Grupos

Taburete: «Cuando empezamos no teníamos ni un duro. Las cuentas estaban bloqueadas»

En 2015, cuando vendían más sus apellidos, entre ellos Bárcenas, que sus canciones, les dejaron 2.000 euros para grabar «Tres tequilas»; dos años después, afianzados como estandartes del «pop pijo» nacional, le han dado la vuelta a la situación para convertirse en uno de los grupos de moda.

Antón Carreño (nieto de Díaz- Ferrán) y Willy Bárcenas (hijo de Luis Bárcenas) se han impuesto al peso de sus apellidos y han convertido el grupo Taburete en un fenómeno musical
Antón Carreño (nieto de Díaz- Ferrán) y Willy Bárcenas (hijo de Luis Bárcenas) se han impuesto al peso de sus apellidos y han convertido el grupo Taburete en un fenómeno musicallarazon

En 2015, cuando vendían más sus apellidos, entre ellos Bárcenas, que sus canciones, les dejaron 2.000 euros para grabar «Tres tequilas»; dos años después, afianzados como estandartes del «pop pijo» nacional, le han dado la vuelta a la situación para convertirse en uno de los grupos de moda.

Que Guillermo Bárcenas y Antón Carreño son hijo y nieto de tal y de tal (Luis Bárcenas y Gerardo Díaz Ferrán, para los despistados) ya se sabe. Son ellos los primeros en sacar el tema, incluso sin pregunta de por medio. Eso sí, aunque lo hayan dicho casi todo al respecto, evitan las alusiones directas. Que son «niños bien» también se sabe por mucho que se revuelvan: «No somos pijos por ponernos una camisa». Sin embargo, no es eso lo que les ha llevado a ser el grupo independiente que más rápido ha llenado el Palacio de los Deportes ni a agotar las entradas del Náutico de San Vicente en apenas tres minutos, entre otros, sino sus cantos a México, al alcohol y al poliamor fugaz. Música para «la joda», para los vicios. De «una noche mamados» surgió Taburete; podrían haberse llamado Altramuz, Voltereta o Guateque, pero el tequila decidió por ellos. Ahora ya se han hecho mayores, o al menos han reunido el dinero suficiente, para tocar la emancipación fuera del Barrio de Salamanca. «Va a ser una casa poco seria», decían; y, para desgracia de sus vecinos, lo han confirmado.

–¿Qué hacen en Madrid a mediados de julio? ¿No se van de vacaciones?

–Antón Carreño: Bueno, acabamos de llegar.

–Eso está mejor, ¿de dónde?

–Guillermo Bárcenas: De Formentera, pero ya estamos planificando un videoclip, el nuevo disco...

–¿Cómo va ese tercer álbum?

G.B.: Hecho, aunque no está grabado todavía. Pero tenemos que frenar un poco y parar el ansia.

–A.C.: Hay canciones.

–¿Entonces se acabó el verano?

–A.C.: No, todavía tenemos cosillas.

–¿No hay plan de ir de caza?

–A.C.: «Nah», nunca hemos cazado nada.

–Yo les he escuchado eso...

–G.B.: Fue una gilipollez, que no tengo filtro al hablar.

–A.C.: Fuimos al campo una vez y lo intentamos, pero nada.

–G.B.: Porque hago una receta de liebre «à la royale» acojonante y quería demostrarlo (risas).

–¿Quiénes son Guillermo y Antón?

–A.C.: Dos amigos.

–Les han llamado crápulas, pijos, juerguistas, educados... ¿Con qué se quedan?

–A.C.: Juerguistas, estamos en la edad y apetece.

–G.B.: ¿Crápulas? No sabemos lo que es...

–Ya daban pistas de ello sus canciones, que hablan principalmente, de la fiesta.

–G.B.: ¡«La joda»! Hay que disfrutar de la juventud, que luego se pasa y llegan los lloros.

–¿Cómo se llevan uno de 22 y otro de 27?

