Historia
Animales voladores
Un gallo, un pato y una oveja se convirtieron en los primeros seres vivos en probar un invento que empezó a trazar el sacerdote portugués Bartolomeu Gusmao: el globo aerostático
Leo que estos días Airbus ha presentado un modelo de avión capaz de volar 4,5 veces más rápido que el sonido, con lo que podría conectar España y México en menos de cuatro horas. Y me viene a la mente que tal día como ayer de 1709 el ser humano sólo soñaba con levantar los pies del suelo unos cuantos metros a la velocidad de un caracol. Eso sí, aquello era una hazaña similar a la que supone hoy cruzar el Atlántico en un santiamén.
Fue un 8 de agosto de aquel año cuando el sacerdote portugués Bartolomeu de Gusmao realizó la primera prueba bajo techo de un globo aerostático impulsado por aire caliente. Tal demostración le valió a su autor, que llevaba meses estudiando el modo de lograr una ascensión artificial, una plaza de profesor en la Universidad de Coimbra otorgada por el rey Juan V de Portugal.
Antes que él, aún en el siglo XVII, el jesuita italiano Francesco de Lana-Terzi había teorizado sobre la posibilidad de que un hombre pudiera volar a bordo de una cesta con cuatro bolsas de vacío. Pensaba que la ausencia de aire debía ser más liviana que el aire y, por lo tanto, volar. Así que dibujó una suerte de barco volador que, en lugar de velas, llevaba esferas de cobre donde se haría el vacío. ¿Podría así volar la nao? Afortunadamente, no llegó a experimentarlo porque habría descubierto en sus propias carnes que la presión atmosférica aplastaría las livianas esferas sin aire.
Pero su trabajo fue pionero en la idea de que «algo relleno de una sustancia más liviana que el aire debería volar». El padre Gusmao recogió el legado. Y el 8 de agosto de 1709 convocó a parte de la intelectualidad portuguesa y al propio rey para exponer su modelo: un globo de papel grueso inflado con aire caliente era suficientemente poderoso como para hacer volar un cestillo atado a él. Como hacen las lámparas chinas al calor de las velas.
Gusmao había puesto las bases de la navegación aerostática con aquel sencillo experimento. Pero nunca llegó a fabricar un modelo a escala humana. Él se limitó a diseñar las primeras miniaturas de globo aerostático de la historia. Tres cuartos de siglo más tarde, los hermanos Jospeh y Etienne Montglofier cumplieron el sueño de Gusmao. Una mañana de junio de 1783 hicieron volar un globo de lino y papel inflado con aire a 300 metros de altura y lo desplazaron cerca de dos kilómetros. En septiembre de ese año, ellos mismos dirigieron el primer vuelo tripulado en globo ante los ojos de el rey Luis XVI y su esposa María Antonieta. La tripulación, por supuesto, no era humana: un gallo, un pato y una oveja fuueron los primeros seres vivos capaces de volar en globo.
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