Sevilla
El cura Ignacio
Como buen sacerdote, no han sido pocas las personas que le han llamado padre. O don Ignacio. Sin embargo, a él le gusta que le llamen el cura Ignacio. El «curita», para los más íntimos. Hace muy pocos días, recibió un merecido homenaje en El Rastrillo de Nuevo Futuro. Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp es uno de los curas con mayor relevancia a nivel social de toda España. Sin embargo, detrás de su clériman (o clerygman) se esconde una persona desconocida para muchos. Ignacio sintió la vocación a muy temprana edad, en junio del 93, con motivo de la visita del Papa San Juan Pablo II. Aquel joven, estudiante de segundo de Derecho, décimo de doce hermanos, decidió un buen día hacer las maletas y dejarlo todo para irse hasta el Seminario de Toledo. Un año después, marchó al Perú, para comprobar si era cierta aquella vocación. Cuando regresó, lo probaron en los pueblos más duros. Y en los barrios más difíciles. En Arahal, donde se estrenó como párroco, recogieron más de seis mil firmas para que no se fuera. Y en Alcalá del Río, movió todo para conseguir restaurar su maravillosa parroquia mudéjar. Pasó por la otra Alcalá, la de Guadaíra, donde realizó una labor más que encomiable. Trabaja, actualmente, en la parroquia de Santa María de las Flores, en un barrio de gente humilde, donde tienen una guardería, una residencia con cuarenta ancianos y más de tres mil fieles a la semana en misa. Por eso, las páginas del cuore no conocen bien a Ignacio. Un cura, que pronto cumple veinte años de sacerdocio y que, un buen día, no hizo emocionarnos y llorar con la más bella declaración de amor a Dios en su Pregón de la Semana Santa de Sevilla.
✕
Accede a tu cuenta para comentar