Bulgaria

Simeón Rylski o el Rey Simeon II de los búlgaros

Ha sido el único monarca europeo convertido en primer ministro de su propio país.

Simeón Rylski o el Rey Simeon II de los búlgaros
Simeón Rylski o el Rey Simeon II de los búlgaroslarazon

Ha sido el único monarca europeo convertido en primer ministro de su propio país.

Cuando el rey Boris III de los Búlgaros viajaba de incógnito adoptaba el título de Conde Rylski. Su viuda, la reina Juana, usó también el título de Condesa Rylski. Como tal se instaló en Alejandría en 1946. Allí alquiló una casa donde residió cinco años con sus hijos el rey Simeón II –llamado Sim en familia– y la princesa María Luisa. Ya la víspera de su partida al exilio, Juana había recibido en Vrana un pasaporte italiano a nombre de «Contessa Giovanna Rylski» y otros para sus dos hijos.

El nombre Rylski recordaba al ermitaño que fundó el monasterio de Rila (Bulgaria). Además, el primer centro docente al que asistió Simeón II fue la escuela Neofit Rylski. Con 14 años ingresó en el Liceo Francés de Madrid con el nombre de Simeón Rylski. En septiembre de 1958, fue admitido en la Academia Militar de Valley Forge, cerca de Filadelfia, donde se graduó como alférez. La mayoría de los alumnos eran centro y sudamericanos, lo cual ayudó a salvaguardar la verdadera identidad del cadete nº 6883 Simeón Rylski, que se definía a sí mismo como de origen europeo.

En la Academia le visitó el príncipe heredero de Grecia, Constantino, en visita oficial a Estados Unidos. Quisieron pasar un rato sin la supervisión de los agentes del FBI que acompañaban a Constantino. Éste logró aparcarlos en una cafetería mientras ambos almorzaban en un restaurante sueco. La historia divirtió mucho al presidente Eisenhower cuando la supo. Constantino conducía y tuvieron un leve accidente por una señora que no cedió el paso. La policía les pidió la documentación. Ninguno la tenía. Constantino dijo: «A las tres de la tarde van a aparecer las personas que me han acompañado de Washington. Uno es del FBI y el otro del Departamento de Estado. Yo soy el Príncipe Heredero de Grecia, estoy en visita oficial como invitado del señor MacNamara, el secretario de Defensa, y éste señor es mi tío el Rey de Bulgaria». Éste vestía el uniforme de la Academia Militar y el policía no creyó una palabra. Así que Simeón optó por identificarse como cadete Rylski. Ese gesto les salvó.

Cuando Simeón conoció en 1958 en el Club Puerta de Hierro, a Margarita Gómez-Acebo, su futura esposa, él se identificó como Rylski. Ella viajó a casa de una amiga en diciembre de ese mismo año y él le mandó una invitación para un baile que tendría lugar en la Academia con el remite del cadete Rylski. Margarita Gómez-Acebo lo recibió y preguntó a su amiga: «Oye y ¿quién es el chalado éste? Un americano que me invita a un baile... ¿por qué?».

También como hombre de negocios era Simeón Rylski y fue Simeón Borisov cuando resultó elegido Primer Ministro de Bulgaria. Sus hijos fueron inscritos en el Liceo Francés de Madrid con el apellido Rylski. «Mi padre consideró que era más anónimo», me decía Kardam de Bulgaria, quien me relató que el título de Conde Rylski, único título no regio en Bulgaria, equivaldría a «de Rila» o «habitante de Rila». Su hermano Kiril me decía que su progenitor pensó que sería mejor si en el colegio les consideraban emigrantes polacos más que miembros de la realeza europea. Tenían pasaporte italiano, pero restaurada la monarquía eligieron ser españoles y llamarse Sajonia-Coburgo-Gotha.

Su carácter

Políglota, culto, gran patriota –de una patria que no olvidó ni un solo instante durante su larguísimo exilio de medio siglo–, amable y gentil hasta el extremo, de una majestad natural, estricto con sus hijos, a los que educó en el amor a Bulgaria eligiendo para los mayores la religión ortodoxa, gran amigo de sus amigos, admirador de Don Juan Carlos y de su inestimable labor durante su fecundo reinado, Simeón II es el único monarca superviviente que reinó más allá del antiguo telón de acero. Y el único rey europeo convertido en primer ministro de su propio país.