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Ahora es tarde

Se les ha cambiado el gesto a la presidenta y a todo su equipo desde que bajó las escaleras para atender a los periodistas en la noche electoral (Foto: Manuel Olmedo)
Se les ha cambiado el gesto a la presidenta y a todo su equipo desde que bajó las escaleras para atender a los periodistas en la noche electoral (Foto: Manuel Olmedo)larazon

Les ha sucedido como a aquellos propietarios que veían cómo se inundaban las casas de sus vecinos cada vez que las lluvias sacaban al río de su caudal. Los miraban parapetados detrás de sus fuertes muros, entre los cuatro ángulos de sus ventanas con cierta sonrisa de satisfacción. «Pero qué tontos, cómo no se han dado cuenta», pensaron en alguna ocasión al observar los enseres flotando desde la seguridad de sus azoteas. Pasó el tiempo, el río cada vez era más grande y menor la vecindad, pero seguían asegurados en sus confortables hogares. «Eso no nos pasará a nosotros, nadie podrá con estas paredes». Hace unas semanas hablábamos aquí de la insatisfacción del pelotari, del muro que siempre devuelve la pelota y de la grieta que un día se abriría en la pared. Tampoco hace falta recordar aquello de Martin Niemöller, «Primero vinieron...» para sacar conclusiones. Es de sobra conocido que a cada cerdo le llega su San Martín, nadie debe sentirse intocable sobre la faz de la tierra. Somos una raya en el agua para el tiempo, una minúscula mota de polvo en el Universo, un suspiro en la historia de la Humanidad para andar con la nariz tan alta, pero claro, no tenemos más que nuestro metro cuadrado y esta vida. Lo justo para sacar pecho.

«Estoy fuerte, segura y tranquila»

Susana Díaz se asomó a la tribuna de los invitados en el Congreso para celebrar los 40 años de la Constitución con la convicción de que será difícil que los socialistas alcancen la misma cifra en el Gobierno andaluz. Se les ha cambiado el gesto a la presidenta y a todo su equipo desde que bajó las escaleras para atender a los periodistas después de saber que había logrado los peores resultados de la historia para su partido. Debe ser duro enfrentarse a una situación de tal calibre para alguien que ha llevado al desastre a la organización que se lo ha dado todo desde la adolescencia. Más de 400.000 votos menos, 14 escaños perdidos, con todo eso si no se produce un milagro no podrá estar al frente del Ejecutivo andaluz y tendrá que asistir a la toma de posesión de Juanma Moreno o de Juan Marín desde la oposición. Qué amarga hora. Tarda en digerirse un golpe de este calibre en alguien que parece haber estado ajeno a la realidad que desde hace varios años sobrevuela Andalucía. Parecía que no, que era imposible que las urnas dieran un vuelco a un sistema como el implantado por los distintos gobiernos socialistas a lo largo de las distintas legislaturas.

Con la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa, supo que era un cadáver político si no era capaz de mantener la Junta. En Madrid no la perdonaron, pero le permitieron que se fuera hundiendo poco a poco. Ábalos no dudó en solicitar la regeneración, aunque a las pocas horas rectificara, ya había lanzado la bomba dejando a Díaz en la soledad de la derrota y sin capacidad de maniobra. Durante la campaña, primero insistió en que PP y Cs no podían obstaculizar la formación de gobierno, luego les preguntó si pactarían con VOX activando a la formación de Santiago Abascal y ahora se presenta como «dique de contención» ante la llegada de la ultraderecha. Lamentablemente para ella, Pablo Casado y Albert Rivera tienen otros planes y no forzarán demasiado la máquina para llegar a un acuerdo que permita el cambio. Otra cosa, incluida la celebración de unas nuevas elecciones, supondría un mazazo para la gran mayoría de un electorado que ha apostado por un cambio de ciclo. La única alternativa que le queda a la presidenta en funciones es mantener cierta cuota de poder en la Mesa del Parlamento para tratar de iniciar una reconquista poder durante los próximos cuatro años. Sería una suerte de contrapeso al poder Ejecutivo, aunque desde Ferraz insisten en que su salida debe producirse porque son conscientes de que en los próximos meses habrá elecciones generales en las que se puede producir una situación similar a la del pasado domingo y no quieren que el granero andaluz se desangre aún más. El próximo 27 de diciembre tendremos la primera foto de un Parlamento que promete una legislatura complicada que presumiblemente, salvo milagro, estará dominada por lo que Sánchez ha calificado como «consorcio de derechas».