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Andalucía

El acusado de matar a su pareja: "No soy consciente de lo que hago hasta que la veo en el suelo"

Declara que no fue premeditado y que no confesó antes "por miedo", simulando que la mujer se había ido de casa en la Comunión de su hija

Juicio al acusado de matar a su pareja en Alcolea /Foto: EFE
Juicio al acusado de matar a su pareja en Alcolea /Foto: EFElarazon

Declara que no fue premeditado y que no confesó antes "por miedo", simulando que la mujer se había ido de casa en la Comunión de su hija

El acusado de matar a su pareja en marzo de 2017 y tirar su cuerpo metido en una maleta a un arroyo seco en Alcolea del Río (Sevilla) ha negado este miércoles en el juicio que lo tuviera "premeditado", tras definirse como una persona "cobarde"que "rehuye"el conflicto, si bien ha relatado que tras dejar a la hija menor de ambos en casa de unos amigos, mantuvo una discusión con Rosario en la vivienda que compartían que "se subió muchísimo de tono, me estuvo empujando, en fin, que ya cuando yo me doy cuenta estaba en el suelo".

Ante las insistentes preguntas de la Fiscalía, que pide 20 años de cárcel, y las acusaciones que ejercen la Junta y los padres y hermanos de la víctima -que solicitan 25 años-, el procesado ha dicho no recordar si Rosario estaba de espaldas cuando la rodeó el cuello con varios cordones de zapatos hasta asfixiarla, una "memoria selectiva"que le ha afeado la fiscal y la abogada de la Junta y ante la que han pedido que se leyeran sus declaraciones ante el juez instructor y durante la reconstrucción de los hechos para mostrar al jurado sus "contradicciones".

"Yo no soy consciente, yo sé que estábamos enfrascados en una discusión, sinceramente no soy consciente de lo que hago hasta que la veo en el suelo"; "yo recuerdo que empezó a empujarme, yo no sé lo que me pasó pero cuando me di cuenta estaba en el suelo"; "sinceramente, en el mismo instante me estoy arrepintiendo, para nada soy una persona agresiva, fue un pronto desde el primer momento veo que me está mirando fruto del miedo , del arrementimiento, pensando en mi hija, le cubro la cabeza, por las 20.000 cosas que me pasan por la cabeza, la vergüenza que siento". Así ha relatado durante su interrogatorio el acusado lo ocurrido el 27 de marzo de 2017, cuando convivía con su pareja pero "ella hacía vida independiente"y "sabía por sus amigas que había conocido a alguien"aunque no que había acudido al centro municipal de la mujer cuartro días antes. A. M.M.G. ha negado que sintiera "celos"porque "yo también me estaba separando"y sólo quería la guarda y custodia de la niña, que ahora tiene 11 años y vive con su tío paterno pese a que la familia materna reclama su custodia.

De hecho, según ha relatado, el día del crimen, dejó a la niña en casa de unos amigos a quienes dijo que iba a aprovechar para llevar los papeles de la separación a un abogado, pese a ser domingo, y una muestra de una botella de Casera porque creía que Rosario le estaba envenenando, aunque no aclaró si finalmente fue o no ya que sí acudió al domicilio familiar, donde mató a la víctima.

Posteriormente, a preguntas de las acusaciones, ha relatado que fue a buscar una maleta, la metió en ella, cogió el coche "sin rumbo fijo"y finalmente paró en una zona de campo que conocía porque a veces había ido "a coger espárragos"y la arrojó a un arroyo seco.

Luego volvió a recoger a la casa y limpió la sangre, ocultó la ropa de Rosario e inventó la historia de que se había marchado con otro, que es lo que relató cuando pocos días después la familia de ella le preguntó en la Comunión de la pequeña, que decidió celebrar porque "es un día especial para una niña y mi hija no tiene culpa de nada".

El acusado ha asegurado que intentó quitarse la vida por el "remordimiento de conciencia"y al no conseguirlo decidió confesar, algo que dijo que no hizo antes "por miedo"sobre todo pensando en su hija.

Preguntado por las acusaciones si, como dijo en la instrucción, culpa al comportamiento de Rosario de lo ocurrido, el procesado ha respondido que "el detonante somos los dos, el que ha cometido el delito soy yo y estaré arrepentido toda la vida".

Los padres y dos hermanos de la víctima, además de cuñados y sobrinas, asistían a su declaración dentro de la sala -salvo la hermana, citada como testigo-, y se les escucho murmurar comentarios como "es un santo", "ahora no recuerda nada"o "a que se pone a llorar". Efectivamente, al acusado se le saltaron las lágrimas al hablar de su hija y de la carta que le dejó cuando unos meses antes del crimen Rosario se marchó con ella de casa a vivir con sus padres en Sevilla capital y él la llamó para decirle que por lo menos dejara que la niña volviera que estaba escolarizada en el pueblo.