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Nace la aspirina

El padre del ácido acetilsalicílico, Felix Hoffmann, lo descubrió cuando intentaba dar con un remedio para su padre que sufría terribles dolores reumáticos

Tras la I Guerra Mundial, Bayer perdió la patente del ácido acetilsalicílico
Tras la I Guerra Mundial, Bayer perdió la patente del ácido acetilsalicílicolarazon

El padre del ácido acetilsalicílico, Felix Hoffmann, lo descubrió cuando intentaba dar con un remedio para su padre que sufría terribles dolores reumáticos

El padre de Felix Hoffmann sufría terribles dolores reumáticos. Y como Felix Hoffmann era un reputado químico decidió dedicar buena parte de su investigación a encontrar un remedio que aliviara a su progenitor. Lo hizo, y de paso realizó una de las contribuciones más espectaculares a la lucha contra el dolor en toda la historia. Porque el 10 de agosto de 1897 presentó al mundo su invento: la aspirina.

Durante los primeros años del siglo XIX la ciencia había identificado en la corteza del sauce una sustancia capaz de aliviar ciertos dolores, el ácido salicílico. Pero el producto tenía un sabor repugnante y presentaba graves efectos en el estómago de quien lo consumía habitualmente. Hoffmann trabajó con esa sustancia en busca de una presentación segura, agradable y eficaz. En paralelo, investigó activamente en la búsqueda de un analgésico más potente que pudiera reemplazar a la morfina utilizada en la época pero sin generar adicción. La primera línea de investigación condujo a la síntesis en laboratorio del ácido acetilsalicílico, una versión artificial de la sustancia utilizada tradicionalmente a base de extracto de corteza de sauce blanco. Este ácido también se encentra en la planta de la ulmaria, de cuyo nombre científico (Spirae ulmaria) proviene el nombre comercial de Aspirina. Así fue como llamó al producto de Hoffmann la compañía Bayer, para la que trabajaba.

Pero los responsables de Bayer creyeron más en la otra línea de investigación de su ingenioso químico: la búsqueda de un sustitutivo de la morfina. Hoffmann y otros químicos de la empresa habían descubierto otra sustancia realmente eficaz extraída de la adormidera que pronto fue comercializada para combatir la tos y que Bayer patentó con el nombre de Heroína. En 1913, después de que la heroína formara parte habitualmente de las recetas de jarabes contra la tos y, a causa del gran número de casos de adicción, la empresa dejó de venderla.

La Aspirina corrió mejor suerte. Las sucesivas pandemias de gripe, especialmente la de 1918, convirtieron al ácido acetilsalicílico en fármaco de referencia contra la fiebre y el dolor. Tras la Primera Guerra Mundial, una de las cláusulas que el Tratado de Versalles impuso a Alemania fue la venta de las propiedades internacionales de Bayer. La compañía perdió la patente exclusiva del ácido acetilsalicílico pero el genérico «aspirina» fue el analgésico y antitérmico dominante en el mercado hasta la llegada del ibuprofeno, en los años 60 del siglo XX.