Flamenco

José Mercé: «¿Te crees que se puede felicitar a un compadre por whatsapp?»

El cantaor está todo el verano de gira y ya prepara un disco de duetos de pop para el otoño. Mientras, está un poco quejica ante una España que olvida e ignora sus tradiciones, como el flamenco y los toros

José Mercé: «¿Te crees que se puede felicitar a un compadre por whatsapp?»
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Pinturero, como siempre, José Mercé vive en un estado, no sé si estacional como el verano, de estupefacción y cabreo jondo: por la situación del flamenco, por cómo es la vida ahora... Eso sí, no pierde la sonrisa ni tampoco ese andar por la vida como un vecino más. Nos cita en «Mi hermano y yo», donde empieza el día con un cafecito y la entrevista se va aderezando con uno, y más de diez, «hola José, adiós José», que le dicen los parroquianos mientras él saluda levantando el brazo. Después, otro cigarrito, y a seguir con la charla.

–¿Qué palo flamenco utilizaría para España, quizá un quejío?

–Tiene un quejío pero muy gordo. Se están quitando un montón de festejos públicos. Este verano está siendo de locos. Con los cambios políticos, en los ayuntamientos, te cancelan una actuación porque la habían contratado los del partido que ya no está en el poder... un canchondeo, señorita. Será que utilizan el dinero que empleaban en los espectáculos para otra cosa. Y luego los bancos... ¿tú te crees que me quieren cortar el agua porque dicen que no he pagado el último recibo cuando lo hago por transferencia? Es que si uno quiere puede estar enfadado todo el día.

–A usted le gusta mucho jugar al mus. ¿A quién le echaría un órdago?

–A esos que dicen que saben y mandan en el flamenco y al Ministerio de Cultura, que nos hace muy poquito caso. Hay una ignorancia total sobre nuestra música. Cualquier otra que venga es más importante que el flamenco, aunque peguen unos chillidos horrorosos ya son muy buenos. Es que no lo entiendo. En ocasiones he pensado en dejarlo, de verdad, pero esto es como el veneno.

–Hablaba antes de las nuevas corporaciones municipales. Sabrá que también la han tomado con los toros, prohibiendo las corridas en pueblos y ciudades con gran tradición.

–No lo entiendo. Yo qué sé, será por intereses políticos o porque les ha dado por ser más papistas que el Papa. A mí la Fiesta Nacional me parece un arte, pero es que tampoco saben en qué consiste lidiar un toro. En eso son un poco ignorantes. Tienen cinco años de vida y ya está, cuando los cumplen o se quedan para semental o los matan, no hay más. Otra cosa son esas burradas que se hacen con los morlacos como tirarlos al agua, o la fiesta del Toro de la Vega.

–¿No será que lo ven un símbolo españolista?

–Yo en esas tonterías no me meto porque es una pérdida de tiempo, pero es una tradición muy importante. Es como si quisiesen quitar el flamenco. No se dan cuenta, o sí, y es lo que les fastidia, que el flamenco y los toros son marca España. También es verdad que no se ha educado a la gente joven para que aprecie y sepan valorar lo suyo. Insisto con el flamenco: aquí nuestra música siempre va al mismo sitio, a Radiolé. En otoño voy a sacar un disco de duetos de música pop y no sé dónde se oirá, si en Radiolé o en Los 40 principales. A ver cómo lo catalogan los que saben de esto, pero creo que tienen muy poco oído. Aquí te tienes que morir o que te suceda algo muy fuerte para que se enteren de quién eres. Mira lo que pasó con Paco de Lucía. Mucha representación oficial, pero nunca se le hizo un homenaje en vida. Los flamencos sí que le venerábamos. Me acuerdo que una vez don Andrés Segovia llamó a los guitarristas de flamenco «guitarreros». Paco le contestó: «Puede, pero la diferencia es que yo puedo tocar ‘‘El concierto de Aranjuez’’ cuando quiera y usted nunca va a saber hacer lo mío».

–Le veo que está con ganas de bajarse de este tren de vida.

–No es eso. Reconozco que el mundo ha evolucionado y que las tecnologías son un gran avance, pero al tiempo nos han quitado mucho corazón, mucho alma. La sociedad se ha vuelto muy fría. A mí me gustaba más la de antes: la de hablar de tú a tú, mirándote a los ojos nos decíamos «te quiero» y no cómo ahora, que con un mensajito del WhatsApp este ya lo hemos solucionado. ¿Tú te crees que puedes felicitar a un compadre de toda la vida a través del móvil? En el mundo del disco pasa igual: yo quiero grabar con todos los músicos en el estudio, no que me manden el tema desde su casa. ¿Pero qué es eso? Lo que yo deseo es que estemos juntos trabajando, que discutamos, que nos lo pasemos bien.

–Noto que tiene cierta nostalgia por los viejos tiempos.

–Mire, yo llegué a Madrid en 1969 y esta ciudad era una feria siempre. Los tablaos flamencos estaban llenos, quedabámos todos los días y lo que ganábamos nos lo gastábamos en ver a los compañeros, en comer, en beber. Pero llegó la mierda de la droga y lo fastidió todo. He visto a grandísimos artistas autodestruirse por la maldita heroína y me daba mucha fatiga. ¡Cómo jugaron con toda una generación hasta cargársela!

–Usted es madridista. Convendrá conmigo que la renovación de Sergio Ramos ha sido el fichaje del verano para el Madrid.

–Es que tenía que ser así. No esperaba otra cosa, aunque con el fútbol nunca se sabe.

–¿Siente nostalgia de Iker Casillas?

–Tendría que haber terminado su carrera en el club porque es una leyenda del Real Madrid, el mejor portero que hemos tenido y seguramente uno de los mejores de la historia. Lo va a demostrar en el Oporto.

–Si hubiese sido futbolista, ¿a quién elegiría?

–Yo iba a pedir poquita cosa... Me gustaría haber sido Zidane, ¡ja, ja, ja! O Guti, su arte con el balón era demasiado. Me gustan los jugadores con la raza y el carácter de Sergio Ramos. Para ser de Segunda División yo no sirvo.