Papel
Cazando estrellas
Las pantallas con tecnología Realsense han revolucionado las lluvias de meteoritos y su visionado. Con tan sólo una de éstas, interactuar con ellas, como si de un juego se tratase, ya es posible
Las pantallas con tecnología Realsense han revolucionado las lluvias de meteoritos y su visionado. Con tan sólo una de éstas, interactuar con ellas, como si de un juego se tratase, ya es posible
Natalia, nombre no ficticio, lleva al menos 20 años trabajando para el cosmos. Claro que no es el universo quien paga su sueldo, pero ella considera que es él quien manda. Durante más de una década ha realizado tareas de divulgación científica para el Centro de Astrobiología, CAB, de Madrid (único centro independiente en el mundo), para el Gran Telescopio de Canarias y más recientemente para la ESA, la Agencia Espacial Europea gracias a un nuevo concepto en entretenimiento. La idea era muy sencilla. Los años le habían enseñado que la gente percibía el espacio como algo maravilloso, pero lejano. Y decidió acercarlo hasta la palma de la mano del público. El verano, al menos en el hemisferio norte, se había convertido en una época perfecta para ver las Lágrimas de San Lorenzo, una lluvia de meteoritos que comienza a finales de julio y dura un mes aproximadamente. Hasta 2017, muchos llevaban sus sillas a lugares sin contaminación lumínica para ver hasta 100 meteoritos danzar al unísono por el espacio. La idea le llegó cuando su hija de 2 años le pidió que le dejara tocar uno de ellos.
Natalia se puso manos a la obra para que las siguientes Perseidas, como también son conocidas, fueran únicas para su niña.
La NASA y la ESA se unieron para crear enormes pantallas transparentes y flotantes con tecnología Realsense que permitía interactuar con los objetos proyectados. Las primeras pantallas tenían unos 600 metros de ancho por 50 de alto, muy lejos de la de mayor tamaño en la actualidad, que mide 10 veces más y ha sido desarrollada por Intel. Hoy, ver las Lágrimas de San Lorenzo es una experiencia completamente distinta. Las agencias espaciales recurren a estas pantallas y a imágenes de archivo para hacer que los objetos aparezcan en tres dimensiones. Y, gracias a Ghost (Generic, Highly-Organic Shape-Changing Interfaces o Interfaces Genéricas Altamente Orgánicas y con Capacidad para Cambiar su Forma), concebido por universidades de Reino Unido, Dinamarca y Holanda, el público puede manipular los meteoritos, sostenerlos en la palma de la mano y hacerlos girar para verlos desde diferentes ángulos. Una vez satisfecha la curiosidad, basta lanzarlo nuevamente a la pantalla para que continue su órbita.
Estos avances han llegado también a los planetarios, en donde los pasillos simulan el espacio, con cámaras de vacío que reflejan la gravedad cero del cosmos y cuerpos celestes que pueden (y deben) tocarse. La obligación de tocarlos permite a los estudiantes y visitantes descubrir cómo sería nuestro sistema solar si la Luna o Júpiter estuviera más cerca de la Tierra o si se pudiera navegar por los anillos de Saturno. También es posible ver los cielos estivales cómodamente sentados en butacas inteligentes: cuentan con sensores que transmiten movimiento, golpes y hasta lluvia u olores, algo fundamental ya que, de acuerdo con las moléculas halladas, parece ser que el cosmos, si pudiéramos olerlo, tiene un tufo bastante desagradable.
Hoy ya nadie piensa que el espacio es algo lejano. O que el cielo es intocable. Y menos una niña que, cuando tenía dos años le pidió la luna a su madre. Y ella se la dio.
- Fuente: Las pantallas flotantes y transparentes son un concepto en el que está trabajando Intel, al igual que el Proyecto Ghost y las cámaras de vacío que simulan el entorno gravitatorio del espacio.
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