Política

Con la papeleta en la mano

Así nos vamos a ver los españoles a partir de diciembre. La presidenta andaluza Susana Díaz ha iniciado una larga marcha que desde fin de año a los primeros seis meses del 2019 nos tendrá a pie de urna casi mensualmente. Abrimos en nuestra tierra, con una legislatura prácticamente terminada. No es un consejo, es simplemente una reflexión como votante, una de las cosas que cada vez soporto menos en política, doy por hecho que les pasará algo parecido a muchas personas, son los llamados argumentarios que confeccionan unas especies de gurús y que martillean a los ciudadanos una y otra vez en todo el país, recordando, ahora que tanto se habla de fascismo, a Josep Goebbels, que fue el ministro para la ilustración política y propaganda –pomposo título para un ministerio– de Hitler. Como conocen, este terrible al tiempo que brillante ministro inventó aquello de que una mentira repetida 1.000 veces termina convirtiéndose en verdad. Este lema sigue vigente y más que nadie, y con una eficacia demoledora, lo han usado los regímenes comunistas. Los citados argumentarios vienen a ser aquello del gran escritor Francisco Umbral. Al que en un programa de televisión le preguntaban por distintos temas y él siempre contestaba que había venido a hablar de su último libro. «Argumentaristas» políticos en general debieran estudiar el hartazgo y la indignación que produce que te tomen por bobo, que repitiéndote el argumento te van a convencer, esa puede ser una de las causas de los cambios que se han producido a la hora de votar. Las nuevas formaciones que irrumpieron con gran fuerza, Ciudadanos y Podemos, tenían sus argumentarios frescos, el chiste no te lo sabías, pero ya han caído en el mismo pecado. Así que el comienzo del tiempo electoral puede reservar, como en otros países, sorpresas tremendas. El martes estaba con el director del banco donde trabajo. Me ofrecía para una pequeña inversión que tengo un cambio más rentable. Le dije que ya sabía cuál era mi máxima, cobardona y vieja, «madrecita, que me quede como estoy». No era el caso, había que asumir ciertos riesgos. Ya tiene la respuesta, le contesté. A la hora del voto me pasa lo mismo. El tiempo de las aventuras ya pasó.