Pasarela de Moda La Razón
La gran celebración de la moda de autor
En su décima edición, que tuvo lugar en el Gran Teatro Bankia de Príncipe Pío, la pasarela que organiza este diario reunió sobre un mismo escenario las creaciones de ocho diseñadores de renombre
En su décima edición, que tuvo lugar en el Gran Teatro Bankia de Príncipe Pío, la pasarela que organiza este diario reunió sobre un mismo escenario las creaciones de ocho diseñadores de renombre.
Ajenas al tráfico y al ajetreo de Madrid, el jueves por la noche cientos de personas se reunieron en el Gran Teatro Bankia Príncipe Pío para asistir a la décima edición de la Pasarela de Moda LA RAZÓN. Ocho diseñadores unieron fuerzas en esta ocasión para presentar un espectáculo único que buscaba celebrar una industria que ha crecido en España de manera estable desde 2015 y que además deja a la marca nacional en alto de cara al exterior. «Que un medio como este apueste por nosotros nos da la fuerza y energía que necesitamos para que nuestras colecciones se puedan exportar, que es nuestro fin», afirmaba Miguel Marinero. El diseñador asistió junto a sus hijos Inés y Nicolás, ella encargada de la comunicación de la firma y él, de la expansión internacional. En ese sentido, Hannibal Laguna también comentó que más allá del sector comercial, «quienes trabajamos en la moda de autor necesitamos de eventos de este tipo, que desde luego son muy plausibles». Ulises Mérida, por su parte, afirmó que «estoy encantado de estar aquí por segunda vez, y más al tratarse del décimo aniversario de la pasarela». Además, reafirmaba la importancia de que existan eventos que creen vínculos entre los creativos españoles: «Acciones de este tipo nos unen y para el que viene al espectáculo resulta enriquecedor porque ve una representación de cada uno». Una vez que los asistentes estuvieron sentados en mesas bajas tipo cabaret alrededor del escenario, dio inicio la noche con un espectáculo de «pole dance» que fue un derroche de fuerza y preciosismo y que forma parte de uno de los números que actualmente se pueden ver en el Gran Teatro Bankia.
Acto seguido comenzó el desfile. Cada diseñador presentó tres modelos de su más reciente colección, empezando por Ágatha Ruiz de la Prada, recientemente galardonada con el Premio Nacional de Moda, y que eligió tres vestidos muy representativos de su estilo alegre y colorido, pero que también eran un guiño al trabajo de Cristóbal Balenciaga. «Nos decidimos por estos modelos por sus formas escultóricas y exageradas, muy típicas de mi madre», comentaba Tristán Ramírez, que asistió al espectáculo en representación de la diseñadora. La segunda en tomar el escenario fue María Barros, cuyos diseños elegantes en tonos vivos, acompañados de grandes pamelas, dieron un toque sofisticado a la noche. «Creo que son las piezas más características de la colección porque siguen una coherencia en colores y líneas», comentaba Barros, que iba de rojo, a juego con el mono que abrió su parte de desfile.
Francis Montesinos eligió tres vestidos largos en tonos verdes y lilas de su colección Adán y Eva: «Me enamoré de la hortensia, la flor más bonita del mundo», comentaba sobre el estampado de los trajes. Por su parte, Ulises Mérida presentó diseños muy característicos de su estilo en los que el protagonista era la camisa blanca, que forma parte de una nueva colección limitada. Al ritmo de «Je ne veux pas travailler» desfilaron los glamurosos trajes de noche de Amparo Chordá, que entre lentejuelas plateadas y tonos nude con bordados a mano hicieron brillar la pasarela. Al glamour de Chordá le siguió el lujo sexy de Hannibal Laguna, que presentó, entre otros, un vestido «totalmente bordado en cristal sobre organza de color nude. La idea era dar esa imagen de mujer muy desnuda pero, a la vez, muy cubierta», explicaba el creador.
Miguel Marinero, que reinterpretó «Las meninas» de Velázquez para su más reciente colección, transportó a los invitados a los años setenta ataviando a las modelos con grandes gafas de sol, una capa de pelo con efecto plata y vestidos con un profundo escote en V. Albert Oiknine puso el broche de oro a la pasarela con sus elegantes caftanes en tonos como coral y aquamarina y bordados en dorado. Además, presentó un impresionante vestido blanco ajustado en la cintura por un cinturón tipo corsé y con detalles de encaje negro sobre la amplia falda.
Como acción solidaria relacionada con el desfile, Carmen Lomana donó un bolso edición limitada de Prada de su colección personal con el fin de recaudar fondos para la ONG Ningún niño sin techo, con la que colabora desde hace años. La organización, ubicada en Tánger, ofrece un hogar a menores en situación de riesgo o con discapacidades, a quienes da acceso a educación para que puedan convertirse en profesionales. De hecho, Lomana comentó que ya uno de ellos ingresó en la universidad en España, donde cursará empresariales.
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