Cultura
Con los ojos bien abiertos
La Fundación Madariaga propone una reflexión sobre la actualidad y Crítica publica «Estambul»
Leer y mirar son dos acciones hermanas, parece que es lo mismo en muchos casos, pero son esencialmente distintas. Cuando se llevan a cabo hay que saber hacerlo para no quedarse en la superficialidad de las cosas, para lograr entrar en las entrañas de la verdad. Hay que ejercitarlas aunque cueste, porque ambas abren puertas a universos antes desconocidos. Sobre estos dos ejercicios se postula esta oferta cultural semanal.
Libros y ciudades. Nunca hubo una con aquella que se levantaba frente a las aguas del Bósforo al amanecer. Aupada sobre las brumas en la colina de Pera, las atalayas se asomaban al mercurio del Cuerno de Oro mientras desde los minaretes se llamaba a la oración primera del día. Comenzaba un almuédano y su voz se colaba por las rendijas de las tiendencillas, volaba sobre los puestos agolpados a la falda del punte Gálaga para cruzar hacia el otro lado y recorrer los sinuosos callejones que llegan hasta la Gran Mezquita Azul, ya en el corazón urbano. Para entonces, lo que había sido un leve pajarillo que debía despertar al fiel en su cita con el altísimo, se había convertido en un gran pájaro de lapislázuli con alas ribeteadas de oro que al moverse provocaba un zumbido atronador. Amanecía en Estambul un día más como ya lo había hecho antes, durante siglos y milenios, la capital inmortal que antes se ocultó bajo los nombres de Bizancio y Constantinopla de desperezaba. Su influjo estaba intacto.
La literatura vinculada a la capital turca es tan extensa y variada como la propia ciudad. Ya saben que desde que el Premio Nobel fue a parar a manos de Orhan Pamuk los ojos de los lectores se han vuelto a ella hasta convertirse en una legión los que tratan por todos los medios por hacerse con la última novedad editorial que se adentre en el misterio de la ciudad turca. Entre las últimas portaciones, destaca «Estambul. La ciudad de los tres nombres», escrito por la británica Bettany Hughes y que hace un repaso exhaustivo de más de 6.000 años de historia. Ciertamente, como la propia ciudad, parece un volumen inaccesible debido al tamaño y a lo intrincado del devenir bizantino a lo largo de los siglos. Pese a ello, Hughes consigue enganchar al lector que se deja llevar por los secretos de los mil avatares que se cuentan. Misterio, dolor, muerte, milagros constructivos, sólo por la narración del asedio de 1453 merece la pena aislarse del mundo durante unos minutos para conocer cómo la habilidad técnica del siglo XV, acompañada por la ambición desmedida del resto de ciudades europeas, consiguieron doblegar lo que quedaba del Imperio Romano de Oriente, que ya sólo tenía ese pequeño territorio dominado por los iconos frente al Mediterráneo. Ya nada sería igual, como tampoco lo fue en la época de las luchas dentro del contexto del mundo griego o con posterioridad, en el esplendor del Imperio Otomano de odaliscas, eunucos y príncipes asomados a las almenas de Topkapi. Sultanes, emperadores, cruzados, todos han intentado hacerse con ese espacio, más puerta de Oriente que Venecia, que además de un lugar físico en el espacio también lo es en la mente. Constantinopla como refugio de exiliados, enamorados de la nada que quieren perderse bajo el abigarrado manto de sus casas grises, locos que buscan la soledad entre los muelles de la parte asiática, lejos de las hordas de turistas que se mueven como hormigas por las tiendecillas de artículos falsificados. Así es ahora, pero también sucedía lo mismo cuando escribió sobre ella Edmondo de Amicis, Pierre Loti o Yeats, quien lo deja bien claro: «Y por ello he cruzado los mares y viajado/ A la sagrada ciudad de Bizancio».
Discursos actuales
En la Fundación Valentín de Madariaga, en la capital hispalense, acaba de presentarse una muestra cargada de interesantes propuestas y miradas contemporáneas. Nos tienen acostumbrados en este espacio a presenciar algunas de las exposiciones más innovadoras del panorama artístico andaluz y esta exposición bien confirma el exquisito gusto de todo lo que desembarca por allí. Se trata de una muestra colectiva realizada con fondos de la Colección A2, que reúne obras de diversos formatos desde la pintura, la fotografía, la escultura, pasando por el video y la instalación. Un discurso actual que pone en cuestión la relación de la identidad con universales como la escena, la palabra, la imagen, la abstracción y la perspectiva mediante ocho salas que concentran un diálogo constante.
Una colección que contiene artistas procedentes de muy diversos contextos y líneas de trabajo y que han materializado algo tan intangible como la reflexión en torno a las fronteras –políticas, físicas y culturales–, la posición del individuo dentro de las sociedades, las cuestiones de género, la contradicción, la suerte y lo inesperado que irrumpen en nuestras vidas, la necesidad innata en la creencia de lo místico en cualquiera de sus formas, la mirada y los diferentes modos de percepción, el recurso textual como forma de expresión, la idea de génesis y el cuestionamiento del concepto de espacio y nuestro lugar en él. Una colección cuyas obras podríamos definir, en el más global de los sentidos, como verdaderas crónicas del mundo actual.
Cine en Málaga
Finalizamos la sugerencia semanal poniendo la vista en el Festival de Cine de Málaga que continúa mostrando las últimas novedades de la industria. Afortunadamente, el certamen no es solamente el visionado de las películas y el pase por la alfombra roja, que no es poco, pues además cuenta con una amplia programación paralela en la que se incluyen presentaciones de libros, conciertos, encuentros gastronómicos y un excepcional ambiente al que se unen al amplia oferta cultural de la que ya disfruta la capital malagueña.
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