–G.B.: No hay diferencias. Somos igualmente inmaduros para unas cosas y maduros para otras.

–¿Dos mejor que tres?

–G.B.: Somos siete.

–Aquí delante tengo a dos...

–G.B.: Sí, pero porque a ellos solo les gusta tocar.

–Eran tres con Jokin...

–A.C.: Se fue cuando el tema empezó a ponerse serio porque no quería esto como forma de vida, pero estamos muy bien con él.

–G.B.: La música para Jokin era un «hobby».

–Veo que siguen llamándose de usted dentro del grupo.

–G.B.: Sí, y se va ampliando. Llega gente nueva que no lo usa y termina saliéndole solo.

–Se ha escrito que lo suyo es un «éxito desconcertante».

–G.B.: Lo es.

–A.C.: Hemos crecido muy rápido y sin apoyos.

–G.B.: Sigue siendo un misterio por qué gustan tanto las canciones de Taburete.

–Pues si no lo saben ustedes...

–G.B.: Estamos en un punto que saquemos lo que saquemos gusta.

–La gente de izquierdas a la que han enganchado se autosorprende: «Soy de izquierdas y me gusta Taburete», comentan.

–A.C.: Nunca nos hemos posicionado; nuestro familiares sí y por eso se presupone que somos de derechas, pero no somos más que un grupo de música.

–G.B.: Nos llaman fachas y pijos, cuando solo hacemos canciones a México, al alcohol y al amor. Todo viene de nuestro origen, que es el que es.

–¿Siguen leyendo las críticas?

–A.C.: Todas las que se pueden, hacen gracia. Hasta hemos puesto un rincón en la web.

–Justo, «El rincón del hater»: «Por lo que veo el dinero compra muchas cosas pero el talento musical parece que no», les escriben.

–A.C.: Cuando empezamos no teníamos ni un duro.

–G.B.: Es verdad, las cuentas estaban bloqueadas.

–A.C.: Para grabar el primer disco nos dejaron 2.000 euros.

–¿Se les ha tratado mal?

–A.C.: Los fans, no.

–G.B.: Sí.

–A.C.: La Prensa, que nos ha encasillado sin motivo.

–G.B.: Los «haters» en internet los entiendo, pero en la Prensa no, aunque me da igual. Lo que me toca las pelotas es que nos insulten los compañeros de profesión.

–¿Tienen mal rollo con Izal, Vetusta, Sidonie...? Por citar los que son más de su rollo.

–A.C.: No hemos coincidido.

–G.B.: Por ejemplo, con Café Quijano, Rosario y Hombres G nos llevamos fenomenal.

–¿Y qué pasó con Los chikos del maíz?

–G.B.: Nos llamaron ladrones y el otro día me di cuenta de que le habían cogido una base entera a Café Quijano. Así que ladrones ellos.

–¿Alguna crítica que les haya dolido o hecho pensar de más?

–A.C.: La de un fan al principio, que nos dijo que teníamos que reaccionar porque bebíamos de más. La gente pagaba por vernos y teníamos que cumplir. A partir de ahí cambiamos y ya no bebemos antes del concierto.

–G.B.: Las criticas se entienden, pero cuando el insulto es gratuito, no. Soy el primero que me río cuando hacen chistes de nosotros.

–¿Qué les molesta?

–A.C.: La gente falsa

–¿En qué están verdes?

–A.C.: En muchas cosas, y musicalmente, más.

–¿Y qué les preocupa?

–A.C.: Ahora mismo, nada.

–G.B.: Sí, lo evidente: el juicio...

–A.C.: Bueno, sí, lo de mi abuelo.

–G.B.: Hasta que no termine y se sepa qué pasa es nuestra preocupación y no disfrutaremos al 100%.

–Sus letras son despreocupadas, ¿de verdad se comen la cabeza?

