Elecciones 24-M

El PP, incapaz de frenar la hemorragia de votos en el medio rural

El «voto cautivo», con la influencia de los subsidios, junto a la desconfianza al cambio lastran las siglas populares

El líder del PP-A, Juan Manuel Moreno Bonilla
El líder del PP-A, Juan Manuel Moreno Bonillalarazon

Las decenas de miles de kilómetros que recorrió Arenas no fueron suficientes para que el PP se hiciera hueco en el medio rural. El campo, lejos de constituir una marca, supone un estigma, en lo que a votos se refiere, para los populares, alentada, además, esta sensación por el resto de grupos. El campo, en lo que a votos se refiere, es territorio para PSOE e Izquierda Unida. O para Sánchez Gordillo y Cañamero en el caso de la Sevilla más profunda, así cambie de siglas. El sistema electoral establece que los concejales de pueblos necesitan muchos menos votos que los de ciudades, por lo que la ventaja del bipartidismo en ediles será muy superior a la distancia real en votos. Las diputaciones provinciales, con un sistema de elección indirecta en el que se eligen unos pocos diputados por partido judicial, reflejan el número de concejales más que el de votos logrados. El pasado 24M, el PSOE logró cerca de 1.320.000 votos por los casi 1.160.000 del PP. Los socialistas alcanzaron 4.081 concejales por los 2.681 del Partido Popular. El ámbito rural resultó decisivo. El medio rural supone el 90% del territorio de la comunidad y en el mismo vive más de un 50% de la población. En Andalucía, 700 municipios cuentan con menos de 40.000 habitantes.

Juanma Moreno inició el asalto del campo, con una campaña también a través de Twitter, con sus imágenes junto a los productos de la tierra incluso, pero con infructuosos resultados. El mundo rural es feudo socialista. Desde las primeras elecciones democráticas en los ayuntamientos de 1979, en los pueblos el PSOE mantiene una holgada ventaja. En 2011 con el mejor resultado en la historia del PP, sólo alcanzo el 27% de votos en los pueblos. Moreno Bonilla ha cultivado la imagen de hombre de clase media, de abuelos jornaleros, alejándose del tópico del «señorito andaluz» que persiguió a Javier Arenas.

La bonanza del medio rural se ha basado en el dinero público que ha ido a parar al medio rural y que ha servido para apagar las protestas jornaleras de campos en llamas de los 80, frenar la emigración a la ciudad y dotar de equipamientos de calidad a los municipios rurales. No hay pueblo en Andalucía sin servicios médicos –en el mismo pueblo o a poca distancia–, escuela, polideportivo, locales para asociaciones, parques y columpios para niños y para que la tercera edad haga ejercicio. Los estudios en Ciencias Políticas y Sociología remarcan la calidad de vida de los pueblos.

En las ciudades, donde el PP ha mantenido la hegemonía –en muchos casos, por poco–, la influencia de la actualidad es mayor. La brecha digital, ya de por si elevada en las ciudades, en los pueblos es un abismo respeto a Europa. En muchos municipios, la única opción es el llamado «ruralwifi». De banda ancha, como en el chiste, «mejor ni hablamos».

Error de comunicación

El llamado «voto cautivo» es básico. Los partidos huyen del debate de los subsidios al ser políticamente incorrecto, mal abordado cuando se menciona –el «pitas, pitas, pitas» de Esperanza Aguirre, la caña de pescar de Albert Rivera– y un agujero negro de votos. El Cadpea, el Centro de Documentación Política y Electoral de Andalucía, señala que en el medio rural la presión social es mayor, lo que provoca un aumento de la participación, así como más integración social. Las diputaciones, en muchas ocasiones, emparentan con el caciquismo. El voto, como por otro lado puede resultar natural, está condicionado por las subvenciones o las ayudas, lo que favorece a los partidos que ya gobiernan.

Diferente estructura social

La estructura social también es diferente. En la ciudad predomina la clase media. En los pueblos, la cualificación es menor. Sin salida laboral, en los pueblos está el campo o el campo y la ayuda estatal. Al considerar al PP un partido liberal por definición, en los pueblos radica el temor oculto a que el voto a la derecha conlleve el fin de la ayuda. Los partidos de izquierdas, además, venden esta idea. El PP ni mucho menos ha sido hábil a la hora de alejarse de ella. Ni la crisis, con el retorno de emigrantes al pueblo ante la falta de trabajo, ni la falta de presupuesto para ayudas han evitado que el votante rural apenas considere al PP como una opción real para sus intereses.

Un recuento de los votos en las 29 localidades andaluzas de más de 50.000 habitantes deja un gráfico muy distinto al global de la comunidad, tanto en las autonómicas como en las municipales. El azul del PP, los grandes perdedores el pasado 22M y con victorias pírricas el 24M, se impone con un 28,9% de las papeletas, por delante de los socialistas, que suman un 27,9%(7,5 puntos por debajo del porcentaje global).

La tasa de votantes es mayor en las zonas rurales. La caída del bipartidismo PP+PSOE es mucho más evidente en las áreas urbanas, especialmente en las capitales (56’5%). El apoyo al PSOE es sobre todo rural mientras que el del PP está más equilibrado entre ciudad y pueblo. Las fuerzas emergentes, Podemos y Ciudadanos, logran el doble de apoyos en las capitales que en zonas rurales. En las ciudades fue donde las fuerzas emergentes tuvieron mayores apoyos. Estas tendencias se confirman y refuerzan a partir de las elecciones europeas, y más aún en las recientes andaluzas. La irrupción en grandes capitales de partidos de nuevo cuño les ofrece un plus en visibilidad que, de cara al futuro, puede servir de espejo en otros municipios. Que un partido tan nuevo como Podemos gobierne Madrid difícilmente escapa a los habitantes de cualquier municipio de España.

Igualmente sucede que hay mayor competencia electoral (más candidatos) en los municipios grandes que en los pequeños. En muchos pueblos pequeños solo se presentaron entre uno y tres partidos grandes, de ámbito estatal o autonómico. Las zonas rurales manifiestan apoyos más fuertes al bipartidismo tradicional que las urbanas. En las elecciones locales este fenómeno se debe en parte a la menor existencia de otras candidaturas. Sucede igual en elecciones en las que las candidaturas son comunes a todos los municipios (europeas y autonómicas). Las zonas rurales siguen con la tendencia histórica de ser menos proclives a los cambios que las ciudades.

En las elecciones locales del 24 de mayo los dos partidos grandes quedaron destacados en votos totales, más con la dispersión en candidaturas que se sitúan en el espectro ideológico a la izquierda del Partido Socialista.

El líder del PP-A Juan Manuel Moreno Bonilla, tanto en las autonómicas como en las municipales, se paseó entre cajas de tomates en cooperativas varias, dispuso de atril y ofreció discursos acerca de las necesidades del campo andaluz. No mencionó el PER. Acusó a Susana Díaz de tener una foto del campo andaluz «en blanco y negro» y de «no ver el sector agroalimentario como una gran oportunidad para salir de la crisis». El sector supone 45.000 empleos en Andalucía, el 24% de la mano de obra en la industria andaluza, y mueve 13.600 millones de euros anuales. Moreno prometió «un revulsivo para el campo andaluz», simplificar los trámites administrativos para los agricultores y un plan urgente para acabar con los retrasos de la Junta en pagos a agricultores, ganaderos y cooperativas. Juanma Moreno «sembró» con la campaña pero tras el 22 de marzo y el 24 de mayo el voto rural continúa siendo una de las debilidades del PP en Andalucía.