Vacaciones

Mar Mediterráneo: Ana Milán, mejor en alta mar

Es su escapada perfecta, la que repite todos los años: navegar y navegar

Ana Milán disfruta en alta mar: «En el mar está la mejor versión de mí. Me cura de todo. Me hace relativizar»
Ana Milán disfruta en alta mar: «En el mar está la mejor versión de mí. Me cura de todo. Me hace relativizar»larazon

Es su escapada perfecta, la que repite todos los años: navegar y navegar.

Solo necesita un barco y el mar. Sentir el placer de dormirse con el mecer de las olas. Paz y libertad. Acaba de estrenar la segunda temporada de Paquita Salas, comienza en breve el rodaje de la tercera y además, sorpresa, está terminando el guion de su primera película: «Estoy muy orgullosa. Este verano lo acabo. Me estoy dando mucho tiempo porque los personajes a veces son muy caprichosos y vienen cuando quieren, pero cuando vienen lo hacen fuerte y mola. Espero que la dirija Joan Cutrina, que ha vivido todo el proceso de creación desde el principio». Y hablando de verano, para Ana sus vacaciones perfectas, su viaje soñado y cumplido cada temporada porque así se lo ha impuesto, es cualquiera que se desarrolle sobre el mar. «No me importa dónde.

Mi viaje es navegar. Y mira que lo he pensado antes de contároslo, porque he viajado mucho toda mi vida, he tenido esa gran suerte, pero en realidad, sentir la desconexión y la búsqueda de ti mismo, que es al final para lo que se viaja, lo encuentro en el mar. Ahora mismo he estado en Nueva York diez días, por ejemplo, y ¿me encuentro allí a mí misma? Pues relativamente. En Nueva York me encuentro Nueva York. Y en París, París. Pero cuando navego, me encuentro siempre a mí misma y se ha convertido en mi plan imprescindible. Es en lo que pienso cuando llegan las vacaciones». Ana insiste con pasión e incide en su conexión con el mar. «Es mi lugar favorito en la Tierra. Soy mediterránea, nací en Alicante y me he criado en la zona. Fíjate cómo será, que mis padres vivían en Almansa (Albacete) y mi madre se empeñó en ir a parir a Alicante porque sabía que yo tenía que ser mediterránea. Y así fue. Siempre se lo he agradecido infinito. Tengo debilidad por el Mediterráneo. A ver, el Pacífico me flipa porque es más calentito (ríe), es como un baño de spa, pero el Mediterráneo me pirra, me pierde, me enloquece.

Me encuentro. En el mar está la mejor versión de mí. Me cura de todo. Me hace relativizar todo. Y no te conoce nadie porque realmente no hay nadie, y eso es importante. Estás con tu gente en el barco, o sola, da igual, pero no es lo mismo que estar en otros sitios en los que estás más expuesta. Eso es un tesoro. Dormir fondeada... ¿Puede haber algo más delicioso que el mecer de las olas del mar? Después de eso no hay nada para mí. Nada igual. No necesito ir a ningún restaurante ni discoteca. Aunque si lo tengo que hacer, lo hago, claro. Pero es lo que menos me interesa. Lo mío es el mar». Perdida a conciencia por aguas del Mediterráneo fue como descubrió una de las travesías más bonitas que ha hecho: «Sorprendentemente no conocía Menorca. Y me gusta mucho reivindicar esto porque está aquí al lado y a mis 43 años de verdad que no lo conocía. Esa entrada en barco a Mahon y ver San Lazareto a la derecha me conmocionó. Único. La foto que os he enviado es justo de ese momento». Su gesto lo dice todo.