–G.B.: Aunque esté triste, lo que me sale es alegría. Me cuesta contar mis penas, pero con el tiempo se cambia, este tercer disco es mucho menos fiestero.

–Se les acaban las excusas para salir... Por aquello de estar «trabajando».

–G.B.: No, no, seguimos. Estoy en una segunda juventud.

–«Se han olvidado a qué huele la Luna», cantan. ¿De qué se han olvidado Guillermo y Antón?

–G.B.: Del coche, tenemos una memoria «regulera». No te acuerdas de dónde lo has dejado..., pero ahora me porto bien, ya no lo cojo...

–¿Qué les ha enseñado el éxito?

–A.C.: A ser normal.

–G.B.: Que dependes de otras personas y te debes a ellas. Si no gustas... Hay que hacer lo que crees que tienes que hacer. (¡Voy a por un piti!).

–¿En qué momento dijeron «¡Coño! Valemos para esto»?

–A.C.: Cuando pasamos de vender 200 entradas a agotar el Teatro Barceló en dos días y se convirtió en un bucle.

–Dos álbumes: «Tres tequilas» y «Dr. Charas», todo vicios. ¿Siguiente?

–G.B.: (Ya estoy aquí) «Madame ayahuasca».

–¿Qué es...?

–A.C.: Un rito del Amazonas. Utilizan unas plantas para curar lo que les carcome física y mentalmente. Una droga alucinógena.

–¿Recomendable?

–A.C.: (Risas) No lo hemos probado, pero lo haremos.

–Ya nos contarán. De momento, los discos seguirán siendo independiente, sin multinacionales, ¿no?

–G.B.: La gente se ríe cuando nos llaman «indies», que viene de independiente, pero sí, lo somos. Lo que pasa es que no hacemos el tipo de música que se identifica en España con «indie».

–Y en el camino, gira con Hombres G... Vuelta a escuchar que se une el «pop pijo», los «niños bien»...

–A.C.: Qué más da, que lo digan.

–G.B.: Parece que hay que respetar a todos menos al pijo. Veo artículos cagándose en los pijos como si les hubieran hecho algo. A mí me da igual que al concierto venga un hippie, un hipster o un punky. Quiero gente que venga pasarlo bien, a cantar y a participar en el karaoke.

–A su favor diré que han dejado el barrio de Salamanca por el mejor de Madrid: Príncipe Pío (me puede la tierra).

–A.C.: Gran barrio.

–Tienen fama sus fiestas, y eso que acaban de llegar.

–A.C.: (Risas) ¿Te ha llegado?

–Eso parece...

–A.C.: Pues sí.

–G.B.: Nos acabamos de independizar y con la emoción hemos hecho una semana, o varias, de bienvenida. Un día sin libreta te pasas.

–Quien sí ha estado es la Policía...

–G.B.: (Risas) Pero de eso no hablamos...

–A.C.: Fuera de casa no se oye nada, aunque a los vecinos de al lado sí puede que le retumbe la casa... No somos los mejores vecinos.

–Lo que manejan bien es el ratio mujeres-hombres en favor de las primeras.

–A.C.: (Risas) Hay muchas chicas.

–G.B.: ...Y muy guapas.

–Les vi preocupados por lo que dijeron en su día: «Resulta imposible mantener una relación estable con tanto viaje»...

–G.B.: Sigo en las mismas...

–A.C.: No es imposible, pero sí muy difícil.

–G.B.: Bueno, si aparece un amor arrollador... No, prefiero que no llegue (risas).

–Otra suya: «Con la gilipollez de que cantas te crees que puedes hacer cualquier cosa», Guillermo «dixit».

–G.B.: Lo decía en los inicios. Digamos que todo es más fácil. Otra pregunta, que no me quiero mojar.

–Es bueno mojarse en verano, pero... La última: en 2015 decían que no pretendían vivir como un rey, y sí sin ataduras. Van bien, ¿no?

–A.C.: Vivimos bien.

–G.B.: Hemos cumplido el objetivo.