Moda

Custo, un piso en Italia

Los hermanos Dalmau acuerdan con el grupo italiano Aeffe producir y distribuir la marca desde el país pero seguirán al frente del diseño

Ágatha nos dice ¡Hola!, una fascinante vuelta de tuerca al «couché»
Ágatha nos dice ¡Hola!, una fascinante vuelta de tuerca al «couché»larazon

Los hermanos Dalmau acuerdan con el grupo italiano Aeffe producir y distribuir la marca desde el país pero seguirán al frente del diseño.

A Custo los italianos le han puesto un piso o, quizá, un rascacielos. El grupo Aeffe ha llegado a un acuerdo con los hermanos Dalmau para producir y distribuir desde Italia la marca. Se quedan al frente del diseño pero del resto se ocuparán los italianos. Quieren aclarar que no es una venta de la marca, que sigue en manos de los catalanes, pero sí de la gestión, distribución y producción. Su colección para la próxima primavera-verano seguirá siendo una selección de piezas inclasificables, como es habitual en la firma. Hay vestidos cortos acampanados y con aberturas estratégicas para que se vea el cuerpo. Los pantalones oversize son de talle alto, hay tejidos étnicos y técnicos, con sus inevitables flecos para animar piezas junto al brilli brilli y los metalizados. Como novedad, el uso del neopreno blanco con el bordado del eslogan de esta colección que, dada la situación, no puede ser más elocuente; «Je te quite» (te dejo) y punto. Aunque punto en Custo hubo poco.

Que a un diseñador un viaje le de ideas para hacer una colección es obvio, pero en el caso de Duyos nunca le pasó hasta ahora: «Me voló la cabeza cuando llegué a San José y vi esos edificios brutales, enormes masas compactas de hormigón y cristal en contraste con una orgía de vegetación». De ahí que su colección sea brutalmente colorista y sostenible con siluetas cuadradas y mangas inventadas entre filipinas y fuelle con el secreto de no tener ni una pinza. Las flores bordadas que cuajan las prendas están cortadas a láser, flecos como plumas de guacamayos y estampados que recuerdan la orografía del terreno a vista de pájaro. Como para él la artesanía es lujo, las joyas que aderezan su colección son de una mujer a la que sus vecinos la dejan en la puerta de su casa montañas de plásticos y ella con un cúter reproduce la vegetación de Costa Rica. También Roberto Diz asegura que su colección nació de un viaje de norte a sur de Portugal, que debió quedarse en Faro, porque al ser frontera con Andalucía le hace sacar los volantes. Con las redes de pesca hace vestidos de noche y con los dibujos florales de la artesanía lusa realiza telas para crear pantalones malla o vestidos vaporosos y largos. La figura la aprieta con un corpiño-pantalón que ajusta en los muslos porque su talle llega a media pierna, y, a continuación, muestra un traje pijama en seda con estampado de flores. No hay tendencia, sino muchas mujeres Diz.

Más urbanitas

El viaje de Hannibal Laguna es más urbano, por la Castellana de Madrid, donde gracias a los palacetes con jardín, hubo un tiempo en que las ranas vivían a sus anchas. Ahí nace la colección Chlorophill, que lógicamente es una oda al verde y a lo que pudieron ser esas tardes en la Castellana, con sus moradoras vestidas en sedas y vaporosos satenes, como la colección de Laguna. Luego aterrizaba la inundación del arco iris de Ágatha Ruiz de la Prada, que llegaba con un enigmático «Hola» con la misma grafía que la revista en sus camisetas de algodón y en las peinetas corazón de los moños de pelo, una vuelta al «couché» con cierto toque étnico. Torreta cerró la jornada con su reinterpretación del traje sastre masculino para la mujer. Esta vez añade bermudas al sastre femenino y se recrea superponiendo prendas con tejidos sostenibles japoneses.