Política

Sevilla

Andalucía: banco de pruebas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reunió el pasado viernes con la presidenta de la Junta, Susana Díaz, en el palacio de San Telmo / Manuel Olmedo
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reunió el pasado viernes con la presidenta de la Junta, Susana Díaz, en el palacio de San Telmo / Manuel Olmedolarazon

Octubre suele ser un mes en el que ya se nota el cambio de estación. Las hojas han comenzado a caer desde los árboles y el cielo tiene un color panza de burra. Adiós a los días veraniegos, azules, con fondo de nubes blancas. Cirros, cúmulos y estratos, todas no son iguales, algunas vaticinan aguaceros que te pueden dejar calado, con un catarro durante unos cuantos días y otras buen tiempo. «A hard rain’s gonna-fall» cantaba Dylan en plena era de tensiones atómicas. Estaban tan tranquilos y una bomba podía acabar con todos, pues aquí igual. Quién podía pensar hace dos años, en octubre de 2016, que Pedro Sánchez y Susana Díaz protagonizarían el viernes escenas propias de una pareja de enamorados con paisaje de árboles al fondo. Cuando llegó la autoridad a Ferraz y el actual presidente del Gobierno cogió las llaves de su coche, el PSOE estaba en horas bajas, desmembrado, fuera de juego y sin respaldo social. Hoy gobierna España, las encuestas le son favorables en unas hipotéticas elecciones generales y hay Consejo de Ministros en Sevilla para reforzar a los compañeros andaluces. Ciencia-Ficción para los crédulos y la vida misma para los escépticos. Ahí quedan las fotos en los jardines del palacio de San Telmo, los ojitos entornados y el «aquí no ha pasado nada» para hacer frente al empuje de la derecha, que aprovecha cualquier hueco para meter una cuña en el asentado poder socialista, cada día más acorralado por la corrupción.

Estas elecciones pueden ser las más fáciles de ganar para el partido del Gobierno andaluz, pero sin duda serán las más difíciles de explicar si de nuevo hay un victoria socialista con la montaña de casos judiciales por resolver. Se sabe ya, con nombres propios, cómo se despilfarraba el dinero público sin rubor alguno, pero el avión de la Fuerza Aérea Española se trae a todos los ministros a hacer campaña, cumpliendo la Ley Electoral, para demostrar que ahora desde Madrid se cuida a los andaluces con «noticias importantes», que luego quedan en nada, porque al final cuando caen las hojas llega el viento, se las lleva y sólo se ve el vacío. Es decir, ¿qué conclusiones se pueden sacar de la visita de Pedro Sánchez a Sevilla? Muy pocas, porque ya sabemos que se ha desinflado el plan de medidas para fomentar el empleo, la realidad es lo que tiene, y sólo contamos con más ayuda a la lucha contra el narcotráfico, el aumento de la dotación económica para atender a los menores inmigrantes y dinero para las comarcas afectadas por las últimas lluvias. Un guiño suave a la candidatura socialista que se ha quedado en una imagen «low-cost» –tampoco hay mucha más alegría en Madrid–, un día antes de la celebración de la interparlamentaria del PP en Sevilla, que llega con toda la artillería pesada para poner sordina al idilio Sánchez-Díaz.

Casado, con los deberes bien aprendidos y el discurso preparado, ha tenido todo el fin de semana para insuflar más presión a la atmósfera política andaluza. Si Sánchez se trajo a los ministros, el PP hizo lo mismo para ofrecer su apoyo a la candidatura de Moreno Bonilla, aunque los discursos han estado más centrados en la esfera nacional. La presidenta, que también estaba ocupada en su comité director, le lanzó un globo sonda para que Casado supiera con quien se juega los cuartos y por dónde van los tiros, que no es otro sitio que la sentimentalidad. «No vamos a tolerar jamás que se metan con Andalucía, porque no lo harían con otros ciudadanos de España». La bola desde el fondo de la pista la devolvía Casado al asegurar que el objeto de sus críticas no son los andaluces, sino sus políticos. «Cuando lo decimos no es porque nos metemos con los andaluces, sino con el Gobierno de la Junta», que afectos de contrapropaganda viene a ser lo mismo. En cualquier caso, el líder de los populares no se ha andado por las ramas en Sevilla y ha lanzado un torpedo a la línea de flotación socialista al señalar que Pablo Iglesias, Torra y Otegui se presentan a las elecciones con el PSOE andaluz. Nada más y nada menos.

Sánchez y Casado han pasado este fin de semana por Andalucía como los viajeros románticos, para llevarse a casa algo que contar y vender en clave electoral. Lo saben en sus partidos, pero también los andaluces a los que no se les escapa la distancia que existe entre sus discursos y la realidad ciudadana. El hueco lo aprovechan Cs y Adelante Andalucía, que se frotan las manos ante la guerra desatada entre PP y PSOE por la falta de propuestas concretas, ya que ninguna de las dos formaciones, por una y otra cuestión, se atreven a plantear los cambios necesarios para darle la vuelta a la tortilla –otra vez se ha puesto de moda «La foto de la tortilla»– para la esperada modernización de Andalucía.