El preguntón

¿Qué tienen que ver las ranas con la batería del móvil?

¿Qué tienen que ver las ranas con la batería del móvil?
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Desde los tiempos de Tales de Mileto (entre los siglos VII y VI antes de Cristo), muchos filósofos y científicos se preocuparon por la electricidad sin saber definirla. Estudiaron el modo en el que algunos minerales como el ámbar, al ser frotados, atraían a cuerpos más pequeños. Se fascinaban por la capacidad de algunos animales, como ciertos peces, para producir descargas dolorosas. Quedaban intrigados por el fenómeno del fuego de San Telmo, un destello fluorescente que se veía en los mástiles de los barcos al atravesar tormentas.

Pero la verdadera naturaleza del fenómeno eléctrico no comenzó a entenderse hasta que dos físicos italianos empezaron a desarrollar sus experimentos.

Luigi Galvani (1737-1798) era médico y físico y estaba especialmente interesado en la naturaleza del «fluido nervioso» de los animales. Quería conocer cómo se transmiten las sensaciones de dolor, tacto o temperatura entre los seres vivos. Mientras investigaba descubrió por azar que, tocando el cuerpo de una rana disecada con un bisturí cargado eléctricamente, el animal se contraía. Definió así la naturaleza eléctrica de la comunicación nerviosa y pensó que las ranas generaban electricidad. Durante los años posteriores realizó todo tipo de experimentos con ranas sometidas a descargas eléctricas, incluso a rayos de tormentas, que sentaron las bases de la neurofisiología y, sobre todo, estimularon a otros muchos científicos de la época a seguir investigando sobre el fenómeno. Uno de ellos, Alessandro Volta (1754-1827), determinó que el causante de las contracciones de las ranas que su colega Galvani había presenciado no era un fluido generado por el animal sino una reacción química al poner en contacto los tejidos húmedos de la rana con dos tipos de metales (el gancho de la que pendían al diseccionarlas y la placa de hierro sobre las que Galvani las colocaba, por ejemplo).

Volta probó todo tipo de combinaciones posibles entre tejidos humedecidos y placas de diferentes metales. Utilizó incluso su propia boca para introducirse chapas metálicas y observar su reacción con la saliva. Finalmente descubrió que la mejor combinación para producir electricidad era la unión de plata, cinc y agua salada. Así fabricó la primera pila de la historia: una torre de 60 discos de plata, cinc y cartón impregnado de agua y sal. Con este invento revolucionó para siempre el mundo de la energía al permitir la conversión intencionada de energía química en energía eléctrica.

Desde entonces, las pilas han sufrido una enorme evolución. Hoy todos estos productos son prefabricados y estancos, y la tecnología ha ido mejorando a lo largo del tiempo hacia otro tipo de dispositivos que no solamente generan energía electroquímica sino que también son capaces de almacenarla. Es lo que llamamos acumuladores o baterías.

¿Cuándo se realizaron los primeros trasplantes de piel?

En 1932, el doctor E. Padgett, de Kansas City, anunció el uso de piel procedente de varios familiares para tratar a un paciente quemado que no contaba con suficiente superficie de piel sana para realizarse un autotrasplante. Pocos de los parches colocados duraron un tiempo significativo pero muchos lograron aguantar el lapso suficiente como para que el organismo comenzara a controlar la pérdida de fluidos y la infección y ganar tiempo para buscar más cantidad de tejido donante. En aquellos primeros intentos se descubrió que los injertos de piel procedente de familiares duraban más que los que procedían de donantes anónimos. Fue uno de los primeros hitos en el conocimiento de las bondades del intercambio de órganos entre gemelos univitelinos: cuanto mayor sea el parentesco genético, más difícil será el rechazo del órgano invasor.

¿Quién fue el inventor de los aerogeneradores?

El danés Poul La Cour (1846-1908) fue el primero en desarrollar cálculos matemáticos sobre la eficiencia de los generadores de energía eólica. Sus investigaciones teóricas se pusieron en práctica en un molino construido en Askov (Dinamarca). La Cour fue un gran experto en aerodinámica; de hecho, construyó su propio túnel de viento. Además, estaba muy preocupado por mejorar los sistemas de producción, transporte y almacenamiento de energía.