Andalucía

Cuando reformar la vivienda, ir al cine o calentar la casa ya es un lujo

Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza alerta de la «pobreza invisible» en la región, donde más de la mitad de la población tiene retrasos en el pago de la hipoteca o los recibos de electricidad

El presidente de EAPN-A, Manuel Sánchez, e Isabel Viruet, miembro de la junta directiva de la entidad
El presidente de EAPN-A, Manuel Sánchez, e Isabel Viruet, miembro de la junta directiva de la entidadlarazon

Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza alerta de la «pobreza invisible» en la región, donde más de la mitad de la población tiene retrasos en el pago de la hipoteca o los recibos de electricidad

Existe una pobreza palpable en las calles comerciales de las ciudades, plagadas de personas que piden limosna, y en las colas de los comedores sociales. Una pobreza que se refleja mes a mes en los datos del paro, que duerme en los albergues municipales y que está presente cada día en las parroquias y en las ONG. Sin embargo, tras ocho años largos de crisis, se extiende otra pobreza que «se vive de puertas para adentro, con las persianas bajadas y las puertas cerradas» de la que muchas personas «sienten vergüenza». La afirmación es de Manuel Sánchez, presidente de la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-A), una entidad que presentó ayer una campaña que pretende visibilizar la pobreza que la ciudadanía no percibe y que trata algunas realidades como la cultura, el ocio, las emociones, las condiciones de vida, la vivienda o el acceso a las nuevas tecnologías.

Porque en Andalucía, una región azotada de manera cruel por el paro –el pasado mes de febrero se cerró con 988.493 desempleados–, este tipo de pobreza la sienten cerca cada vez más personas que no pueden, por ejemplo, reunirse con los amigos para tomar una cerveza, irse de vacaciones al menos una semana al año o calentar su casa durante los días más fríos del invierno.

La vivienda es el lugar donde se concentran todas estas necesidades. Según un informe de EAPN-A, el porcentaje de andaluces que no puede mantener la casa a una temperatura adecuada –18 grados en invierno y 25 en verano– se ha duplicado desde el año 2013. Entonces, apenas superaba el 8 por ciento y ahora alcanza el 16, afectando, sobre todo, a personas mayores, enfermos crónicos y familias con menores. Igualmente, el número de personas que tienen retrasos en el pago de los gastos relacionados con la vivienda –hipoteca, alquiler o recibos de electricidad o comunidad– se ha duplicado desde el inicio de la crisis, incrementándose un 54,6 por ciento. De hecho, en 2008 sólo el 6,8 por ciento de los andaluces tenía este problema y ahora el 15,2. Una lavadora rota, un frigorífico viejo o unas grietas en la pared son problemas habituales en todas las viviendas que conllevan unos gastos que muchas familias no pueden afrontar. De hecho, según EAPN-A, el 58,5 por ciento de los andaluces no tiene la capacidad de afrontar estos gastos imprevistos. «Vivir con esta pobreza provoca afecciones a la salud, disminución del rendimiento físico y académico, problemas sociales y relacionales, degradación de los edificios, incremento de las emisiones de CO2 –con efectos sobre la salud pública– y una deuda excesiva», sostiene Sánchez.

El tópico del estilo de vida de Andalucía, propiciado por la bonanza climatológica, está más cuestionado que nunca por la crisis. El 32,3 por ciento de los adultos andaluces –más de 287.000– no se reúne con familiares o amigos para comer o tomar algo ni siquiera una vez al mes, bien porque no pueden permitírselo o por otras razones. Los adultos con una edad más avanzada, entre los 45 y los 64 años, son los que experimentan una tasa más elevada, ascendiendo al 36,6 por ciento.

Tantas son las apreturas que actividades de ocio en teoría tan generalizadas, como acudir al cine, a un concierto o a una prueba deportiva, están descartadas para más de la mitad de la población. El 53,9 por ciento no participa de este tipo de actividades, afectando de nuevo con más incidencia a los adultos de más edad, con un 57,7 por ciento. Los datos son más alarmantes si el número de miembros de la familia es mayor: el 50 por ciento de los hogares con tres miembros no participa de estas actividades de ocio, subiendo la cifra a un 57,1 por ciento para los hogares con cinco o más miembros. Otro dato, esta vez ofrecido por el Insituto Nacional de Estadística (INE), da buena cuenta de cómo la crisis ha cambiado hábitos: el 60 por ciento de los andaluces –5.048.170 personas– no puede disfrutar de una semana de vacaciones al año. Este porcentaje, según EAPN-A, se ha mantenido por encima de la media española durante más de 10 años desde que comenzase la serie en 2004 y, tal y como reflejan los últimos datos, la diferencia porcentual entre Andalucía y España es de 13 puntos.

En cuanto a las nuevas tecnologías, la brecha digital es un hecho en la comunidad autónoma, donde un 10 por ciento de los andaluces no puede permitirse disponer de un ordenador personal. Hoy en día, muchas gestiones se realizan a través de internet, pero una gran parte de la población no puede acceder a esta opción debido al alto coste de la conexión o por no tener demasiados conocimientos de informática. En total, 759.075 viviendas no disponen de acceso a internet, un 36,1 por ciento de ellas debido al elevado coste y un 50,6 por la falta de conocimientos informáticos.

Las necesidades, en definitiva, se extienden de manera transversal provocando también situaciones de pobreza emocional. Un problema que, según Sánchez, afecta sobre todo a los niños. Porque, según diversos estudios, «cuanto más tiempo permanece en la pobreza un niño de 9 años, mayor es su exponsición a riesgos para la salud mental a los 13 años». Una pobreza que se vive de manera física y también mental, ya que si se se agudizan las necesidades «afloran las tensiones económicas, los conflictos familiares, el estrés o la discriminación», provocando, a medio o largo plazo, «depresiones, situaciones de ansiedad, adicciones, problemas sociales, bajos rendimientos académicos e incluso delincuencia».