Andalucía

Andalucía (no) Emprende

La Razón
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En la tierra de la economía ancestralmente subsidiada, un chiringuito de la administración regional nace con el propósito de fomentar la denominada cultura empresarial –palabra tabú en la jerigonza progre– y su modus operandi, expresión no en vano extraída del lenguaje policial, se basa en la colocación discrecional de gentecilla más o menos enchufada pero, incuestionablemente, nada o en absoluto cualificada. El resumen sería: quienes aconsejan a los emprendedores pertenecen a un organismo que se gasta todo el dinero (88% del presupuesto total) en sueldos de trabajadores por cuenta ajena, es decir, por cuenta del contribuyente porque estos aconsejadores nada conocen de la generación de beneficios si no es por la vía de la inyección presupuestaria. Cerca de un millar (955) pacieron durante todo 2015, el ejercicio fiscalizado, año electoral en el que compartieron responsabilidad los consejeros Sánchez Maldonado, que mal donó la mitad de ese dinero, y Ramírez de Arellano, que dilapidó la otra mitad arrellanado en su recién estrenada poltrona. No estaban entonces las encuestas para austeridades. ¡Contratados, bolsillo lleno y papeleta en mano. Marchen y voten. Ar! La Cámara de Cuentas reprocha a estos pájaros de cuenta su incuria en la selección de personal y su desidia en el cumplimiento de las obligaciones fiscales, pero ahorra expresiones de significante inteligible para el ciudadano medio como «pesebre para amiguetes» o «merienda de subsaharianos» (decir negro es tan grave como decir empresario) que habrían definido con mayor claridad la naturaleza del organismo. Cuando la Junta levanta una de estas mancebías, lo único que falta es ponerle cara al premio, que siempre cae muy repartido pero que siempre le toca a los mismos: salen cantidades de ocho cifras, en este caso.