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India Martínez: «Tengo el Goya en el salón porque pega con las cortinas»

Pasa el verano de concierto en concierto y deseando «que me sucedan cosas para transformarlas en canciones». Experta en fusionar distintos géneros musicales –aunque si muere por uno es por el flamenco–, no busca premios; sin embargo, tiene un «cabezón» de la Academia de Cine

India Martínez
India Martínezlarazon

Pasa el verano de concierto en concierto y deseando «que me sucedan cosas para transformarlas en canciones». Experta en fusionar distintos géneros musicales –aunque si muere por uno es por el flamenco–, no busca premios; sin embargo, tiene un «cabezón» de la Academia de Cine.

Son dos mujeres en un solo cuerpo. Una voz que sale del alma, con vida propia, que estremece, enloquece y enmudece. Una morena, con más alegría que pena, que cantando desde lo más profundo ha conquistado a medio mundo. India Martínez se pide un café al que no da ni un sorbo durante la media hora que dura una entrevista en la que fija toda su atención. Pasará el verano de concierto en concierto, con la gira de «Te cuento un secreto», su séptimo disco, al que «todavía le queda bastante recorrido». Sin embargo, la artista cordobesa, experta en fusionar distintos géneros de música, ya piensa en el futuro. «Me gusta vivir. Que me pasen cosas para transformarlas en canciones», asegura.

–¿La llamo India o prefiere Jennifer?

–En casa me llaman Jenni, pero ya estoy acostumbradísima a que me digan India. Lo considero mi nombre porque me lo pusieron de pequeña. Así que me puedes llamar como te dé la gana.

–¿Son la misma persona?

–Antes creía que no. Intentaba separar a India de Jenni, pero realmente las cosas que me pasan como Jenni las convierto en canciones que canta India. Cuando estoy en un sitio e intento ocultar a Jenni, India no es auténtica. Cuanto más se dan la mano la artista y la persona, más a gusto estoy. Me he dado cuenta de que son la misma persona.

–¿Cuál es su tribu?

–(Risas) La gente que me sigue, que me acompaña y que quiere estar a mi lado. Es decir, mis amigos, mi familia, mi perro...

–¿En Córdoba hay indios?

–Me fui de allí cuando era muy pequeñita, pero te aseguro que los hay en todos los lados. Vengo de un barrio muy indio hasta por los rasgos.

–Y a usted, ¿le gusta hacer el indio?

–Depende. Si es en plan cachondeo, sí. Intento pasármelo bien en cada momento. Me gusta el punto loco de la vida, no hacer el ridículo sin sentido. Soy formalita. No suelo meterme en líos, ni llamar mucho la atención.

–¿Qué ritmo elegiría para esta entrevista?

–(Piensa) Me gusta la música árabe e hindú. Hay varios artistas de Egipto, por ejemplo, a los que me encanta escuchar por lo que me transmiten, aunque a veces no entienda su idioma.

–¿Y si acompañara las preguntas con unas palmas?

–Si van al compás, me animaría contigo. Si no, me desconcentrarías y harías que no pudiera contestar bien (risas).

–¿Prefiere el flamenco o el pop?

–El flamenco, pero a la hora de hacer música me siento libre. Recurro al flamenco cuando lo necesito. No obstante, me muevo por muchos estilos, no solo por el pop. Me gustan los ritmos latinos, las pinceladas de country...

–¿A qué sabe ese cóctel?

–No lo sé. Yo canto lo que me apetece. No me gusta sentirme amarrada a un estilo concreto. Por eso ahora no canto flamenco clásico. Cuando me ato a un estilo, no me siento libre. Y yo no soy de etiquetas. De hecho, no sabría ponerle nombre a lo que hago. No es flamenco, ni tampoco pop.

–Pero usted es flamenca.

–El flamenco es mi idioma. Tengo la suerte de haberlo mamado desde niña, porque eso me permite entender otras músicas de raíz. Cuando nos juntamos gente de distintas raíces, aunque no comprendamos el lenguaje, nos ponemos a improvisar y todos nos entendemos.

–«Te cuento un secreto» es el título de su último disco. Cuénteme alguno, anda.

–(Risas) Es que cuando se cuenta un secreto deja de serlo.

–En este álbum se ha desnudado desde un punto de vista emocional. Pero, ¿por quién o qué se desnudaría?

–No me importaría desnudarme si con ello se acabara el hambre en el mundo o las guerras.

–Pasa el verano de concierto en concierto. ¿Y entre uno y otro?

–Me gusta entrenar y cuidarme. De hecho tengo un pequeño gimnasio en casa para hacer ejercicios funcionales que me mantengan en forma.

–¿Y no tiene ganas de ponerse el bikini?

–¡Claro! Me lo pongo siempre que puedo. Es más, tenía tantas ganas de ponérmelo que por primera vez en mi carrera, salgo con uno en un videoclip.

