Cataluña

Tamara Falcó: «Mi hermana Ana está destrozada»

Enrique Solís y Tamara Falcó ayer, en la inauguración de la «boutique» de Pronovias
Enrique Solís y Tamara Falcó ayer, en la inauguración de la «boutique» de Pronoviaslarazon

El «no» noviazgo de Tamara Falcó Preysler y Enrique Solís Tello es también la relación más rentable del año. Desde que se conocieron en noviembre del año pasado compitiendo en la IV edición de la LandRover Discovery Challenge han viajado, coincidido en bodas, eventos, compartido noches de charlas en el ático de Tamara y ahora también forman «pareja artística» y son contratados juntos.

La hija de Isabel Preysler, que lleva colaborando desde 2008 con Pronovias, y Enrique Solís, que se estrenaba en el «photocall» de la marca nupcial, inauguraban ayer la mega tienda de referencia de la marca puntera en trajes de novia. Pronovias contrataba a los dos jóvenes a los que les duele la boca de desmentir que no son novios: «No, pero sí muy buenos amigos, y su amistad es muy importante para mí. Lo que pase en el futuro sólo lo sabe Dios», explicaba ayer Tamara. Ella ejercía de portavoz, ya que a Enrique Solís, «por tener tantos líos de trabajo en la cabeza», se le pasó el detalle de leer la letra pequeña de otro contrato que había firmado en verano y que le obligaba a no hacer declaraciones ni 15 días antes ni 15 después de la celebración de la quinta edición de la aventura Land Rover, que comienza el próximo lunes. Es decir, que el benjamín del marqués de la Motilla y Carmen Tello apareció por la Pronovias «flagship store» –que es como se llaman ahora las «boutiques» de referencia– en la Rambla de Cataluña compuesto junto a Tamara, pero sin habla.

Por este motivo, a las ocho de la tarde se dejaban fotografiar y era Tamara la que ejercía de portavoz de esta peculiar «no» pareja. Encantadora y dulce en el trato, comentó cómo se encuentra su familia después de la muerte de Miguel Boyer: «Estamos todos apoyando a mi madre. Ha sido todo muy rápido y tiene momentos mejores y peores. Ana está destrozada y ha sido importante para ella que Fernando [Verdasco] tuviese el detalle de venir para acompañarla». Como creyente, quiso aclarar que que «yo pienso que hay otra vida y estoy apoyándolas gracias a mi fe». Y, mientras lo asegura, los recuerdos junto a Boyer no tardan en aflorar: «Ahora siento nostalgia y echo de menos momentos maravillosos porque me he criado con él. Tío Miguel me enseñó a nadar. Y durante las esperas mientras mi madre se arreglaba le dio tiempo a escribir una novela. Doy gracias a Dios por haberle conocido», añade, muy emocionada, la hija de Isabel Preysler.

Sean o no pareja, lo cierto es que se han hecho inseparables y Tamara se deshace en elogios hacia Enrique: «Para mí es muy importante que él esté aquí apoyándome porque es todo tan reciente que me costaba mucho hacer el ‘‘photocall’’ yo sola. Es muy buen amigo, tiene un gran corazón y estar hoy aquí con él me quita mucha presión».

Notable complicidad

Mientras recorrían los mil metros cuadrados de la «boutique» –repartidos en dos plantas lujosamente interpretadas en blancos, damascos florales y dorados por Lázaro Rosa-Violán–, charlaban entre ellos con una notable complicidad. Tamara le ponía ojitos a los bellísimos trajes de Elie Saab que venden en Pronovias mientras Enrique se tomaba una copa en la «champagnerie» que se encuentra en uno de los cinco salones con los que cuenta esta megatienda. Allí, entre trajes de novia, la «no» pareja demostró estar muy compenetrada.