Autonomías
De pactos y partos
Este nuevo 2013 está llamado a ser, según la Junta, el año del Pacto por Andalucía. Lo dudo. En primer lugar porque la definición que del mismo han hecho los jerarcas del Ejecutivo autonómico ha resultado ambigua, difusa y confusa, una especie de dèja vu de los pretéritos acuerdos de concertación social de tan magros logros en términos de empleo y discutibles maneras en el reparto del dinero público entre unas pocas entidades corporativas. Además, los dos últimos grandes pactos formulados por la Junta con pretensión de tal – el pacto andaluz por la vivienda y el pacto andaluz por el agua– han terminado en sonoros fracasos, no habiendo sido capaces de ir más allá de una literatura bien intencionada pero decantada en una legislación con escaso contenido y menores efectos prácticos. En cuanto al núcleo central del nuevo pacto, el supuesto agravio comparativo territorial que con aroma cuatrodecembrista y veintiochofebrerista se viene intentando recuperar, no parece que vaya a mover ni a conmover a grandes multitudes tres décadas después del fracaso continuado de la autonomía en relación a la creación de puestos de trabajo. Una tasa de paro que –no nos engañemos– impedirá sacar a Andalucía la cabeza en cualquier debate territorial que se plantee.
Y por último, en el plano político, el bipartito andaluz, por más que se empeñe, no estará acompañado en esta iniciativa ni por los ayuntamientos de las grandes capitales, ni por cinco diputaciones provinciales, ni de momento tampoco por la Federación Andaluza de Municipios y Provincias, y mucho menos por el Gobierno de la Nación, que es al fin y al cabo el que parte y reparte el dinero con el ministro Montoro conjugando hábilmente palos y zanahorias. Así pues 2013 difícilmente será año de ningún gran pacto. Otra cosa son los partos, entre otros, el de los candidatos de los dos grandes partidos a la Presidencia de la Junta.
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