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Led Zeppelin, plagio o plomo
Esta biografía cuenta la historia de una de las bandas de rock más extraordinarias de todos los tiempos: obscenidades inimaginables, excesos y una factoría de éxitos a golpe de canciones robadas a viejos “bluesman” negros
Durante muchos años, la visión que ha existido de Led Zeppelin estaba marcada por tres coordenadas. La primera y más difundida es la maquinaria musical de sus canciones, aplastantes versiones del blues que pueden considerarse precursoras del heavy metal e incluso una forma de proto-punk con multimillonarias ventas. La segunda es su idiosincrasia como banda, quizá una de las peripecias más excesivas y obscenas de la historia de la música, combinada con la vertiente necromántica de sus textos, derivados de la locura ocultista de uno de sus líderes, Jimmy Page. La tercera, bastantes veces contada pero quizá menos divulgada o incluso rechazada por sus fans: Led Zeppelin, una banda sin duda extraordinaria y genial fue una de las más descaradas a la hora de plagiar y robar canciones a terceros. Generalmente, a viejos bluesman con pocos medios y capacidad para defenderse. Y esta no es una cuestión opinable sobre la apropiación cultural. La cultura no se puede robar, pues no pertenece a nadie, la tenemos de prestado, como el idioma. Pero las canciones sí que se pueden robar. Y lo de Led Zeppelin fue un atraco a mano armada, como se cuenta profusamente en la que es la biografía definitiva del grupo: "Led Zeppelin. Cuando los gigantes caminaban sobre la tierra" (Alianza), del periodista Mick Wall.
Los Zeppelin nacieron de los rescoldos de The Yardbirds, un grupo que tuvo varios líderes (Eric Clapton, Jeff Beck...) y que bebía y versionaba el blues. De aquí, de la cultura en la que creía Page pese a haberse criado a miles de kilómetros de su origen (de nuevo: la cultura se puede elegir pero no robar), sacó el material para las primeras canciones de su nueva banda, Led Zeppelin, que formó después de intentar «robar» (esto sí que fue otro asalto) a la sección rítmica de The Who, Keith Moon y John Entwistle, y estuvo cerca. Al fracasar, se quedó con otro batería salvaje, John Bonham, y un bajista, John Paul Jones, que bien podría haber sido cualquier otro, porque le importaba bien poco el bajo. Haciendo un paréntesis, los Rolling Stones, The Beatles y por supuesto Bob Dylan reciclaron material del blues. Pero lo acreditaron. O no les pillaron publicando un álbum de debut (magistral, desde luego) que estaba copiado de principio a fin con disimulo a veces y con alegría otras. Muddy Waters, Robert Johnson, Howlin Wolf, Willie Dixon... serían objeto de refrito por la banda británica con el pretexto de tratarse de canciones del acervo y estar libres de derechos, tratarse de «homenajes» y otras tretas, aunque en algunos casos se equivocaron realmente al considerar tradicionales temas con autoría. En todo caso, los temas originales están transformados: ningún blues amenaza con engullirte cuando lo escuchas como los temas del primer álbum de Led Zeppelin. Del segundo, lleno de préstamos, el más escandoloso es la emblemática «Whole Lotta Love», tomado de la versión de Muddy Waters compuesta por Willie Dixon «You Need Love». Parece ser que Page le recriminaba a Plant que no hubiese cambiado las letras lo suficiente y que por eso «nos pescaron». El cantante se defendía: «Yo le decía a Jimmy: ‘‘Oye, esa canción no nos pertenece’’. Y él contestaba: ‘‘Cállate y sigue’’». Más tarde tuvieron que hablar en los tribunales... incluso acerca de las «fuentes» de «Stairway to Heaven».
La jaula del zoo
El segundo de los vectores de la banda es el de su arrebato sexual. Baste decir que el autor de este libro considera timorato lo narrado en «El martillo de los dioses», libro de referencia hasta hoy sobre el grupo que narra escenas de lo más escabroso. Las orgías son las prácticas sexuales más corrientes de estos dioses de la música. Aquí, en esta que se publica ahora, hay escenas con perros de raza gran danés, botes de alubias derramadas por el cuerpo, y, ejem, frases como: «Las chicas se dejan caer y se las dan de estrellas en ciernes. Si las humillas un poco, se les suelen bajar esos humos. Todo el mundo sabe a qué vienen». Ellen Sander, una periodista de «Life» que escapó a ser violada por el grupo escribió esto: «Si caminas por el interior de las jaulas de un zoológico, ves de cerca los animales, acaricias su pelaje cautivo y te mezclas con la energía oculta tras la mística. También hueles su mierda de primera mano». Porque sí, ahí está también la locura de las drogas, la fiebre por el ocultismo, esas otras cosas tan antiguas como los solos de guitarra. Aunque fueran copiados.
