Benidorm

El temor sin fin

La Razón
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Ayer les contaba mis tribulaciones. Estoy seguro de que son las de muchísimos españoles. Los sustos diarios que recibimos, como decía ayer, nos llevan sin posibles atajos caminito al precipicio. No hay tregua. Ayer mismo salta la detención del en otro tiempo casi delfín del PP, el siempre jovial al tiempo que elegante Eduardo Zaplana. Hasta el momento había sorteado muchos charcos donde se daba por hecho que su nombre aparecería. Además, el fuego amigo, en el que los populares son imbatibles, en su caso parece que tenía como jefe al que fue su amigo, alumno y más tarde sucesor en el cargo de presidente de la Generalidad valenciana. Me estoy refiriendo a Francisco Camps. El PP ha suspendido la militancia del detenido por la vía rápida, al tiempo que un portavoz declara que este señor lleva más de 10 años fuera de la política. El problema es que los delitos que se le imputan, entre otras bagatelas 10 millones de euros más intereses en Luxemburgo, se cometieron en los años de su presidencia valenciana. Telefónica, compañía en la que ocupaba un cargo directivo, también lo ha cesado. Doy por hecho que el cese se produjo a través de una llamada telefónica. Zaplana fue alcalde de Benidorm, presidente de la Generalitat Valenciana, ministro de Trabajo, portavoz del grupo parlamentario en el Congreso y virrey absoluto del partido en la Comunidad Valenciana. Ya saben, que si un día no tienes el cuerpo para chocolate te atizan dos tazas, porque para no dejar solo al valenciano con sus tribulaciones, el número dos del Ministerio de Hacienda, José Enrique Fernández de Moya, está investigado por un juez por los delitos de falsedad, malversación y cohecho en su etapa de alcalde de Jaén. Al tiempo, leo algo que me tranquiliza: un alto representante del PP informa de que es el único partido que lucha contra la corrupción. Claro que será por el aturdimiento en el que vivo. Me pregunto por qué que tan loable acción no ha comenzado por su propio partido. Espero ver alguna vez que sean los partidos los que manden a los juzgados a sus manzanas podridas, que decía Esperanza Aguirre. Que no se produzcan siempre estos descubrimientos tan lamentables por investigaciones policiales o periodísticas.