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Lo sentimos, vuelve el turbo

Lo sentimos, vuelve el turbo
Lo sentimos, vuelve el turbolarazon

Seductor o vulgar, cómodo o, ¿decididamente exhibicionista? El traje de baño turbo es el atuendo ideal para lucir un cuerpo 10. Los iconos de belleza masculina marcan tendencia.

¿Lucirlo o no lucirlo? Esta es la cuestión que la moda masculina de este verano lanza como propuesta a todos aquellos hombres para los que, hasta ahora, era tan impensable enfundarse un traje de baño turbo como subirse a unos zapatos de tacón infinito por pura curiosidad. Y es que el heterosexual de libro, es decir, el hombre de toda la vida, es el más reacio a llevarlo por la simple y llana razón de que es consciente de que el «taparrabos» está hecho para musculosos de gimnasio y deportistas de elite. Una opinión, por otra parte, acertada ya que hay muy pocas imágenes peores que toparse con un paseante de orilla engalanado con el dichoso trajecillo, eso sí, escondido entre alguno de los múltiples michelines que conforman su enorme barriga.

Pero el fenómeno «turbo» está de moda y si hasta hace un par de temporadas tan sólo los «gays» eran el público objetivo del mínimo traje de baño, ahora es el «spornosexual» el que se anima a plantarse en el chiringuito escoltado por poco menos que medio metro de lycra. Para quién aún no conozca el significado de esta palabra de tintes eróticos, diríamos que sirve para denominar al nuevo metrosexual, es decir, a aquel hombre que se cuida por dentro y por fuera y que, además, disfruta exhibiéndose con seguridad y hombría en todo tipo de redes sociales.

Spornosexual proviene de dos términos ingleses, «sport» que significa deporte y «porn», o sea, porno. Para serlo, además, es necesario llevar algún que otro tatuaje o piercing, un corte de pelo absolutamente estudiado, una novia perfecta y, claro, unos músculos de caerse para atrás ¿Lo están visualizando? Sí, alguien así como Cristiano Ronaldo, a las 12 de medio día, a punto de pegarse un chapuzón en aguas de Saint Tropez. Él as del balón es, sin duda, uno de los gloriosos culpables de que el mínimo atuendo playero haya interesado a estos heterosexuales de nueva generación, a los que aman tanto a su cuerpo que no dudan en compartirlo allá donde se presenta la ocasión. «Los futbolistas se han convertido en los nuevos dioses del Olimpo, es decir, son el nuevo referente de imagen para el resto de los mortales y todos quieren ser como Ronaldo», afirma el gran sabio de la moda Pepe Reblet, editor de www.centromodaonline.com.

Y que algo se convierta en masiva tendencia es bueno, claro está, para los fabricantes. Uno de los grandes precursores del sector, Luis Mentado, Director Creativo de la firma XTG dice «Yo lo encuentro natural, en las Islas Canarias se han lucido de toda la vida. Y si bien es verdad que en un principio tanto en Canarias como en Ibiza era una prenda reservada para homosexuales, ahora hay mucha mayor demanda entre el resto de los hombres». También afirma Mentado que «gracias a los protagonistas de programas de televisión como "La Isla de los Famosos"o "Mira quién salta"las ventas se han avivado».

Prima el colorido

«La evolución también se ha notado en cuestión de colorido, estampación y materiales –comenta Antonio Sangoó, diseñador de Moda Cálida–, este verano hay un gran apuesta por los estampados de aire vintage y por los dibujos de tatuajes». En cuanto a los materiales, la lycra y la poliamida son los más vendidos y en cuanto a los nuevos efectos, el escarchado y la pata de gallo con relieve se llevan la palma. Hablando de clientela fiel, ambos creadores tienen claro que son los homosexuales los que aspiran a renovar su turbo cada temporada, con el fin de coleccionar diferentes modelos para poder lucirlos en sus playas fetiche: las de Gran Canaria, Ibiza y Sitches. El norte es, por el contrario, la zona de España dónde menos ventas se realizan y si los clientes se animan es para arriesgar fuera de sus ciudades de origen.

El caso es que la operación «turbo» ha comenzado y el asunto es, cuando menos, para ponerse a temblar... para bien y para mal, por supuesto. Porque no hay nada más deleitante que ver a un hombre bien hecho o, en su defecto, bien producido, a base de sudor y pesas tras muchas horas, días, meses o años en el gimnasio, como nada tan penoso como encontrarse de cara con «El abobinable hombre de la Costa del Sol» (1970), título de la mítica película española en la que nuestro querido Juanjo Menéndez lucía palmito, eso sí, muy escaso, armado de valor junto a la gran diosa de los años 70, Mónica Randall. A este respecto la actriz dice: «Un hombre con un cuerpo escultural es maravilloso con cualquier cosa que se ponga, pero a mi la braga náutica siempre me ha espantado».

Y eso que Menéndez, dentro de lo que cabe, no estaba mal del todo, me refiero, que el chico era lo que comúnmente se conoce como un «tirillas», pero ¿cómo se nos queda el cuerpo cuando vemos a lo más parecido a un cachalote en versión humana a punto de saltar del trampolín con su «turbo» como bandera? El corte de digestión del que mira está casi asegurado.

He aquí la determinante reflexión o cambio de parecer sobre el uso de la escueta prenda, es decir, ¿qué ocurre cuando un heteroxesual descubre que todas las horas que pasó durante el invierno entre mancuernas si han servido para algo? El profesor de semiología de la Universidad Complutense de Madrid, Jorge Lozano, opina que «primero, la moda es imitación. Segundo, que la culpa de que el turbo o cualquier otra prenda se ponga de moda la tiene el "selfie"y, en tercer lugar, que la imbecilidad de los humanos se reproduce como las esporas».