Recetas
Disociada: Alimentos incompatibles
Su planteamiento lo inició en 1911 el cirujano William Howard Hay. Consiste en determinar qué alimentos tenían que ser consumidos por separado y en qué momento del día debían tomarse al basarse en que las proteínas necesitan un medio ácido para digerirse, lo contrario que los hidratos de carbono, que precisan un medio alcalino, de ahí que no recomiende mezclarlos en una misma comida.
Lo bueno
- Está enfocada, sobre todo, a ser «hipocalórica». Desde esta perspectiva, si el balance calórico diario es inferior y teniendo en cuenta que cuanto más dure la práctica de la misma, mayor será el efecto, el déficit calórico sostenido en el tiempo puede provocar esa pérdida de peso buscada. Por otro lado, este tipo de dietas consiguen funcionar por la monotonía en las comidas, puesto que eliminan una gran cantidad de alimentos, lo que lleva a comer menos por aburrimiento. Su efecto da resultado por el volumen calórico total.
Lo malo
- La idea de separar proteínas y grasas de hidratos de carbono carece de sentido, puesto que nuestro sistema digestivo cuenta con mecanismos tales como enzimas digestivas, ácido gástrico (ácido) y secreción pancreática ( alcalina), que se encargan de digerir los alimentos para que no tengamos que hacer frente a este dilema. Por otro lado, la creencia de que podemos evitar la mezcla de dichos macronutrientes necesita de imaginación, dado que los alimentos no son puramente hidratos de carbono, proteínas y grasas, sino, en muchos casos, una combinación de ellos. El hecho de eliminar alimentos produce déficit de vitaminas y minerales, además de provocar adaptaciones metabólicas, que puede llevar a un aumento de peso posterior.
La nota: 3
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