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Capitanías marítimas, el «sindicato» de los marinos mercantes en travesía

La tripulación puede denunciar problemas laborales en cualquier puerto y el barco es «detenido» mientras

Capitanías marítimas, el «sindicato» de los marinos mercantes en travesía
Capitanías marítimas, el «sindicato» de los marinos mercantes en travesíalarazon

La tripulación puede denunciar problemas laborales en cualquier puerto y el barco es «detenido» mientras

Los marinos mercantes se embarcan durante meses en buques con sus jefes, los armadores, a miles de kilómetros por lo que ante incumplimientos laborales como impagos de nóminas o malas condiciones higiénico sanitarias en su lugar de trabajo se pueden ver con meses por delante de travesía obligados a aguantarse y abandonados a su suerte. Por ello, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) elaboró en 2006 el Convenio sobre el trabajo marítimo que regula las condiciones laborales del sector, un convenio que han suscrito todos los países de la UE y muchos extracomunitarios y que, en el caso de España y el resto de Europa, es de obligado cumplimiento también para buques con bandera de países que no lo han suscrito que quieren navegar por aguas europeas y atracar en puertos comunitarios. Así, cualquier marino tiene derecho a presentar una denuncia en la Capitanía marítima de cualquiera de los puertos por los que pase su barco, lo que convierte a éstas en una especia de sindicato para este colectivo profesional.

Capitana marítima pionera

Elena Delgado es la capitana marítima de Sevilla, una de las dos únicas mujeres al frente de una capitanía marítima en España junto a la de Tarragona (sólo ha habido tres en la historia). Lleva un año en el puesto, tras pasar por otros destinos como Barcelona o Tenerife como inspectora y otros cargos, ya ha tenido que «detener» un buque porque uno de sus tripulantes denunció que llevaban dos meses sin cobrar. Tras comprobar la veracidad de la denuncia, el barco permaneció «detenido» sin poder zarpar hasta que el armador resolvió las deficiencias, además de abrirle un expediente sancionador por incumplimiento del Convenio Internacional cuyas multas «son altas porque son disuasorias y van de los 30.000 euros a los 200.000 euros». Con todo, Delgado señala que en Sevilla son pocos los casos porque «es un puesto intermedio», a diferencia de Tenerife donde «deteníamos uno a la semana porque venían muchos de África», con condiciones que no pasan la normativa internacional, o Barcelona, que acoge buques de «alto estándar» para los que los requisitos son más exigentes.

«Todo esto viene del Prestige, por el interés de la Unión Europea de alejar de sus costas barcos de bajo estándar», explica Delgado. Y ha venido a solucionar situaciones como marineros abandonados porque su armador se quedaba sin dinero a mitad de la travesía «y al ser extranjeros si bajan a puerto los detenían, por lo que terminaban viviendo de la beneficiencia».

Ahora, tras la denuncia y la decisión de mantener detenido el barco, además de avistar al armador y al país del que el barco tiene bandera, se comunica a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que acuden al buque para identificar a la tripulación verificando su documentación y una vez realizado el trámite, pueden bajar del barco mientras se solucionan los problemas para que pueda navegar.

Se garantiza el anonimato del denunciante y al margen de ello, las capitanías marítimas también hacen inspecciones de oficio, no sólo en los buques mercantes sino en cualquier barco que pase por las aguas de su provincia marítima.

De los cruceros del Guadalquivir a la flota pesquera de Chipiona

Elena Delgado es la capitana de la provincia marítima de Sevilla, que llega hasta Sanlúcar de Barrameda y 24 millas mar adentro. Además de los buques mercantes se inspeccionan los barcos de recreo particulares, los que hacen la ruta por el Guadalquivir, la flota pesquera de Chipiona o Sanlúcar y los grandes cruceros que hacen escala. No sólo cuando llegan a puerto sino que las capitanías marítimas también hacen inspecciones en ruta. «No lo saben hasta el día que embarcamos y lo probamos todo, los camarotes, las comidas y todos los servicios», explica respecto a los cruceros que salen de Barcelona y que inspeccionó cuando estaba allí. Igual con los ferrys de la línea Algeciras-Ceuta, «especialmente peligrosos porque llevan rampas para los coches y si no cierran bien entra el agua y se inundan en seguida».