Cádiz
En la borda de la corrupción
El caso de los ERE fraudulentos recoge desafortunadamente una de las más variopintas colecciones de irregularidad. Los 24.504 folios de sumario son la guía más precisa para saber por qué Andalucía sigue estando a la cola de España y de Europa, por qué el paro se asoma a la borda del 40 por ciento –en Cádiz ya sufren este trágico guarismo– y por qué perdimos, los andaluces, la oportunidad de desarrollo que nos brindó Europa con una inyección de fondos que jamás volveremos a tener. En el caso ERE hemos asistido al relato de un imputado admitiendo que dinero para la creación de empleo acabó en fiestas, copas y polvo de cocaína. También fue a parar el dinero a la compra de una pianola, a la prejubilación de la madre de un chófer de la Junta, a la paga del churrero del pueblo, a la compra de cochinos o a la especulación inmobiliaria. En esta trama hay ladrones de suburbio y otros de cuello blanco que lucen trajes de sastre caro y corbatas italianas. Desde el testaferro de empresas pantalla que se cura de los vicios en un centro de rehabilitación a los comisionistas a sueldo de «holding» empresariales que desvían el dinero público a paraísos fiscales. Este centón corrupto, hecho a base de retales de amoralidad es el que explica nuestro presente y nuestro futuro. No hace falta recurrir a arúspices ni a nigromantes ni a gitanas con bola y pañuelo. Es el poder adictivo de la corrupción el que lo ha arruinado todo. Hoy este periódico informa del caso de un trabajador con el que Empleo acordó una prejubilación seis veces superior al despido improcedente que le correspondía. Un capítulo más de esta colección de disparates.
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