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Eléctricas que se pasan al turismo
El desarrollo de espacios autosuficientes energéticamente ha propiciado la marcha de las grandes compañías generadoras hacia la hostelería
El desarrollo de espacios autosuficientes energéticamente ha propiciado la marcha de las grandes compañías generadoras hacia la hostelería
Probablemente la idea original sea de una española: Esther Coma-Bassas. En 2014, esta arquitecta de la Universidad de Cardiff diseñó un prototipo de hogar, la casa Solcer, capaz de utilizar 144 euros de energía eléctrica, pero producir más de 250.
El sistema era relativamente sencillo. El hogar combinaba energía solar y baterías para acumularla y utilizarla más tarde. Entre ambas abastecían de energía eléctrica para calefacción, ventilación, agua caliente y todos los sistemas eléctricos. Los paneles solares acristalados se ubicaban en el techo de la casa, lo que permitía obtener buena luz natural durante el día. Se edificó en apenas 16 semanas y una de las claves resultó el aislamiento en paredes (de cemento de baja emisión de CO2) y cerramientos. El precio inicial fue de 1.430 euros el metro cuadrado, no mucho más caro que el de las viviendas de protección oficial de la época.
El modelo de construcción inspiró rápidamente a los hoteleros por dos motivos. Como explicaba Coma-Bassas, la casa Solcer fue diseñada «para ser replicable y económicamente viable, utilizando sistemas tecnológicos disponibles». Esto permitió que cualquiera pudiera acceder a los planos y los materiales en su país de origen. La segunda razón fue la ley del turismo global que, en 2020, forzó a la industria a reducir el impacto de las emisiones en un 45%.La construcción de hoteles, inspirados en esta innovación significó una drástica reducción en los gastos energéticos y las emisiones, tanto en la construcción de nuevos establecimientos como en el funcionamiento de los ya abiertos.
También el aumento de la eficiencia de las placas solares a la hora de convertir la energía solar inclinó la balanza. Hasta el 2015 los paneles más eficientes no eran capaces de convertir más del 50% de la energía del Sol y llevarla a la red eléctrica. Se comenzó a utilizar un sistema de fotosíntesis artificial para producir electricidad pero también para generar oxígeno puro, lo que permitía elevar las temperaturas de modo más rápido. Al mismo tiempo, los hoteles en la costa comenzaron a utilizar enormes boyas hinchables para transformar la energía mareomotriz, los hoteles de montaña se sirvieron de la energía de los aludes y de la capacidad de refracción de la nieve para colocar conversores en placas de hielo y obtener energía: lo que ahora conocemos como baterías de hielo.
En la ciudad, mientras tanto, se comenzó a utilizar baldosas que utilizaban la energía de las pisadas y la acumulaban. Cada paso generaba 7 vatios, pero instalados en el lobby de los hoteles, en la entrada de ascensores y en las cercanías de las principales atracciones, los millones de pasos diarios, sirvieron para acumular más energía aún.
Todas estas iniciativas propiciaron un cambio en las leyes de tráfico y consumo de energía y resultaron ser la causa de que muchas compañías eléctricas comenzaran a invertir en turismo creando cadenas de hoteles verdes que son los que ahora suministran energía a sus propias plantas.
FUENTE: Excepto por la ley «sancionada en 2020» todas las cifras son reales. La casa Solcer sí existe en Gales y fue diseñada por Esther Coma-Bassas. Sólo las baterías de hielo no existen, todavía.
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