano día de 1967 me fascina la moda. Ingrid Bergman, Rita Hayworth, Ava Gardner, Lauren Bacall, Marilyn Monroe, Audrey Hepburn, Grace Kelly, Liz Taylor y algún otro icono de esa belleza venida de los cincuenta dan paso al cuarteto paradigmático de los sesenta. Veruschka, Françoise Hardy, Jane Birkin y Twiggy –el otro montón de huesos– continúan, con permiso de Brigitte Bardot, Edie Sedgwick, Candice Bergen y Marisa Berenson, la eterna búsqueda de una definición de la belleza moderna. Había nacido el futuro, De repente, todo el mundo quería ser flaco, inocente, divertido, joven. De junio de ese año es la primera audición de «All you need is love». Efectivamente, 1967 no pudo ser más premonitorio.
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