Literatura

Sevilla

El exceso de la marquesa Casati retorna a Sevilla

Marta Robles firma un ejemplar de su novela tras la presentación en la Fundación Cajasol
Marta Robles firma un ejemplar de su novela tras la presentación en la Fundación Cajasollarazon

Volver la mirada sobre Venecia es un ejercicio recurrente en la literatura. La ciudad italiana ofrece al escritor un escenario fascinante, llena de misterios, desde las profundas aguas de la laguna hasta los tejados de las iglesias y palacios que se asientan frente el Adriático azotados por el Bora. Sobre esos canales oscuros, la periodista y escritora Marta Robles, ha contado «Luisa y los espejos» (Planeta), con la que ha ganado el Premio de Novela Fernando Lara. Las vidas parelelas de dos mujeres que deciden vivir su vida por encima de cualquier traba social y disfrutando cada segundo como si fuera el último. Luisa Aldazabal, tras tres meses en coma, comienza un nuevo camino y se encuentra con la fascinante marquesa Luisa Casati, aquella mujer musa y patrona de las vanguardias que bajo el lema «quiero ser una obra de arte viviente» logró que las miradas más inteligentes de su generación se posaran sobre ella.

Marta Robles pasó ayer por Sevilla –Fundación Cajasol– para presentar esta obra y contó cómo surgió en ella la necesidad de contar la historia de estas dos Luisas. La que busca un nueva vida y ésa que protagonizó los años venecianos de la «Belle Epoque». Un encuentro que se inició en el año 2009, cuando la periodista comenzó a investigar en la vida sin par de Casati, libre, independiente y fascinante. Un personaje que hoy en día sigue atrayendo con la misma intensidad que lo hizo a principios del siglo XX con artistas como Man Ray. De hecho, es considerada la segunda mujer, después de la Virgen María, más representada en la historia del arte. Ese encuentro es también el que la otra Luisa vive y con el que recupera muchas cosas que pensaba olvidadas.

Robles desgranó cómo se fue encontrando con el personaje a raíz de su investigación sobre el «Palazzo Non Finito», sede actual del «Museo Peggy Guggenheim», que era donde vivía Casati. Llegó a ella tras comenzar una historia sobre el mito de Don Juan, le faltaba una mujer «y apareció éste ser tan singular», que paseaba a sus guepardos por la Plaza de San Marcos. «Cuando uno se encuentra con Luisa Casati ya no la puede olvidar», comentó la autora, que concretó que «al final de su vida se convirtió en la obra de arte que siempre quiso ser». La otra cara del espejo, la otra Luisa, «cambia también al encontrarse con ella» y es en Venecia donde desarrolla la verdadera inquietud por el mundo del arte que ha llevado en su interior durante años y que estaba apagado en una vida convencional.

«Luisa y los espejos», su novela más extensa, también sirve para hacer un homenaje a la profesión de escritor y a los periodistas, ya que un pasaje del libro se desarrolla en el Café Gijón, donde aparecen, como en un cameo televisivo, Carmen Posadas, Arturo Pérez-Reverte y Javier Marías. Pese a que el tema de la novela es la vida de absoluto exceso de Casati, también sirve para mostrar cómo es la personalidad del artista. Alguien, que «no se conforma con una vida lineal, que necesita de una existencia de dientes de sierra», comentó Robles, que insistió en que pese a que ella se ha sentido siempre muy cercana a ésta personalidad sensible, «siempre me ha interesado el arte y si me han querido encontrar, lo han hecho en el Prado».

Pese a ello, nunca ha dejado de lado la profesión periodística, que ha compaginado con la literaria, por lo que recordó que su primera publicación data de 1991 y que ésta ha sido su última novela. Una trayectoria literaria que ha desarrollado poco a poco, con mucha calma, «de manera pausada y cautelosa», y que criticó a aquéllos que se lanzan a escribir un libro «pensando que todos podemos hacer cualquier cosa».