Jerez de la Frontera
Copla de dos meñiques tránsfugas
Quién le habría dicho a la alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, que los dedos meñiques de sus pies irían a ocupar el foco de la información nacional. Definitivamente, España es una pandereta. No se comprendería, si no, que el ciudadano medio sea mejor conocedor de los zapatos de la regidora que de las plataformas que necesita Jerez para corregir su situación de ciudad-estado fallida. Así está el patio. Y así la opinión pública: las redes sociales no son sino unas formidables herramientas de propagación de vulgaridades. Lo de Mamen Sánchez ha sido el último botón de muestra. Lo observado en la amplificación de las bajeras de la alcaldesa jerezana no es más que un capítulo más del actual espíritu del tiempo. Ya lo dejó dicho Chesterton, escritor católico e inglés, que un optimista es el que mira a los ojos; un pesimista, el que mira a los pies. Por esa regla, España ha de ser un puro agujero negro. Pero al compás de una sonaja, eso siempre.
Cientos de fotos
La nueva alcaldesa de Jerez de la Frontera, Mamen Sánchez (Jerez, 1968), socialista de cuna, fue investida el pasado sábado merced a los votos de Izquierda Unida y de la franquicia de Podemos. Hasta ahí la crónica política. Luego, en la zona inferior, se canta la copla de los pinreles. El eco provocado por la ya célebre foto no se ha frenado en calificativos como «meñiques de soplillo», «extraterrestres», «dedos retrovisores» o «reptilianos». Así hasta el infinito. Sánchez, sin embargo, se toma este revuelo con sentido del humor, qué remedio. «Después de lo sucedido, puedo decir que me conozco cientos de meñiques de este país: con durezas, separados del resto de los dedos; largos, cortos, retorcidos, etcétera. De repente vi cómo mi teléfono móvil se llenaba con decenas de pies y, la verdad, me he hartado de reír», dice al referirse a los cientos de fotos y mensajes recibidos en su cuenta de Twitter durante estos días. Aunque nada dolida con este acontencimiento pedestre, Sánchez no duda en defenderse de los chascarrillos en circulación: «¡Pero si tengo los meñiques colocados perfectamente junto a los otros! Simplemente sucedió que ese día encontraron un hueco para salir. Y salieron». En el fondo, a tenor de las palabras de la que ha sido durante una década diputada por Cádiz en la Carrera de San Jerónimo, va a ser que todo proviene de un trasfondo más hondo que el puramente incidental.
Nadie ha confirmado aún –la propia Sánchez no lo hace– que los suyos sean unos dedos populistas, dedos que se salen de los extremos de la extremidades. Se trata del transfuguismo de los meñiques, signo de la estabilidad de una legislatura que en el Ayuntamiento de Jerez, como en tantos otros del territorio nacional, se prevé incierto. Podría ser el mero anticipo de una copla a pie quebrado con menos rimas que ritmos. «El meñique también existe», salió al paso la alcaldesa en una de sus primeras respuestas al sucedido. Naturalmente que existe, lo que nadie ha podido adivinar aún es hasta cuándo. Desde luego, si sigue extendiéndose el uso de sandalias de plataforma del género de la jerezana, a los meñiques no les quedará más que la atrofia de apenas un par de siglos. ¿Que molestan los tacones? Pues que molesten. ¿Que incomoda un zapato prieto? Pues que incomode. «Antes muerta que sencilla», rezaba aquella canción popular cada vez más visionaria sobre lo que estaba por venir.
Eso sí, las sandalias de Sánchez tienen una paradójica intrahistoria: «Las estrené el día de mi boda. Estaba embarazada y me resultaron muy cómodas. Con el día que tenía, pensé, no sólo con la toma de posesión sino tener que recorrer siete pedanías, serían perfectas. Y van con todo», indica la alcaldesa, que dice no haberse reído tanto en mucho tiempo como lo ha hecho con la reacción producida por la foto de sus pies. «No creáis que esos dedos estuvieron así todo el día», advierte Sánchez entre sonrisas. «Fue que estuve sentada durante mucho tiempo y acabaron saliéndose de su sitio. No me di cuenta de que se habían descolocado; más tarde, en cuanto me moví, volvieron a situarse en su sitio», aclara. Toda mujer que quiera presumir de calzado entaconado, si no quiere someterlos a un ajuste más propio de un garrote vil que de un zapato, está sujeta al baile de dedos. El baile, cuando no es de los dedos, se centra enteramente en el alma. Lo mismo vale una bulería que una tarantela. Eso lo saben bien en Jerez, por cuyos mentideros ya recorre una chanza que hay quien denomina como desalmada: los cargos políticos, no podría ser de otra forma, van a volver a ser elegidos a dedo. Meñiques mediante, claro.
✕
Accede a tu cuenta para comentar