Televisión
Televisión espontánea... pero sin glamour
Tras nueve años y cientos de episodios de «Saturday Night Live», Elizabeth Stamatina Fey, más conocida como Tina Fey, decidió proponer a la NBC una serie sobre un programa de televisión. A pesar de que en un primer momento la propuesta no convenció a la cadena, cuando la guionista y actriz decidió que ese programa sería del estilo del popular «show» en el que había trabajado, logró el visto bueno. Nacía entonces una de las series de televisión más longevas sobre el medio, «30 Rock», que en España se emitió, y se maltrató, con el título de «Rockefeller Plaza».
Ambientada en los propios estudios de la NBC en Nueva York, situados en el Rockefeller Center, la comedia se centró en la guionista principal del programa de humor «TGS con Tracy Jordan», y en sus relaciones con los guionistas, los actores y el personal de la cadena con el que trabajaba cada día. Y en su peculiar relación con Jack Donaghy, el controlador ejecutivo de la cadena, que no deja de proporcionar quebraderos de cabeza a la bienintencionada creadora. Aunque no será el único, porque si por algo se distingue el mundo de la televisión es por dar cobijo a seres de todo tipo y condición, que siempre esconden algún tipo de particularidad.
Para empezar, Liz deberá lidiar con la continua lucha que mantienen Jenna Maroney y Tracy Jordan. La primera era la estrella del programa, y por eso se llamaba «The Girlie Show», hasta que llegó el segundo, que trajo consigo el ligero cambio en la denominación. Ambos se consideran así mismos estrellas del medio, y por ello se creen con derecho a que la cadena, la misma que les paga sus millonarios sueldos, además les consienta todos sus caprichos. Que en numerosas ocasiones terminan siendo motivo de disputa entre Maroney y Jordan.
En la sala de guionistas, la situación es mucho menos tensa, pero no por ello más organizada. A pesar de que Pete siempre está cuando Liz necesita que le echen una mano, su torpeza suele pasar factura a la guionista. Que también sufre las disputas verbales de Frank y Toofer, dos de los guionistas del equipo. Pero sin duda los mejores momentos los dan sus reuniones, programadas o no, con Donaghy, en las que ambos no tardarán en dar rienda suelta a su sinceridad y su embaucadora verborrea. Aquí juega un papel importante el rol Lemon como mujer trabajadora, tanto en el mundo de la televisión como a nivel de crecimiento personal.
Así que además de conformar una divertida producción, en la que la imagen de la televisión pierde glamour pero gana en espontaneidad, «Rockefeller Plaza» es una comedia encabezada por una de las mujeres más relevantes de la comedia y la televisión norteamericana, que se ha preocupado por tratar temas trascendentales para las mujeres de su generación y las venideras. Como guinda al delicioso pastel televisivo que es «Rockefeller Plaza», Fey se rodeó de verdaderas estrellas a lo largo de siete temporadas. Cantantes como Jon Bon Jovi, Adam Levine, Sheryl Crow y Elvis Costello, estrellas cinematográficas de la talla de Julianne Moore, Robert De Niro o Matt Damnon y rostros de la televisión como John Slattery («Mad Men»), Michael Sheen («Masters Of Sex») o Kelsey Grammer («Frasier») formaron parte de un elenco tan extenso como inigualable.
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