Cibeles Fashion Week

Maya Hansen ajusta cuentas con el corsé

En la segunda jornada de la pasarela de moda destacaron Juan Vidal, con su colección inspirada en Gustav Klimt, y el tándem creado por Hansen y María Escoté: una apostó por la sensualidad de los corsés, clásicos de su firma, la otra por la luminosidad del terciopelo

Maya Hansen ajusta cuentas con el corsé
Maya Hansen ajusta cuentas con el corsélarazon

En la segunda jornada de la pasarela de moda destacaron Juan Vidal, con su colección inspirada en Gustav Klimt, y el tándem creado por Hansen y María Escoté.

A ntes de empezar su desfile de ayer, Juan Vidal dejaba claro que él no diseña pensando en la Reina Letizia, que lo suyo es más una inspiración tomada de una mujer que fuma opio tumbada en una chaise longue. Hay que situarse en un local oriental lleno de humo y de dudosa reputación; allí las mujeres se cubren con elegantes vestidos lenceros y fluidos, cosidos en seda y gasa con cortes sensuales, propios de una mujer «art nouveau» pintada por Klimt o Alfons Mucha. Entre toda la bruma del local, no puedo dejar de destacar un albornoz de visón teñido en mostaza –espectacular– y el juego de lanas, flecos, tonos dorados adamascados, plumas enormes y flores. La mujer de Juan Vidal es femenina sí o sí, que no cursi.

Siguiendo en esta línea femenina, que no feminista ni coqueta, Maya Hansen lo borda. Sus propuestas giran siempre alrededor del corsé, esa prenda opresora de la figura pero que tanto la realza. Lo suyo fue un desfile no apto para feministas radicales, pero sí para amantes del constructivismo ruso y del cuerpo. Para empezar, Maya renuncia al color. Ella apuesta todo al negro, gris y a ese tono carne de la lencería de toda la vida. La auténtica revolución la libra con los tejidos técnicos como el tricot de neopreno, las polipieles, los acolchados con efecto rejilla y los tules elásticos. Sobre ellos practica el corte con láser y crea unos dibujos a modo de trampantojo con un efecto realmente espectacular. Si tuviéramos que resumirlo en dos palabras: sexy y original; es como un encuentro en la Tercera Fase Galáctica, metidos en la nave de Ifema como vehículo sideral.

Por otro lado, se nota que en la firma María Escoté ha entrado una inversión y, si no es así, lo disimula estupendamente porque su otoño invierno es luminoso, sus cortes siendo sencillos y cómodísimos, con vestidos trapecio o minifalda bien ceñidos y abrigos maxigrandes. Están realizados en un terciopelo multicolor que le da un aspecto lujoso al conjunto. Y son así porque los hace con «patchwork», mezclando el rojo, azul, naranja y negro. Ella dice que es como el vuelo de un pájaro y no sólo utiliza esa paleta cromática en el terciopelo, sino que también la lleva al punto. Y aunque en la primera fila la alcaldesa Manuela Carmena vistiera de negro riguroso y Miriam Giovanelli de blanco inmaculado, ambas le brindaron a Escoté una gran ovación desde sus asientos, una entre los famosos y la otra, donde las autoridades. Posiblemente uno de los aciertos de Escoté haya sido la colaboración con la firma de calzados alicantina Baltarini, que ha creado unos tejidos para sus botas de mosquetero a juego con las prendas.

Había interés, versus morbo, por saber si en esta ocasión Ángel Schlesser vendría a ver el desfile que lleva su nombre o se quedaría a comer en la soledad de su casa. «Esta vez he comido en el coche en el camino desde Santander a Madrid, porque acabo de llegar», me dijo. Y parece ser que ésa ha sido toda la vinculación del cántabro con los diseños que admiró desde la tercera fila del graderío de Prensa: «Es la primera vez que veo un desfile que lleva mi nombre desde la pasarela y la verdad es que reconozco patrones míos de hace tres o cuatro años, pero sin que aporten nada nuevo», afirmó.

Juanjo Oliva, por su parte, también fue testigo del desfile, pero sentado en el «front row». En líneas generales fue una colección muy discreta en colores básicos: azul marino, crema, gris y vino. Con abrigos rectos con cuello de piel, las clásicas camisas Schlesser con cuello bebé, con lazada o tipo Mao. Así como un par de monos, batines, pantalones rectos, anchos y los que llaman culottes, que son anchos y con largo a media pierna. En tejidos tampoco se complican la vida: terciopelo, punto y algodón. Es decir, un Schlesser fondo de armario para siempre.

Con Modesto Lomba llega el zen. Sus abrigos son esculturas, rescata las capas, el tweed y le hace una oda a la lana de calidad: merino y cachemire. Sus faldas llevan polisón, los pantalones son «palazzo», las chaquetas de The Extreme Collection son impecables. al igual que los jerseys en punto grueso. Resulta que Francis Montesinos se fue de vacaciones a Asturias y fue probar la sidra y los quesucos y quedar en shock, tanto es así que sucumbió a las hortensias y con ellas ha estampado su colección. Ahora es embajador de Asturias y del pelo de vaca que ha colocado en sus prendas. Como no podía ser menos, cerraba su desfile, Lucia «Palito», la hermana pequeña de Bimba Bosé, con un traje de novia.

Ion Fiz, por su parte, celebró sus quince años de desfiles con quince trajes que son quince guiños a su trayectoria. Hubo «animal print», mallas de pescadores de Fuenterrabía, Zuloaga, Diáguilev, Man Ray, mujeres divinas, lujosas, misteriosas, así hasta quince esterotipos de féminas en quince tejidos y con quince colores, entre ellos ceniza, marrón, rosa y azabache.

No hay transición de ser dependienta en Gucci a que te metan a oscuras en la nave de los desfiles de MBFWM, sin cabina hiperbárica. Georgina Rodríguez la novia de Ronaldo, se sentó en la primera fila del desfile de Juan Vidal. Llegó en penumbra y se fue de la misma forma. Menos penumbra, porque iba con sudadera rosa, tuvo Chabelita Pantoja en el de Ágatha y ni un ápice de mal rollo demostró Cuca Solana sentándose en la segunda fila de la zona de autoridades. Ella que lo fue todo en la MBFW Madrid durante décadas, ahora ejerce como presidenta de honor del Comité de Expertos, formado por las ex Yo Dona Pepa Bueno, Charo Izquierdo, Natalia Bengoechea, y las Yo Dona, sin ex, Marta Michel, un decorador, Lorenzo Castillo, una directiva de una escuela de diseño, Isabel Berz y la directora del Museo del Traje, Helena López del Hierro, que aporta la parte antropológica en los debates de expertos.