–De todas las estrellas con las que ha cantado y compartido escenario, ¿cuál ha sido la que más ha iluminado su camino?

–Me vienen varios nombres a la cabeza de los que he aprendido mucho. Pero últimamente me ha marcado Alejandro Sanz, con quien todavía no he grabado, aunque hemos cantado cuatro o cinco veces en directo. Es un maestro. Además, compartimos la afición por el flamenco.

–Decía de él Paco de Lucía que tiene la actitud de un músico, lo que facilita la comunicación...

–Desde luego. Hablando de Paco de Lucía, me queda la cosa de que nunca me acompañara a la guitarra, pero al menos pude quitarme la espinita. Coincidimos unas cuantas veces. En una de ellas, en San Fernando, me dijo que le cantara. No llegó a tocar, pero el hecho de poder cantarle y de que me lo pidiera me satisfizo.

–Camarón fue su referente.

–Tengo toda su discografía en casa. Las primeras alegrías y los primeros fandangos que me aprendí son suyos. Pero he intentado no beber de él en exceso, porque es demasiado influyente. Te absorbe totalmente. Hay quien se ha quedado estancado imitando su forma. La verdad es que era algo superior.

–Usted tiene un Goya en casa. ¿Le limpia el polvo?

–No te creas. Sólo me doy cuenta de que está ahí cuando viene alguien y me lo recuerda. Lo tengo en el salón porque me pega con las cortinas (risas) y con el verde agua de los cojines.

–También ha logrado varios discos de oro. ¿Brillan más?

–En realidad, ni medalla de Andalucía, ni discos de platino... No busco premios.

–Ni voz, supongo, porque de eso va usted sobrada...

–Lo único que pido es que me dure mucho tiempo.

–¿De dónde le sale?

–De lo más profundo de mi ser. Canta el alma. Por eso, cuando he tenido épocas en las que no estaba bien, no cantaba igual. La voz es muy sincera.

–¿Y a usted qué es lo que podría rompérsela?

–Algo que verdaderamente me duela, como la pérdida de un ser querido. El otro día vino a verme mi abuela a Granada. Me puse a cantar las coplas que me cantaba mi abuelo, que falleció en un atropello. La tenía delante, la miré, estaba emocionada. Yo me emocioné más todavía y, de repente, no salía mi voz. Recordarlo era bonito, pero me dolía tanto que mi voz se apagaba.

–¿Y la inspiración?

–Que me pille trabajando (risas). Normalmente, una se inspira en los momentos tristes, pero en este último disco ha sido al revés. Me he inspirado en la energía, en los mensajes positivos. Tenía ganas de reírme, de innovar, de meter ritmos nuevos. Me he dado cuenta de que la alegría inspira. Y además mucho.

–¿En qué piensa cuando canta?

–En algunos momentos del concierto pienso en dar la talla para que no se vaya nadie defraudado y en tocar el corazón de todos los asistentes. Sin embargo, cuando conecto no pienso en nada. Solo siento y me dejo llevar. Cada aplauso me emociona. Y cuando oigo que la gente canta me entran escalofríos, se me eriza la piel.

–¿Qué es lo que canta cuando nadie la escucha?

–Coplas. O granaínas.

–¿A quién le gustaría cantarle al oído?

–A cualquier persona sincera que pudiera emocionarse.

–Seamos sinceros, ¿prefiere un ole, de los de verdad, o un plato de salmorejo?

– Me lo estás poniendo muy difícil, eh. (Risas) Prefiero el ole sincero, pero que sepas que el salmorejo es mi plato favorito.

–¿Qué tal se lleva con la fama?

–Aprendemos a convivir con ella. Son muchos años. Y como ha ido todo tan despacio una se va acostumbrando.

–Se ve que mantiene los pies en la tierra...

–Intento rodearme de amigos y familiares que me digan las cosas. Pero también me gusta volar. Y en esta profesión es bonito volar con un rumbo claro.

–Pues usted ha acariciado el cielo con sus manos. ¿Cómo es?

–Me tiré en paracaídas y pienso repetir la experiencia. Es lo más parecido a volar. Mi cielo es dulce, aunque a veces duela por la distancia y por lo que dejas en el camino. Soy una persona que se nutre y que se queda con las cosas buenas. Perdono, pero no olvido. Y ese perdón es lo que me hace seguir adelante sin mirar a nadie con ningún trasfondo. Eso me hace feliz.

–¿Es usted más de playa o de montaña?

–De una playa o un río desértico, como el de mi último videoclip. En general huyo del bullicio. Busco los paisajes puros y que me transmiten paz.

–¿En qué playa la podríamos encontrar?

–En la de los Genoveses y la de Los Muertos, en el Cabo de Gata.