Led Zeppelin I, éxito copiado
El autor del libro, Mick Wall, desgrana las “influencias” o más bien préstamos que hicieron Led Zeppelin en su disco de debut. “Good Times, Bad Times”, el tema que abre el disco sería el único estrictamente original. El segundo, “Baby, I'm Gonna Leave You” fue acreditada como canción “tradicional” arreglada por Jimmy Page, pero en realidad era una pieza de la cnatante de folk Anne Bredon, como la propia banda acabó reconociendo y corrigiendo en los créditos. “You Shook Me” fue una versión desde el primer momento, pero ni siquiera fueron originales al elegirla. Jeff Beck, que había sido amigo de Page, acababa de grabarla en su disco de debut en solitario, “Truth”. La canción había formado parte del repertorio de The Yardbirds que ambos compartieron. La cuarta canción, “Dazed And Confused”, apareció como creación de Jimmy Page y nada más lejos de la realidad. El guitarrista se la robó descaradamente a un cantautor de 28 años llamado Jake Holmes, a quien había visto un año antes. Compró una copia de su disco en el concierto y publicó la canción sin cambiarle ni el título. Versionada, sí, pero sin citar el originial. “Your Time is Gonna Come” también era una canción original en la que no se reconoce la inspiración en una melodía de Bach, pero al fin y al cabo, este compositor sí que no puede reclamar nada. “Black Mountain Side” también corrigió su autoría con el tiempo para incluir a Bert Jansch, artista con el que el guitarrista se obsesionó. “Communication Breakdown” toma como punto de partida “Nervous Breakdown”, de Eddie Cochran con tan poco disimulo que el título se parece, pero en lugar de firmársela a su autor, se la acreditan a Page, Jones y Bonham. La octava canción del álbum, “I Can´t Quit You, Baby”, es otra de las versiones reconocidas del trabajo y el noveno corte, “How Many More times” apareció acreditada a Page, Jones y Bonham pero se trata de un refrito de varios temas antiguos como “How Many More Years” de Howlin Wolf, y fragmentos de “The Hunter” de Albert King. Robert Plant no apareció acreditado como autor de ninguna canción por problemas con su anterior compañía, de la que no había sido liberado.
Acerca de la contracultura británica, el autor tiene una visión desmitificadora. “Nos digan lo que nos digan los libros de historia sobre la “revolución” contracultural que aparentemente estaba teniendo lugar a mediados de los sesenta, el fin de la década encontró una escena del rock británico que todavía era poco más que una casa de la risa poblada por rebeldes de fin de semana cuyos héroes estaban demasiado ocupados acumulando casas de campo y coleccionando Rolls-Royces blancos, novietas exóticas y costosas drogas como para encima procuparse por lo que de verdad sucedía en el mundo real, sin importanr los lugares comunes instalados en las canciones”. Así es como habría que entender, según el autor “Street Fighting Man” o “Revolution” de Lennon e incluso “House Burning Down” de Jimi Hendrix. “Los supuestos revolucionarios de Londres, en comparación con lios franceses, “no hacían otra cosa que fumar hierba desde la distancia, debatiendo sobre la calidad del regreso de Dylan.
Mención aparte en esta historia merece el manager de la banda, Peter Grant, un hombre con reputación de gángster que se fue agriando con los años. Primero era violento, pero cortés. Después, te arrinconaba y te amenazaba, pero en plan repulsivo. No hay que olvidar que suya fue la mejor gestión de un contrato musical de la historia: un adelanto de 220.000 libras en un tiempo en que comprarse una casa costaba 6.000. Pocas bandas ha habido tan superlativas y tan bestiales como Led Zeppelin, que también tomó prestado (esto con permiso) el nombre del grupo de una ocurrencia de Keith Moon cuando éste estuvo a punto de sumarse a la banda. Pocas bandas ha habido que han subido tan alto, que hayan ascendido impelidas como por un truco raro o magia negra... algo extraño como ver volar un zepelín de plomo.
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