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Alfombras y espinitas

“Juanma Moreno, casi 90 días después de la caída del 'susanato', sigue buscando entre los baúles de la herencia socialista para arrancar el cambio. Cuatro décadas dan para mucho”

Juanma Moreno, durante su intervención el pasado Día de Andalucía en el Teatro de la Maestranza / Foto: Manuel Olmedo
Juanma Moreno, durante su intervención el pasado Día de Andalucía en el Teatro de la Maestranza / Foto: Manuel Olmedolarazon

“Juanma Moreno, casi 90 días después de la caída del 'susanato', sigue buscando entre los baúles de la herencia socialista para arrancar el cambio. Cuatro décadas dan para mucho”

Pakistán e India se enseñan los dientes otra vez por el territorio de Cachemira con cazas derribados, declaraciones bravuconas y tensión nuclear con regusto de Guerra Fría, mientras Theresa May da una patada hacia adelante que aleje un poco el Brexit. Hay que hacer otro referéndum para no caer en una espiral perjudicial para el Reino Unido. Los británicos son seres eminentemente prácticos aunque a primera vista no lo parezca. Ya saben, es el país del Land Rover, ese vehículo que no se amilana ni por los embarrados caminos galeses ni en las cenagosas marismas de Doñana, (¿quién habló de pureza en El Rocío?) Maduro estira su mandado de chándal, consigna y hambre y en El Vaticano achican el agua de la turbia marea de abusos contra menores. El mundo sigue girando ajeno a las trivialidades, a las situaciones pedestres con las que nos enfocamos ante un nuevo 28F de banderas con himno y posición de firmes.

Juanma Moreno, casi 90 días después de la caída del «susanato», sigue buscando entre los baúles de la herencia socialista para arrancar el cambio. Cuatro décadas dan para mucho, 40 años, que no caben en unas semanillas ridículas que no sirven todavía ni para palpar la temperatura que domina el ambiente. A ratos hace calor y otras veces hace frío, pero en general el ambiente es tibio, en este febrero con pinta de abril sin elecciones, cuando comienzan a salir las primeras cifras de la gestión del PSOE. Se ha conocido que contamos con un déficit de casi 3.000 millones de euros en Sanidad y Educación, que las ayudas a las Violencia de Género no se habían ejecutado en un 70% y que la manipulación en las listas de espera del SAS no buscaba más que el rédito de un sistema fomentado en la ilusión óptica de vivir en el Estado del Bienestar. Esta puntita de la alfombra que ha levantado la gente del PP y Cs no debería sorprender a nadie que estuviera interesado en conocer las tripas de la Administración andaluza. Durante años se vendió lo poco que había que esperar para que te operaran un juanete como punta de lanza de las intervenciones quirúrgicas mientras se maquillaban los eternos plazos para otro tipo de operaciones. Se acabó el mito, se acabó, aunque Susana Díaz aún no se haya dado cuenta de que ya no es la presidenta. Impacta verla como si nada hubiera pasado, en visitas a colectivos, en afirmaciones en las que adelanta que se quiere quitar la «espinita» del 2D en las elecciones generales con una partido desfondado que azuza el miedo a la ultraderecha y anuncia una gran movilización, pero pidiendo que si gana Sánchez PP y Cs se abstengan de pactar. Claro que sí, claro que sí, seguro que sí, se lo creen los mismos que saben que su modo de vida se va a agotar conforme se van conociendo nuevos chiringuitos de la Junta.

Franco, quién lo diría después de todo el tiempo que lleva muerto, resiste en el Valle de los Caídos por mandato judicial mientras el Gobierno y la Iglesia mantienen el pulso por ver si lo sacan antes de las elecciones. Sánchez, con su proyecto estrella, invoca sobre el cadáver del dictador todo el peso de su gestión para tratar de salvar los muebles. Sabe que si no lo saca, no tendrá mucho que contar a los potenciales y mermados votantes socialistas, por eso ha vuelto a exprimir el limón del sentimentalismo visitando Montauban y Colliure, con bandera de la II República incluida, mientras la Justicia se enfrenta al presente de este país juzgando a los responsables catalanes que ahora se proclaman irresponsables. Política de gestos sin mayor profundidad, que en estas latitudes copiamos en estos días previos a las elecciones generales, donde además nos lanzamos reproches a nuestros ex compañeros de trinchera. Menos mal que Juan Marín, que no es un hombre rencoroso, no entiende por qué desde las filas del PSOE le tienen tanta inquina. Nadie lo comprende, hombre, nadie, después de tanto tiempo de amistad van y te llaman «trifachito». Juan espera que las aguas con Susana vuelvan a su cauce, que no se den más roces entre ellos, que baje los humos porque en nada, en muy poco, van a tener que ponerse encima de la mesa para negociar qué pasará con los ayuntamientos andaluces. Los negocios son los negocios y seguro que las posturas se acercan conforme se huela a poder. Sólo hay que ver la confesión de Marín sobre el consejero de Presidencia, Elías Bendodo, con el que forma un dúo de solidez por detrás del presidente. «Ha sido un descubrimiento». El «Gobierno del cambio» ya se ha hecho la foto de rigor el 28F, ya ha dicho que todo es un desastre y que se debe mucho dinero, pero antes del verano tendrá que aportar gestos de solidez en la gestión para que nadie pueda acordarse después de todo, de tanto, de los versos de José Hierro: «Después de tanto todo para nada».