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¿Quiénes influencian nuestro día a día?

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Las empresas vienen utilizando los influencers como parte de su estrategia de marketing desde hace, como mínimo, casi un siglo.

Las empresas vienen utilizando los influencers como parte de su estrategia de marketing desde hace, como mínimo, casi un siglo. Ya en los años veinte las marcas hacían uso de figuras conocidas con las que su público pudiera identificarse y que ofrecieran suficiente confianza como para que alguien terminara por comprar sus productos. Es el caso, por ejemplo, del Santa Claus moderno y su identificable traje rojo y barba blanca, que no son más que una invención de Coca-Cola.

Hoy en día, quien más consigue influenciar en la sociedad son los famosos. Hace unos años, eran los deportistas, los cantantes y los actores quienes tenían casi en exclusiva el poder de hacer que sus seguidores compraran un producto solo porque ellos lo anunciaban. Ahora, ya se ha popularizado la profesión de influencer, que consiste solo en promocionar marcas de forma indirecta y a través de las redes sociales desde una posición de autoridad en una temática concreta.

En este sentido, existen influencers de todo tipo, aunque las que más repercusión tienen son las Instagrammers de moda. Dulceida, Gala Gonzalez y Blanca Miró son tres de las españolas que cuentan con más seguidoras en la plataforma y, por consiguiente, son las más demandadas por las firmas. Aunque sus miles de admiradores sigan sus pasos e incluso las imiten de una forma consciente, no siempre les parece tan evidente que son además una máquina de hacer dinero.

Las compañías, en cambio, lo tienen muy claro, por lo que no extraña que en 2017 el término marketing de influencers fuera buscado en Google un 325% más que en años anteriores. Las empresas están dispuestas a invertir entre 25 y 50 mil dólares de su presupuesto en campañas publicitarias de este tipo porque, según un estudio reciente, de media conseguirán siete veces más. Para hacerlo solo tendrán que seleccionar la persona acertada.

Eso no quita, obviamente, que detrás de cada influencer haya todo un equipo de profesionales que se encarga de encontrar las mejores marcas con las que colaborar, organizar sesiones fotográficas, editar imágenes y diseñar cuál va a ser el estilo identificativo de este personaje. Algunos de ellos incluso tienen un blog en el que publican periódicamente sus aventuras y del que cobran por cada mención que hacen de un servicio o un artículo en concreto.

Un buen influencer, además, necesita tener detrás una historia. No puede dedicarse solamente a vender por vender. Ver su día a día, saber que tiene los mismos problemas que nosotros o, todo lo contrario, que tiene la vida que querríamos tener hace que nos quedemos enganchados y queramos saber más de su vida. Este estatus de celebridad, se ha demostrado, funciona como un imante y los humanos, que suelen copiar lo que hacen los demás, optan normalmente por hacerlo por aquellos que consideran superiores: los famosos.

Todo ello hace más fácil que entendamos su promoción de un producto como un consejo de verdad y acabemos por comprarlo. Si la industria sigue como ahora, más pronto que tarde la generación original de influencers formada por Alexa Chung y Olivia Palermo y por famosas como Oprah Winfrey o Beyoncé − dos de las más influyentes según Forbes − dejará paso a otras que ya apuntan maneras. Nos referimos, por ejemplo, a la modelo Kaia Gerber o a la actriz Millie Bobby Brown.

Según la empresa Lyst, las búsquedas de Calvin Klein han aumentado constantemente desde la primera campaña de Millie para la marca lanzada el año pasado. En los premios SAG, Millie llevó un vestido rosa de Calvin Klein que resultó en un aumento del 31% en las búsquedas de "vestido rosa de Calvin Klein"al día siguiente.

No obstante, no solo existen personas con capacidad de influir en sus seguidores dentro de la industria de la moda. Son muchos los Instagrammers que se dedican a hablar sobre nutrición, fitness o espiritualidad. Otros mantienen un perfil de humor o apuestan por la gastronomía o los viajes. Quién sabe cómo serán los influencers del futuro, pero si hay algo seguro es que la sociedad siempre necesitará referentes y modelos a seguir, aunque estos intenten hacer dinero a cambio.