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El conde Neudorf o el archiduque Luis Salvador de Austria Toscana

Le tomaron por un parado y tuvo la suerte de que le ofrecieran un puesto de picapedrero a 3,5 dólares por día

Llegó a emplear su alias hasta en documentos oficiales como su propio testamento
Llegó a emplear su alias hasta en documentos oficiales como su propio testamentolarazon

El archiduque Luis Salvador de Austria-Toscana era hijo de Leopoldo II, gran duque de Toscana, y de su segunda esposa María Antonia de Borbón–Dos Sicilias. Su afición a viajar y escribir de los lugares que visitaba le llevó a Mallorca, donde acabaría instalándose, convirtiéndose en casi un mito de las Baleares. Sus ahijados, Luis Salvador, Luisa María Magdalena y Luis Antonio, hijos del mallorquín Antonio Vives, le llamaban «Teoto». En su primer viaje a aquella isla, en 1872, utilizó, con la autorización del emperador Francisco José, título de incógnito de conde de Neudorf.

Frecuentó la biblioteca del Instituto Balear de Segunda Enseñanza, que dirigía Francisco Manuel de los Herreros, en el edificio jesuítico de Montesión. Repasó manuscritos e incunables y al pedirle el bibliotecario su nombre para el libro de visitas, dejó una tarjeta donde se leía: «Ludwig, Graf von Neudorf». Bartolomé Muntaner, jefe de la biblioteca provincial de Mallorca, acostumbraba anotar los nombres de los visitantes, y solicitó del acompañante del joven extranjero con quien había estado varias veces que le indicase el nombre del viajero pero no pudo proporcionarle otros datos que lo que sus tarjetas daban a conocer: «Ludwig, Graf Neudorf», es decir, «Luis, conde Neudorf».

Bajo este alias estuvo en Nueva York en 1881. Le tomaron por un parado buscando trabajo, teniendo la «suerte» de que le ofrecieran el de picapedrero a 3,5$/día. ¡Si hubiesen sabido que en ese viaje se había gastado más de 50.000 francos! En otra ocasión, en Sicilia, en 1896, el jefe del puerto de Gravosa oyó a la gente de Ragusa comentar que un miembro de la casa imperial había atracado su yate, el Nixe. Subió a bordo, para ponerse a su disposición. Allí encontró a cierto caballero que iba de compras con dos marineros, vestido como los demás. «¿Dónde puedo encontrar al capitán?», le preguntó el jefe de puerto. «Yo mismo». «Oí comentar que a bordo se encuentra una personalidad de elevado rango». «No es cierto, aquí todos somos iguales», fue la escueta respuesta del capitán archiduque, conservando así el incógnito. Paseando por Ragusa iba en el pescante, mientras que en el interior del coche iba su séquito. La comitiva era objeto de la curiosidad de los transeúntes. Dos de ellos entablaron la siguiente conversación: «–Ese que va sentado junto al cochero, tiene que ser el cocinero. –¿En qué lo ha notado usted? –Pues en las muchas manchas que tiene su traje».

Luis Salvador utilizó el nombre de Neudorf en su primera visita a Ibiza a bordo del Jaime I. Lo empleaba, hasta en documentos oficiales. En su testamento, por el que hacía heredero universal a su secretario y amigo Antonio Vives y Colom, le legaba su casa «de Niza, en la calle St–Philippe que va hacia St–Pierre–de–Terry y que pertenece a éste último, y que está registrada a nombre de L. Neudorf». Este nombre, que significa «pueblo nuevo», tiene para algunos un sentido simbólico, por el inquieto afán del archiduque de cambiar constantemente de horizonte. A pesar del incógnito, su séquito causaba impresión en las estaciones donde, al ver sus voluminosos equipajes, los empleados aplicaban las tarifas más bajas creyendo que eran cómicos. En cierta ocasión en un hotel no había suficientes habitaciones libres para hospedarles. Luis Salvador, tomado por un sirviente, propuso compartir él la habitación con su secretario, confundido a su vez con el archiduque. «– ¿Está seguro que S.A. querrá dormir con usted?», le dijo el dueño del hotel. «– Sí lo querrá: otras veces hemos ocupado la misma habitación».

Autodidacta

Luis Salvador fue un autodidacta excéntrico, escritor de vasta cultura, interesado por el arte y la ciencia. Dominaba el griego y el latín, el francés, el alemán, el inglés, el castellano y el italiano, y así hasta catorce. Era llamado por sus parientes «el sabio de la casa». Gran observador, minucioso, autor de muchas obras, como la monumental «Die Balearen in Word und Bild geschildert» (Las Baleares descritas por palabras e imágenes), dedicada al emperador Francisco José de Austria y magníficamente editada. Fue Hijo Ilustre de Mallorca y sus obras, escritas en alemán, fueron ampliamente traducidas. Le gustaba pasar desapercibido o que se le confundiera con algún familiar. A veces Vives le suplantaba. Si se cruzaba en sus viajes con otros príncipes de sangre real, reforzaba su incógnito para evitar alternar con ellos.

La fecha

Luis Salvador murió en el castillo de Brandeis, cerca de Praga, el 12 de octubre de 1915. Qué casualidad que falleciera el día de la Virgen del Pilar, patrona de España, el país que le acogió y al que tanto dio en sabiduría y bondad. Sus casas mallorquinas siguen siendo monumentos a su figura, aunque en manos diversas. Desde Miramar, la primera finca que adquirió, pasando por Son Marroig en Deià, Son Moragues en Valldemossa o S’Estaca, que regaló a su novia Catalina Homar, en todas dejó su impronta tras una vida plena.

* doctor en Historia